Recalculando el ciclo

El PRO, de Mauricio Macri, tiene a la palabra “cambiar” como su único eslogan en esta etapa previa al inicio formal de la campaña presidencial. La idea de que la clave del momento está en el “cambio” y que su postulación implica el anhelo de una mayoría electoral, en contra de las aspiraciones de “continuidad” del Frente para la Victoria viene siendo expresada desde hace tiempo por el jefe de Gobierno porteño.

Sin embargo, ese camino elegido por Macri ya encontró varios obstáculos. Sobre todo cuando el consenso actual en el sistema político es que la presidenta Cristina Kirchner conserva buenos niveles de aceptación en el tramo final de su mandato.

Recordemos lo que ocurría más de un año atrás. Luego de que el Frente para la Victoria fuera derrotado en 2013 por una alianza que el PRO integró en la provincia de Buenos Aires junto con el naciente Frente Renovador, Macri salió a decir que en el país se registra un “fin de ciclo” para los que “gobernaron los últimos 30 años”.

Hacia agosto del año pasado, cuando las variables económicas se encontraban todavía bastante agitadas, pudieron leerse expresiones del líder del PRO en las que afirmó que “los distintos candidatos del peronismo, con sus distintas virtudes, son los mismos que han gobernado” en los últimos “30 años”.  ”Nos han prometido de todo y han cumplido muy poco”, señaló. Ya a esta altura, la UCR había quedado afuera de las críticas de Macri, que preparaba un acercamiento a aquel partido.

Lo que se vio a partir de allí por parte de Macri más bien hace pensar que de la idea de un seguro “fin de ciclo” que auguraban los ideólogos se está “recalculando”.

Así, para marzo de este año, cuando Cristina Kirchner ya había enfrentado los momentos más difíciles del “caso Nisman” y recuperado su centralidad política, el líder del PRO dijo, por ejemplo, que de ser presidente, en el manejo de Aerolíneas Argentinas va a “buscar la mejor solución para que la gente tenga la mejor respuesta del Estado”. La idea de un “cambio completo” de una “reprivatización” parecía haber quedado atrás.

Ahora, el bloque del PRO en la Cámara de Diputados votó a favor de la estatización del sistema ferroviario impulsada por el Gobierno nacional.  “No nos molesta el Estado para nada”, afirmó Federico Pinedo en declaraciones a Radio del Plata, al explicar el movimiento de su partido que se opuso en su momento a la nacionalización de YPF y a la de Aerolíneas Argentinas.

Hay que decirlo, el PRO viene hace rato en esa búsqueda de un cierto “centro” político, que lo acerque a la posibilidad de convertir a Macri, un empresario que en su momento abrazó los postulados clásicos del neoliberalismo, en un candidato competitivo. El año pasado, Jaime Durán Barba abrió el paraguas al admitir que Cristina Kirchner mantiene niveles de aprobación más altos que los de muchos de sus colegas del continente.

Hace algunas semanas, el politólogo Andy Tow dio a conocer un trabajo que permite analizar desde otro punto de vista estos movimientos. A través de un gráfico interactivo, el especialista buscó mostrar las coincidencias entre bancadas en las votaciones en la Cámara de Diputados.

En el gráfico que observa que en 2014  el PRO se ubicó -muy cerca de la UCR- en el centro de una escena en el que de un lado está el Frente para la Victoria y en el otro extremo, en un planteo de rechazo a las iniciativas oficialistas se ubica el Frente Renovador, aunque también las distintas expresiones del peronismo disidente e incluso el Socialismo. En 2013, las diferencias del PRO con el oficialismo eran mayores que lo que ocurriò el año pasado en las votaciones legislativas. Y todavía lo fueron más en 2012, cuando el partido de Macri se ubicó casi en un extremo de rechazos -el lugar que ahora ocupa el partido de Sergio Massa-, sólo superado por la Coalición Cívica de su ahora aliada Elisa Carrió. El 2011 -justamente, también año de elecciones presidenciales- fue un tiempo menos virulento para la bancada amarilla -otra vez más bien en el centro, que en el extremo del rechazo-. Una parábola bastante extraña, si se verifica que en 2009, los diputados que respondían al liderazgo de Macri fueron los que más rechazaron iniciativas del Frente para la Victoria.

Claro que no todos creen en actual “nueva moderación” del PRO. El ministro de Economía, Axel Kicillof, machacó esta semana con el concepto de los “candidatos panqueque” que se opusieron a la mayoría de las iniciativas del oficialismo pero que ahora dicen que las mantendrán, en caso de llegar al gobierno.

En parte en este terreno se juegan los dilemas de la oposición, que varias veces apostó durante los últimos años a un seguro “fin de ciclo” y, por lo tanto, a un ataque frontal a las políticas públicas del oficialismo pero ahora, por lo que se ve, se preoocupa de calibrar con más justeza su estrategia.

Cristina, todavía

La misma semana en la que comienza la cuenta regresiva de un año para las elecciones nacionales de 2015 podríamos sacar una “foto política” del momento. Y comprobaríamos entonces que la presidenta Cristina Kirchner ya ha roto los pronósticos que la mayoría de los medios y periodistas opositores así como de los consultores de opinión contratados por los candidatos que quieren sucederla trazaron para este 2014. Sobre todo después de los cimbronazos que significaron las revueltas policiales y los cortes de luz de diciembre, así como la devaluación de enero. Pronósticos que hablaban de un “pato rengo”, un “fin de ciclo”, una invalidez política y dirigentes peronistas huyendo en masa hacia otras opciones electorales.

Así, a fines de octubre de 2014 Cristina se muestra sólida políticamente. Y no lo digo yo.

El analista político opositor Rosendo Fraga afirmó hace algunos días en una entrevista que en contra de varios pronósticos, queda claro ahora que “el Gobierno ha acumulado poder en lugar de perderlo”. Además, razonó que para ser una jefa de Estado que no tiene la posibilidad de un nuevo mandato y cuando, según evaluó, “no ganaría una elección” nacional, “el ejercicio del poder que estamos viendo” de parte de la primera mandataria es “muy fuerte”. Fraga recordó la relativa facilidad con la que el oficialismo promueve y aprueba proyectos de ley en el Congreso. Habría que recordar que logra imponer su visión entre los legisladores nacionales con una facilidad que, por ejemplo, Carlos Menem no tuvo en casi todo su mandato y menos hacia el final de su período de gobierno.

“El kirchnerismo va en una dirección clara y enfrente me parece que no hay la misma estrategia común”, destacó Fraga en diálogo con el periodista Oscar González Oro, por radio La Red.

También se da cuenta de la fortaleza política que aún muestra Cristina es Elisa Carrió. En la entrevista que concedió hace algunos días a Jorge Lanata y en la que repartió críticas a sus colegas opositores razonó que el actual momento le hace acordar al período que el oficialismo atravesó luego de las elecciones legislativas de 2009.

“En el 2009 ¿se acuerdan que ganamos la elección? (…) Después en ese intermedio de seis meses, porque a ella (por Cristina Kirchner) el año que viene se le desarma todo, hicieron la Ley de Medios, (la estatización de) Aerolíneas ¿Se acuerdan? Bueno, estamos en el mismo período”, alertó Carrió a Lanata y sus oyentes.

La líder de la Coalición Cívica le reprochó a los principales dirigentes de la oposición que “todo el mundo está pensando desde hace seis meses en las elecciones del año que viene y no están pensando en que las elecciones son el año que viene y que estos (por el oficialismo) se llevan el mantel puesto ahora”.

Cristina conserva protagonismo y fuerza. Así parecen percibirlo buena parte de los precandidatos presidenciales del Frente para la Victoria, incluidos Daniel Scioli, Sergio Urribarri, Florencio Randazzo y Agustín Rossi, que se mostraron juntos en un acto pocos días atrás. Además, la Presidenta logra objetivos concretos, como un proyecto de nueva ley de hidrocarburos negociado con los gobernadores de las provincias petroleras.

Al mismo tiempo, la oposición debe dejar de lado su agenda propia para pasar a discutir los temas que propone el Gobierno nacional. Temas con los que -además-, como en la iniciativa a la que la Cámara de Diputados dio media sanción esta semana para hacer obligatoria la educación a partir de los 4 años o ciertos aspectos del nuevo Código Procesal Penal -proyecto que la mandataria divulgó por cadena nacional en horario central- cuenten con el aval explícito de referentes de la oposición.

Octubre de 2014 y todavía, en contra de varios pronósticos -aunque no de todos- Cristina sigue en el centro de la escena política.

¡Grafitis!

Termina mayo. Hace cinco meses que a diario escuchamos en la prensa opiniones que indican que la Argentina va a colapsar, económica, política y socialmente.

Y sin embargo, en la última semana los principales temas de debate fueron:

  • Una carta del Papa Francisco y un enredo que terminó cuando el Pontífice respaldó al Gobierno y criticó a los medios.

  • Una Plaza de Mayo repleta de simpatizantes del oficialismo.

  • Un grafiti en un vagón de tren y sus consecuencias.

Podríamos sumarle novedades como el acuerdo de la Argentina con el Club de París y una invitación a la Argentina para participar de la próxima reunión del grupo de los BRICS o la presencia en el país de un funcionario de Estados Unidos que dijo, sin lugar para malos entendidos, que “Vaca Muerta es real”.

¿Se parece esta a la agenda de un país en pleno colapso? ¿Qué nos dice sobre la fortaleza o debilidad política del Gobierno nacional? ¿Y qué sobre su capacidad de fijar agenda aún cuando sólo le quedan 19 meses de gestión? ¿Cuánto revela además sobre las opiniones de dirigentes opositores y expertos alineados con la oposición propaladas por la prensa? Comparativamente ¿qué capacidad de hacerlo tenían de hacerlo de esta forma los gobiernos de Raúl Alfonsín en 1988 y de Carlos Menem en 1998?

¿Qué significa entonces cuando se habla tan a menudo de “fin de ciclo”? ¿Por qué tanto ahínco por parte de dirigentes e intelectuales enfrentados al Gobierno -lo reiteró Beatriz Sarlo esta semana- en decir que es improbable que quede algo del kirchnerismo después del 10 de diciembre de 2015?

Y podríamos agregar algunas preguntas más. ¿Podrá la Casa Rosada extender esta situación de relativa estabilidad hacia el segundo semestre, lo que el mundillo político y económico llama “después del Mundial”? Y en ese caso ¿qué ocurrirá con las proporciones de “cambio” y “continuidad” que los candidatos presidenciales buscarán ofrecer al electorado?

Lo que parece correcto es tratar de hacerse algunas preguntas adecuadas. Cuando se habla de los caminos que adopta una sociedad, lo único que no corresponde es tratar de hacer vaticinios.