Las palabras mágicas

“Esta elección está polarizada hace tiempo. Más allá de los nombres está polarizada entre continuidad y cambio”. El razonamiento lo expresó el precandidato presidencial y senador por la UCR Ernesto Sanz en declaraciones a una radio porteña este fin de semana.

De fondo, en el esquema planteado por Sanz está, por un lado, la justificación de la estrategia electoral de la UCR. En primer lugar, la alianza con el PRO, de Mauricio Macri, y la Coalición Cívica, de Elisa Carrió, como representación de un polo opositor competitivo. Este sería entonces el espacio del “cambio”, en contra de la idea de “continuidad” expresada por los precandidatos del Frente para la Victoria.

El segundo elemento que surge de las palabras de Sanz sería que la propuesta del Frente Renovador, de Sergio Massa, a la que la Convención Nacional de la UCR -por ahora- le cerró la puerta a nivel nacional se quedaría a “mitad de camino” entre el cambio y la continuidad y, por lo tanto, no tendría lugar en la propuesta radical.

La idea del polo del “cambio” contra el de la “continuidad” seduce a Macri, quien lanzó un sitio web con una serie de frases estilo “new age” muy en línea con la tradición de campaña del PRO porteño, pero en el que la única palabra que se resalta es “cambiar”.

Visto de esa forma, el escenario tampoco parece disgustar al oficialismo, que se siente más cómodo planteando claras diferencias con Macri, que las más difusas que muchas veces muestra con los intendentes del Gran Buenos Aires que aún se alinean con Massa, a varios de los que ya les entró la duda de si volver al Frente para la Victoria -lo que hizo el jefe comunal de Escobar, Sandro Guzmán- o pasarse a las filas de Mauricio Macri -la vía que tomó el radical de San Isidro, Gustavo Posse-.

De todos modos, lo que veremos desplegarse en los próximos meses es una operación llena de complejidades, como es dotar de contenido a qué significa en este momento en la Argentina “continuidad” y qué significa “cambio”. Cuánto y de qué forma cambiar o no las políticas públicas que funcionan desde hace algunos años en la Argentina.

En las más recientes elecciones presidenciales en la región, algunos candidatos opositores optaron por plantear una especie de “cambio moderado” o más bien un cambio que diera continuidad a varias políticas que contaban con apoyo social. Lo hizo con bastante buen desempeño Henrique Capriles en Venezuela -con su frase ”no soy la oposición sino la solución”. No tan buena suerte corrieron la brasileña Marina Silva y el uruguayo Luis Lacalle Pou -”Por la positiva” fue su slogan.

Así, hubo comicios en los que hubo una mayor polarización discursiva, como fue la última elección brasileña, donde la opción “moderada” de Silva quedó a un costado y el opositor Aécio Neves levantó con fuerza las banderas del “cambio”. Eso obligó a una muy fuerte revindicación de las políticas desplegadas por el Partido de los Trabajadores (PT) durante la última década, por parte de la presidenta Dilma Rousseff, pero también del líder partidario Lula Da Silva.

Por ahora, Macri hace un cierto equilibrio. Por ejemplo, dijo hace algún tiempo que está a favor de algunas banderas del Justicialismo y evitó pararse, al menos desde lo discursivo, en un rechazo frontal a las políticas de Cristina Kirchner.

Del lado del oficialismo la idea de optar por la “continuidad” aparece como más clara, pero no son pocas las señales que se ofrecen de que hay capacidad de cambiar de cara a algunos sectores sociales que exigen modificaciones de políticas. No es sólo la imagen de “moderación” que ofrece Daniel Scioli. También el ministro Florencio Randazzo con su énfasis en una gestión eficiente y cercana en el sistema de transporte y de la documentación personal.

Sin embargo, también la presidenta Cristina Kirchner mostró durante el mes que terminó varios guiños al “centro” del tablero político. Uno de esos gestos fue el acuerdo con la Federación Agraria Argentina (FAA) por compensaciones a productores, medida que de hecho partió a la Mesa de Enlace. Entre la batería de medidas que anunció pocos días atrás, también hubo lugar para el fomento al consumo de heladeras y un esquema de descuentos al consumo que entrarán en vigor con la tarjeta SUBE, junto con un plan de pagos generoso para morosos con la AFIP.

Para determinar el ritmo de este complejo baile entre cambio y continuidad será clave el contexto con el que se llegue al mes de octubre. En ese sentido, la velocidad con la que se desplieguen las variables económicas y el clima que se sienta en los hogares en cuanto al consumo no resultará un elemento menor para definir los discursos partidarios.

¿+a vs. la región?

No fue una sorpresa que el discurso que llevó a Washington el líder del Frente Renovador, Sergio Massa, chocara con posiciones del gobierno argentino, encabezado por la presidenta Cristina Kirchner. Sin embargo, resultó llamativo que sus palabras fueran tan diferentes de los habituales planteos que realizan los gobiernos del Mercosur y la mayoría de los mandatarios sudamericanos.

En una entrevista que concedió a la cadena CNN en la capital norteamericana, Massa expresó su posición personal sobre los conflictos políticos que se registran en Venezuela.

Allí le reclamó a “todos los países de la región” que le exijan a la Organización de Estados Americanos (OEA) intervenir mediante la aplicación de la llamada Carta Democrática Interamericana en el caso de Venezuela.

Massa consideró además que en Venezuela se producen “violaciones constantes a los derechos humanos”. En forma paralela, el diputado por el Frente Renovador evaluó que la Argentina y Estados Unidos deben tener una relación “profunda y seria” porque son “parte de una misma región”.

Los actuales gobiernos sudamericanos no tienen la misma posición sobre Venezuela, ni consideran a los Estados Unidos como parte plena de su “misma región”. En todo caso, señalan que su “región” la integran sus vecinos directos, los integrantes de la Unasur o los países latinoamericanos ahora reunidos en la Celac.

La posición de Massa es diferente de planteos de los presidentes sudamericanos, quienes se ocuparon de destacar la legitimidad del gobierno venezolano y al mismo tiempo de rechazar protestas violentas en ese país.

La flamante mandataria chilena, Michelle Bachelet, dijo el mes pasado al referirse a la situación de Venezuela: “jamás apoyaremos ningún movimiento que de manera violenta quiera derrocar a un gobierno constitucionalmente electo”.

A su vez, Dilma Rousseff advirtió que en Venezuela “es mucho mejor el diálogo que la ruptura institucional” y se ocupó de destacar que “Brasil no puede decir lo que ellos tienen que hacer”. Además resaltó algo que en varios de los interlocutores que el diputado Massa tuvo en Washington no parece muy claro: “Venezuela no es igual a Ucrania”, subrayó.

También hace algunas semanas, el presidente uruguayo, José Mujica, se mostró en contra de “cualquier injerencia del exterior, sea quien sea, en los asuntos de la sociedad venezolana”.

El líder del Partido de los Trabajadores brasileño, Lula Da Silva, por su parte, dijo hace algunas semanas en Cuba que el presidente venezolano, Nicolás Maduro “es un hombre muy bien intencionado” e instó a la “paz” en el país caribeño.

Las posiciones fueron similares a las de la presidenta Cristina Kirchner, quien pidió “respetar la democracia” en Venezuela y consideró que si a la oposición de ese país no le “tocó ganar las elecciones, habrá oportunidad en un próximo turno electivo de presentarse nuevamente”.

Con matices, el planteo también incluyó a sectores de la oposición en la Argentina. El Partido Socialista, encabezado por Hermes Binner, planteó su “absoluto apoyo a la defensa del orden constitucional” en Venezuela y destacó la importancia de respetar “la voluntad soberana del pueblo, expresada en las urnas hace pocos meses”.

También el planteo de Massa sobre Venezuela fue diferente de lo decidido por el Consejo Permanente de la OEA. El organismo rechazó la semana pasada una propuesta de Panamá para tratar la cuestión de las protestas en ese país con el respaldo de 22 países, tres votos en contra y nueve abstenciones. El expresidente colombiano Alvaro Uribe aseguró que entre las abstenciones, se contó la del gobierno de su país, que encabeza Juan Manuel Santos.

Las diferencias de Massa con el discurso habitual en la región también se vieron con respecto a la cuestión del Mercosur. Un periodista del diario The Washington Post con el que dialogó dijo que entre las intenciones del líder del Frente Renovador están “modernizar” el bloque regional. Además, según consignó Infobae, Massa señaló que, a su entender, la Argentina debe tener “un nuevo rol en un nuevo acuerdo del Pacífico”. Se trata de una serie de términos que no están en el vocabulario habitual de los jefes de Estado o las diplomacias de los países que integran el Mercosur desde hace varios años.

El exintendente de Tigre ha dicho muchas veces que “viene una época de construcción; el tiempo de los albañiles de la política, no para tirar todo abajo y empezar de nuevo sino para poner un ladrillo arriba para que a Argentina le vaya bien”. Pensando en la política exterior ¿será así en realidad?

Que las hay, las hay

Dirigentes tan disímiles como la presidente Cristina Kirchner, la líder de la Coalición Cívica, Elisa Carrió, y el jefe del partido MILES, Luis D’Elía, hablaron en los últimos días de sectores que buscarían un final anticipado del actual gobierno.

Lo hicieron a partir de las declaraciones en las que Mauricio Macri aludió a la existencia de un “círculo rojo” en el país, que integran personas “del hacer” y “del pensar” entre las que no descartó que estén incluidos los dueños del Grupo Clarín.

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América: ¿el 13 trae suerte?

Repasemos la situación política que enfrentan en lo que va de 2013 los presidentes sudamericanos, a los que vale la pena agregar la suerte del mexicano Enrique Peña Nieto, mandatario de uno de los tres mayores Estados al sur del Río Bravo. Comencemos por la llamada “Alianza del Pacífico”, un agrupamiento de países que buscó presentarse como la contracara del Mercosur y al que Washington ve con buenos ojos:

Esta semana se conoció una encuesta de Gallup, según la que el presidente de ColombiaJuan Manuel Santos, cayó en la consideración pública del 46 al 21%. En el centro del malhumor social aparece la actitud del Gobierno frente a una protesta de campesinos: el 81% de los consultados dijo que desaprueba cómo actuó el jefe de Estado frente a esa cuestión. En Perú, se difundió el mes pasado una encuesta de la consultora GFK que determinó una merma en la aprobación de Ollanta Humala del 32 al 26%. El 54% se mostró de acuerdo con la idea de que el presidente “no combate la delincuencia”, el 51% evaluó que “no cumple con sus promesas”, en tanto que el 48% se mostró preocupado porque “los precios están subiendo”. En tanto, IPSOS-Perú detectó una caída de 4 puntos en la imagen de Humala, que quedó en torno al 29%. “No gobernamos con encuestas, eso déjenlo para los opinólogos”, replicó el presidente.

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