En un pasaje de Gone with the Wind, Scarlett O’Hara llora desconsoladamente la muerte de su marido número dos, con quien se había casado por interés y a quien le había hecho la vida imposible. Un incrédulo Rhett Butler la sondea sobre su llanto. ¿Es posible que la inescrupulosa Scarlett esté lamentando altruistamente la muerte de Mr. Kennedy? Pero la explicación de Scarlett está mucho más en línea con su personalidad: “¡Es que tengo miedo de ir al infierno!”
Una disyuntiva similar puede trasladarse al campo del cumplimiento tributario. ¿Pagamos impuestos motivados por nuestro sentido moral, o más bien por miedo a la autoridad tributaria?
En la literatura económica, el debate está abierto. Por un lado, el enfoque clásico de “disuasión”, enfatiza que los contribuyentes deciden si y cuánto pagan impuestos de la misma forma en la que abordarían cualquier decisión riesgosa, es decir, evaluando beneficios y costos de forma de maximizar la ganancia esperada. Por otro lado, enfoques más modernos priorizan aspectos de comportamiento y culturales que hacen a la “moral tributaria”.
En un estudio reciente aportamos evidencia empírica a la disyuntiva, realizando un experimento en el municipio de Sucre, en Venezuela, sobre la base de un impuesto local a las empresas. Básicamente, con la cooperación del ente de control enviamos a las firmas cartas con diferentes mensajes para ver su impacto.
La primera carta buscaba testear si los contribuyentes reaccionan a un mayor control de la autoridad tributaria. La segunda y tercera cartas exploraban el efecto de la reciprocidad, es decir, si los contribuyentes se sienten motivados a cumplir porque sus impuestos financian bienes públicos que valoran. La cuarta carta apelaba al sentido de moral tributaria, exaltando sobre todo “la responsabilidad y compromiso” de los contribuyentes.
Y la quinta carta era un placebo: comunicaba la nueva dirección del ente recaudador, su teléfono de contacto y su página web – información común a todas las cartas anteriores.
¿Cómo respondieron las firmas? Los resultados sugieren que el control es el factor más promisorio para incentivar un mayor cumplimiento tributario, seguido por la reciprocidad en el caso en que los bienes públicos benefician directamente al contribuyente. Pero los resultados de las cinco cartas no eran significativamente diferentes entre sí.
Pareciera, entonces, que lo que importa para el mayor cumplimiento tributario es el contacto de la autoridad tributaria con los contribuyentes, independientemente de lo que diga. Este efecto parece mayor en las firmas pequeñas, posiblemente porque no están acostumbradas a este contacto. Para ellas, recibir una carta del ente recaudador puede haber creado la sensación de estar bajo su radar y enfrentar una mayor probabilidad de detección y castigo.
Aún cuando el contenido de las cartas parece tener cierta relevancia, el temor a la autoridad aparenta ser la motivación principal detrás del cumplimiento tributario. Los contribuyentes, al fin y al cabo, parecen asemejarse bastante a la calculadora Scarlett.