¿Volvió el marketing?

“Volvió la política”. La frase se convirtió en un lugar común desde 2003 a esta parte. Se trata, por cierto, de un planteo afín al kirchnerismo. La idea de fondo es que desde la llegada de Néstor Kirchner a la Presidencia las principales decisiones tomadas en la Casa Rosada no provienen más que de los circuitos que logran armarse entre la dirigencia política y la sociedad, sin intermediarios. En la convicción de Néstor Kirchner de ser su “propio” ministro de Economía, por ejemplo, habrá estado parte de la génesis de la idea.

La noción -como todas- es discutible. ¿Qué significa “la política” en cada tiempo? ¿De dónde es que “volvió” la política? ¿Se había ido en todo caso? ¿Adónde? ¿Volvió como antes o sufrió alguna modificación?

Lo cierto es que de sólo repasar las tempranas campañas de la mayoría de los precandidatos presidenciales surgen más preguntas. Y queda la duda de si lo que más bien parece haber “vuelto”, cuando ya falta muy poco para 2015, no es la política sino el marketing.

Como a fines de los años 90, en algunos casos, proliferan notas en la prensa sobre cómo encaran estos postulantes sus estrategias y qué piensan los principales asesores de campaña de los dirigentes que quieren suceder a Cristina Kirchner. Se habla con nombre y apellido de los “cerebros” detrás de cada candidato. Y hasta da la casualidad que algunos son los mismos que hace unos 15 años atrás buscaban llevar a un cliente a la Casa de Gobierno, como es el caso del publicista Ramiro Agulla, contratado por Sergio Massa.

La elección de los colores, el diseño de los afiches, las poses de los precandidatos, los nuevos formatos destinados a “pegar” en las redes sociales y que “se hable” de ellos -o más bien- de que se los mencione de determinada manera en determinados segmentos de la población es lo que -hasta ahora- predomina en estas pre-campañas.

Es cierto que el moderno “marketing” político ha estado presente en la democracia argentina como la conocemos desde su mismo punto de partida, con la campaña que llevó a Raúl Alfonsín a la Presidencia en 1983. Es un dato conocido que el líder radical confió su comunicación a expertos -algunos provenientes del ámbito publicitario- y que utilizó encuestas para afinar su discurso y su estrategia.

Pero más allá de esta característica, el marketing en ese y otros casos acompañó a un dirigente de peso que supo cómo llegar a la Presidencia y dejar su marca en la sociedad. Quizás sólo en el caso de Fernando de la Rúa, las técnicas y pirotecnias de campaña superaron a la política, estuvieron por encima de ella.

Habrá que dejar rodar un poco más esta campaña, aguardar a que los ejes y los precandidatos comiencen a decantar y a definirse para ver si -efectivamente- la política volvió para quedarse o si lo único que permanece es el marketing.

Deuda: otra política de Estado

Hace pocos días se cumplieron diez años del primer discurso de Néstor Kirchner ante la Asamblea Legislativa, en ocasión de la apertura de sesiones ordinarias del Congreso. Allí, el expresidente afirmó:

“La Argentina no ha tenido desde hace demasiado tiempo un proyecto. Su proyecto de país que le garantice un crecimiento económico con equidad, sustentable, ese es nuestro primer problema. Afrontamos una gigantesca e impresionante deuda y sufrimos un altísimo e insoportable nivel de exclusión social, estos son los otros dos problemas que se derivan del primero”.

(…)

“La historia más reciente tornó usual la aplicación al problema del endeudamiento de una visión presidida por las necesidades de la coyuntura, tomándola como un tema del gobierno y no como una cuestión de la sociedad, de modo que los sucesivos gobiernos parecieron elegir el camino de simplemente postergar hacia el futuro los vencimientos”.

“El concepto consistente en la idea de simplemente durar en el gobierno, culminar un mandato, presidía los razonamientos y descargaba en el futuro y en los futuros gobiernos, los problemas. Sucesivos nombres se fueron instalando como supuestas soluciones basadas en la renovación de los plazos, el incremento de los intereses y la postergación de los pagos.

(…)

“Y así nos fue. Sostener un rígido sistema cambiario en base a la profundización del endeudamiento aceleró la caída pues, como era previsible, los recursos no llegaron siquiera a alcanzar para mantener el pago de los intereses”.

“Por este camino la Argentina terminó pagando muy caro lo que ni siquiera recibía, intentando comprar tiempo, pagando enormes ganancias a los prestamistas, a sus socios locales y a sus propagandistas, pero sepultando sus posibilidades de futuro bajo una inmensa montaña de papeles de deuda. No somos el gobierno del default. No queremos repetir los viejos errores ni eludir la responsabilidad histórica. No queremos persistir en el default, pero la más fría racionalidad indica que las recetas del pasado no pueden aplicarse”.

(…)

“El pueblo argentino debe saber que no nos proponemos elegir el camino fácil de comprometer cualquier salida confiando en que los vencimientos le sobrevendrán al próximo gobierno. Como debe también saber que el camino elegido no es un camino fácil, ni exento de riesgo ni ausente de presiones. Debe saber que importantes intereses económicos tratarán de torcernos el brazo, desviarnos del camino, confundirnos el rumbo”.

(…)

“Este gobierno, con racionalidad y toda la prudencia del caso, seguirá principios firmes de negociación con los tenedores de deuda soberana intentando salir del default sin poner en riesgo el crecimiento que las cuentas nacionales y todos los indicadores evidencian. Sabemos que nuestra deuda es un problema central. Pero no pagaremos de cualquier modo. No se trata de ideologías, no se trata de capricho, temeridad, verborragia, inflexibilidad o como quieran llamarle. Se trata de una fría y racional lectura de los números y de la economía. Se trata de asumir con realismo lo que la situación indica. Lo irracional, lo que parece fruto de la más embriagada fantasía, es el tamaño de nuestra deuda. Lo irresponsable y ausente de buena fe fue contraerla.

Tenemos la certeza de que recibiremos una y mil presiones. Sabemos que nos pondrán obstáculos que deberemos superar. Pero sabemos el inmenso apoyo que nuestra defensa de los intereses nacionales tiene en la gran mayoría de nuestro pueblo. No vamos a aflojar”.

Los planteos de Kirchner formulados hace diez años fueron ratificados en varias oportunidades por el Congreso con el voto de legisladores de distintos partidos. También, de alguna manera, fueron refrendadas por el Poder Judicial, que rechazó en la Argentina pretensiones de los fondos buitre. La posición argentina por la deuda pública parece ser a esta altura lo más parecido a una política de Estado.

El jueves próximo, la Corte Suprema de los Estados Unidos definirá si para la legislación de ese país los fondos buitre que rechazaron hasta el momento tres oportunidades ingresar a un canje de deuda pública tienen razón o si la posición argentina en contrario merece ser analizada.

Se trata de un tema al que mira el mundo. Los países sudamericanos apoyaron en reiteradas oportunidades la posición argentina. La Casa Blanca ya dijo a viva voz que la cuestión le preocupa. La lectura de las agencias y los diarios internacionales especializados en finanzas revela que se trata de una cuestión relevante a nivel global porque otros países con abultadas deudas -ahora en Europa- podrían verse en el futuro en situaciones similares. El Club de París dio una señal reciente de que no considera al país un “deudor recalcitrante”, como dijo un magistrado norteamericano, sino una Nación con la que se puede llegar a acuerdos duraderos.

Si la Corte Suprema norteamericana le da la espalda, la Argentina puede quedar en la insólita situación de tener que entrar en “default técnico”, cuando ha venido cumpliendo la hoja de ruta marcada por Kirchner diez años atrás: crecer con mejora de sus indicadores laborales y sociales y al mismo tiempo hacer frente a los pagos de su deuda.

Si, en cambio, el máximo tribunal de Estados Unidos acepta analizar el caso, las definiciones podrían llegar recién el año próximo, cuando el país se encuentre ante una nueva renovación gubernamental. Y la historia será nuevamente otra.

¿Y por qué tanta crispación?

En lo que va de los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner suele hablarse del regreso de ciertos debates políticos y de una mayor “pasión” o hasta “tensión” en torno a una serie de temas en la agenda pública.

Un elemento que explica el porqué de la mayor intensidad en los debates han sido una serie de políticas y acciones que implicaron una mayor presencia del Estado en la economía que la que se verificó durante las décadas del 80 y 90.

Otro elemento que puede ayudar a entender esta “crispación” ha sido la vigencia de políticas redistributivas. Para evaluar su impacto, resulta útil la lectura del trabajo “Gran Buenos Aires: Polarización de ingresos, clase media e informalidad laboral, 1974-2010”, de Fernando Groisman, publicada en la edición de abril pasado de la Revista de la CEPAL.

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Una larga lista de esperanzas blancas

El precandidato del Frente Renovador en la provincia de Buenos Aires, Sergio Massa, puede ser definido apenas como “un intendente”, tal como lo hacen algunos analistas y también como prefiere definirse él mismo. Uno más de “20 intendentes” que ahora presentan una opción para enfrentar al oficialismo.

Se puede hacer más compleja la caracterización. ¿Qué intendente ha administrado durante tantos años el monto de fondos “nacionales” que maneja la ANSES? ¿Qué intendente ha llegado al cargo más alto del Gabinete nacional? ¿Cuántos jefes comunales han encabezado un club de fútbol de Primera División? ¿En qué municipio se han realizado eventos culturales, deportivos, sociales con tan importante nivel de difusión como en Tigre?

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Mariposa Tecknicolor

En la Argentina, una de las fortalezas de un movimiento político está en su capacidad de amalgamar sectores, estilos y miradas diversas -temáticas pero también, y sobre todo, territoriales- sobre la realidad. A la vez, complementar esa diversidad, esos coloridos, bajo un eje de acción común. Se trata de dos movimientos nada fáciles de conjugar.

El oficialismo ha perdido aliados en los últimos años. Hugo Moyano y un sector de la CGT es uno de los más notorios. Sumó, también es cierto, una militancia juvenil con la que no contaba en 2010.

Se habla mucho de la lista “multitarget” que encabeza Sergio Massa. Integrada por intendentes, una periodista especializada en jubilados, un industrial, algunos sindicalistas, algún representante agrario y un actor. Y de la fortaleza que puede tener un planteo “diverso”.

Del otro lado, se contrapone un oficialismo supuestamente monolítico, monocolor, monocorde y fundamentalista. ¿Es tan así? La presentación de listas del oficialismo que encabezó la presidenta Cristina Kirchner sirvió para al menos matizar esa visión.

La jefa de Estado se mostró cerca de Daniel Scioli, un dirigente que -los propios kirchneristas más acérrimos lo han señalado varias veces- no cultiva el mismo estilo de la jefa de Estado.

En el palco se vio a gobernadores que no tienen la misma trayectoria o mirada de la realidad que las organizaciones juveniles y de derechos humanos que apoyan a Cristina, como Gildo Insfrán o José Alperovich. Estaba el gobernador salteño, Juan Manuel Urtubey, quien ha manifestado diferencias con políticas de la Casa Rosada.

También se pudo ver, por ejemplo, al flamante ministro de Defensa, Agustín Rossi, compartiendo palco con el precandidato a diputado y ex gobernador Jorge Obeid, de distintos sectores del PJ Santafesino. O al secretario de Seguridad, Sergio Berni, quien parece tener un estilo y una miradas diferentes que, por ejemplo, la diputada Juliana Di Tullio. El primer candidato a diputado por el oficialismo bonaerense, Martín Insaurralde, tiene de hecho varias características similares a las de su rival Sergio Massa. Y una mirada rápida podría notarlo más parecido a su competidor que a su compañero de lista Carlos Kunkel.

“Cuando Néstor Kirchner le dio forma al Frente para la Victoria a nivel nacional fue para contener la diversidad. Y yo mismo soy una expresión de la diversidad y la amplitud del Frente para la Victoria”, señaló hace pocos días Scioli.

En la capacidad de poder expresar estas dos vertientes, las de la diversidad y de unidad de acción, se jugará parte de la suerte del oficialismo en las próximas elecciones legislativas.