El ex presidente Eduardo Duhalde, pero también otros dirigentes, plantean de manera cíclica la necesidad de que las distintas fuerzas políticas puedan “coincidir en cuatro o cinco temas para elaborar políticas de Estado”. El objetivo es loable. Desde la oposición, el razonamiento se completa con la idea de que el kirchnerismo instaló “la división y la confrontación” como forma de hacer política. Suelen decirlo Mauricio Macri, Ernesto Sanz y lo da a entender también Sergio Massa.
Como sea, parece cierto que las “políticas de Estado” requieren en la Argentina largos años de discusiones, de marchas y contramarchas. El apoyo de la mayoría de las fuerzas políticas a la vigencia de planes sociales de amplio alcance o al juzgamiento a los represores de la dictadura parece confirmar esa idea.
Para ampliar el foco y tener algo de perspectiva, hay que decir que el logro de acuerdos políticos duraderos sobre aspectos centrales de las políticas públicas no es algo que los sistemas políticos producen con facilidad en todo tiempo y lugar.
La Asociación Americana de Ciencia Política (APSA) reunió a unos 50 de sus integrantes, profesores de universidades estadounidenses, a analizar la cuestión. El grupo de expertos emitió el mes pasado un reporte de casi 200 páginas titulado “Negociando acuerdos en política”. Los politólogos del país del norte avanzaron en la investigación preocupados por “la ruptura de la negociación política” en el Congreso de ese país, que se tradujo en octubre pasado en el “cierre” parcial de la administración federal.