Por: Nicolás Tereschuk
Termina mayo. Hace cinco meses que a diario escuchamos en la prensa opiniones que indican que la Argentina va a colapsar, económica, política y socialmente.
Y sin embargo, en la última semana los principales temas de debate fueron:
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Una carta del Papa Francisco y un enredo que terminó cuando el Pontífice respaldó al Gobierno y criticó a los medios.
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Una Plaza de Mayo repleta de simpatizantes del oficialismo.
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Un grafiti en un vagón de tren y sus consecuencias.
Podríamos sumarle novedades como el acuerdo de la Argentina con el Club de París y una invitación a la Argentina para participar de la próxima reunión del grupo de los BRICS o la presencia en el país de un funcionario de Estados Unidos que dijo, sin lugar para malos entendidos, que “Vaca Muerta es real”.
¿Se parece esta a la agenda de un país en pleno colapso? ¿Qué nos dice sobre la fortaleza o debilidad política del Gobierno nacional? ¿Y qué sobre su capacidad de fijar agenda aún cuando sólo le quedan 19 meses de gestión? ¿Cuánto revela además sobre las opiniones de dirigentes opositores y expertos alineados con la oposición propaladas por la prensa? Comparativamente ¿qué capacidad de hacerlo tenían de hacerlo de esta forma los gobiernos de Raúl Alfonsín en 1988 y de Carlos Menem en 1998?
¿Qué significa entonces cuando se habla tan a menudo de “fin de ciclo”? ¿Por qué tanto ahínco por parte de dirigentes e intelectuales enfrentados al Gobierno -lo reiteró Beatriz Sarlo esta semana- en decir que es improbable que quede algo del kirchnerismo después del 10 de diciembre de 2015?
Y podríamos agregar algunas preguntas más. ¿Podrá la Casa Rosada extender esta situación de relativa estabilidad hacia el segundo semestre, lo que el mundillo político y económico llama “después del Mundial”? Y en ese caso ¿qué ocurrirá con las proporciones de “cambio” y “continuidad” que los candidatos presidenciales buscarán ofrecer al electorado?
Lo que parece correcto es tratar de hacerse algunas preguntas adecuadas. Cuando se habla de los caminos que adopta una sociedad, lo único que no corresponde es tratar de hacer vaticinios.