Por qué no votamos al pañuelo blanco como “emblema nacional”

En la sesión de Diputados del pasado miércoles 2 de julio, los dos bloques del Frente de Izquierda (PO y PTS) nos abstuvimos en la votación que le dio media sanción al proyecto para nombrar al “pañuelo blanco” de las Madres de Plaza de Mayo como “emblema nacional”. Cuando se lo trató, un acuerdo cerrado entre los principales bloques (FPV, Frente Renovador, UCR y PRO) nos impidió hacer uso de la palabra.

La votación por la afirmativa -sin debate ni discusión- fue casi unánime, incluyendo a la mayoría de los diputados de la UCR, del Frente Renovador y del PRO. Solo siete legisladores de la derecha votaron en contra. A partir de ese día, se montó una insistente campaña en las redes sociales y en diarios como Página/12 para intentar dejar pegados a los diputados del FIT con la derecha más recalcitrante, una verdadera estafa que intenta completar la operación que el oficialismo quiso montar con la media sanción.

La votación del “pañuelo blanco” como “emblema nacional” ha sido el último acto de un proceso de cooptación estatal de históricas y emblemáticas luchadoras como Hebe de Bonafini, y por eso contó con el beneplácito de todos los partidos que garantizaron la impunidad de los genocidas y hasta le dieron centenares de intendentes, funcionarios y embajadores a la dictadura, como la UCR.

La izquierda es el único sector político que puede reivindicar sin fisuras ni contradicciones la historia de lucha intransigente de las Madres contra la represión, la impunidad y la entrega nacional que significa el pago de la deuda externa. Con esa autoridad rechazamos su cooptación, cuya expresión máxima fue el abrazo de Hebe de Bonafini con el genocida Milani, a quien defiende a capa y espada; el cerrado apoyo al procesado Amado Boudou y todas y cada una de las políticas del Gobierno nacional, incluyendo el pago a la Repsol, al Club de París y la negociación con los fondos buitres.

A nadie medianamente informado se le puede esconder que las corrientes políticas de los que integramos el Frente de Izquierda estuvimos con las Madres desde 1977, mientras que los partidos que las denominaban “Las Locas de la Plaza” eran cómplices y partícipes de la dictadura. Junto a ellas, la izquierda rechazó activamente la autoamnistía de Bignone, que intentaba dejar impunes a todos los genocidas -medida apoyada por los candidatos del PJ. Al tiempo estuvimos juntos enfrentando en las calles el Punto Final y la Obediencia Debida votados en pleno por el radicalismo, y luego contra los indultos de Menem.

A la par enfrentamos junto a las Madres la mayoría de las represiones contra el pueblo trabajador ordenadas por los sucesivos Gobiernos constitucionales, y exigimos siempre la libertad de los presos políticos, mientras continuamos sin pausa la lucha por el juicio y castigo a todos los culpables del genocidio. La denuncia a la deuda externa y la lucha por el “no pago” también nos encontró durante décadas en la misma trinchera que las Madres, al igual que las causas de lucha del pueblo trabajador.

Mientras la izquierda siempre estuvo de este lado, las dirigencias de los partidos que el miércoles votaron al pañuelo blanco como emblema estuvieron en la trinchera del poder, la represión y la impunidad. ¿Dónde estaban si no el 20 de diciembre de 2001, cuando la Policía Federal, la misma que hoy reprime a los obreros de EMFER, sacudía a las Madres en la Plaza de Mayo para defender un Gobierno del que fueron parte muchos de los que votaron a favor de este proyecto?

No es ninguna paradoja que quienes nos abstuvimos de esta votación fuimos, en estos seis cortos meses desde que asumimos como diputados, los que llevamos a los pañuelos blancos al Congreso. Compañeras consecuentes con sus convicciones e historia de lucha como Nora Cortiñas, Elia Espen y Mirta Baravalle participaron de varias audiencias públicas convocadas por los bloques del Frente de Izquierda. La absolución de los petroleros condenados en Las Heras; el repudio a César Milani; el apoyo al proyecto contra la criminalización de la protesta y la extinción de causas y condenas a los luchadores sociales; la solidaridad con la lucha de Alberto Lebbos por justicia para su hija Paulina, son algunas de las actividades que desarrollamos junto a ellas. Y estamos orgullosos de ello.

Un símbolo no puede esconder ni tapar una realidad. No criticamos a aquellos que apoyan este reconocimiento a la histórica lucha de Madres de buena fe. Pero creemos que el mejor homenaje a aquellas bravas Madres que supieron enfrentar de frente al terrorismo de Estado y al pacto de impunidad del PJ y de la UCR es seguir la lucha hoy junto a los trabajadores de Lear y de EMFER, por la destitución de Milani y la disolución del Proyecto X, por el no pago de la deuda externa, por el juicio y castigo a todos los culpables, por la apertura de todos los archivos de la dictadura. Hoy como ayer, no olvidamos, no perdonamos, no nos reconciliamos.

El apoyo al Frente de Izquierda viene de la Mendoza profunda

Ha comenzado la cuenta regresiva para las elecciones legislativas. A pesar de las trabas que el Estado y los partidos del régimen nos imponen casi a diario, hemos logrado desarrollar con mucho esfuerzo una enorme campaña militante levantando las demandas más profundas de los trabajadores y los sectores populares de Mendoza.

Del otro lado, los partidos patronales con sus campañas vacuas que en realidad esconden sus verdaderas intenciones para luego del 27 de octubre ajuste contra el pueblo trabajador y represión para quienes salgan a luchar por sus derechos. Las insustanciales campañas de los partidos tradicionales han repetido los viejos versos neoliberales que vienen de los 90. En Mendoza, el PJ y la UCR nos hablan de que la provincia necesita inversores, “seguridad jurídica”, “competitividad” para las empresas y agitan el fantasma de que las ideas de izquierda espantan la inversión. Sin embargo, la empresa Vale dejó en la calle a más de 6 mil trabajadores, chantajeando al Estado con la exigencia de exenciones impositivas para que todos nosotros le paguemos la rentabilidad de la empresa.

El verso ya conocido esconde el mensaje de que el pueblo trabajador debe hacer bien los deberes y seguir aceptando mansamente el trabajo precario, los bajos salarios, la inflación, un esquema impositivo regresivo, la falta de vivienda digna y todos los problemas que se padecen cotidianamente. A esto se suma el clamor de los candidatos patronales que al unísono responden a los grandes problemas sociales con más criminalización de la pobreza y la juventud a través de propuestas como la baja en la edad de imputabilidad. Nos acusan de utópicos y se plantean la falsa idea de una Mendoza conservadora contra la cual no podemos ir, cuando en realidad son ellos los conservadores que forman parte de una casta de políticos profesionales enriquecidos que no vive la realidad del pueblo trabajador.

Sin embargo, las únicas propuestas realistas para terminar con el trabajo precario, combatir la inflación, terminar con los salarios bajos y garantizar salud y educación de calidad para el pueblo trabajador son las que planteamos desde el Frente de Izquierda y de los Trabajadores. Nosotros proponemos anular todas las leyes de flexibilización laboral para terminar en serio con la “herencia menemista”. Contra una casta de políticos profesionales que viven del Estado, por fuera de la realidad del pueblo trabajador, proponemos que todo diputado cobre igual que una maestra o cualquier trabajador. También proponemos un plan de becas para que los hijos de los trabajadores puedan acceder a la educación y la reducción de la jornada laboral para todos los jóvenes que quieran trabajar y estudiar. Muchos plantean la baja de la edad de imputabilidad y la mano dura, nosotros en cambio, queremos que los jóvenes tengan una perspectiva a futuro.

Hoy muchos hablan de frenar la inflación, pero nadie dice cómo hacerlo. Creemos que las grandes cadenas de  supermercados tienen el monopolio para incrementar los precios. Deberían abrirse los libros de contabilidad para ver cuál es la verdadera rentabilidad que tienen. A partir de impuestos a los grandes empresarios se puede, por ejemplo, aumentar presupuesto de la salud pública como hoy reclaman sus trabajadores. Además consideramos que todas aquellas personas que vivan de su salario deben tener un ingreso que cubra el costo de la canasta familiar, hoy en más de $7000. Estas son algunas de las ideas que venimos expresando en nuestra campaña y que se sintetizan en la consigna de llevar por primera vez una voz de los trabajadores y la juventud de Mendoza al Congreso para fortalecer la lucha por estos reclamos.

Nuestra campaña hace pie en la Mendoza profunda que venimos recorriendo día a día y donde la simpatía y el apoyo hacia el Frente de Izquierda han venido creciendo enormemente. La de los trabajadores petroleros de Luján de Cuyo. La Mendoza de trabajadores que dejan la vida en los campos del Cordón del Plata, en la que los jóvenes empiezan a levantar la voz contra el mito de la provincia conservadora como en San Rafael o la Mendoza que cuestiona cada vez más los aparatos de los partidos tradicionales y las consecuencias de años de gobierno del PJ y la UCR.

En las agitaciones callejeras en las plazas departamentales y lugares de trabajo como el Hospital Central y los carriles industriales del Gran Mendoza hemos juntado cientos de fiscales que nos ayudarán en la tarea de defender el voto y evitar el  robo de boleta al Frente de Izquierda. A lo largo y ancho de toda la provincia se desarrollaron debates como en Tunuyán, Maipú, San Martín o San Rafael.

En esta Mendoza profunda reside la fuerza que puede llevar al Frente de Izquierda a realizar una elección histórica. Los políticos de los partidos tradicionales tienen miedo de este apoyo que estamos conquistando. Por eso han llegado las agresiones como ocurrió en Luján, donde matones a sueldo amenazaron con armas de fuego a candidatos de nuestra lista. Queremos darle a la Argentina una alternativa política propia de quienes hacen mover el país: los trabajadores.

Mendoza: el Frente de Izquierda ante una elección histórica

El mito de la “década ganada” del Gobierno de CFK se choca con una realidad ineludible. La de una Argentina donde unos pocos empresarios, fundamentalmente extranjeros, se la “llevan en pala” mientras se mantiene alrededor de un 40% de los trabajadores con trabajo precarizado o en negro, y más del 70% de los trabajadores tiene salarios por debajo del costo de la canasta familiar. Según el último dato del Indec a nivel nacional, el trabajo informal subió dos puntos y medio (comparado con 2012), afectando a 4.3 millones de asalariados.

Mendoza no sólo no escapa a estos contrastes sociales y económicos, sino que, por el contrario, los confirma. Según datos surgidos desde la Subsecretaría de Trabajo Provincial, sólo en el Gran Mendoza el empleo informal alcanza a cien mil trabajadores sobre una población económicamente activa (PEA) de trescientos noventa mil. Los datos son contundentes entre los jóvenes del Gran Mendoza: hay más de treinta mil que tienen trabajos precarios y cerca de veinte mil jóvenes que poseen entre dieciséis y veinticinco años no trabajan ni estudian, según indicaba ya una investigación del Observatorio Laboral de la Universidad Nacional de Cuyo en 2011.

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