Con las obvias e importantes diferencias entre las respectivas épocas históricas, la situación de confusión ideológica y horizontalización política que atraviesa hoy el peronismo tiene algunos puntos de contacto con el momento posterior a la derrota electoral de 1983, que dio origen a la etapa de la renovación.
Este escenario abre una oportunidad para impulsar una nueva actualización doctrinaria y programática, a fin de colocar al peronismo en sintonía con esta época histórica. Esto implica elaborar una visión estratégica y un mensaje orientados al futuro, capaces de enterrar al kirchnerismo y restablecer los puentes entre el peronismo y vastos sectores de la sociedad argentina.
En los primeros años de Raúl Alfonsín, el peronismo no sólo supo desentrañar las causas de su derrota de 1983 y separar a los “mariscales de la derrota”, sino también, y fundamentalmente, captar el espíritu de la época. Esto le permitió asimilar las novedades propias de esa nueva era para incorporarlas en un proyecto superador al planteado por el alfonsinismo.
Desde el apoyo al “sí” en la consulta popular sobre el laudo papal en el conflicto del Beagle (contra la actitud negativa de la conducción partidaria) hasta el respaldo al Gobierno en las jornadas de la Semana Santa de 1987, la renovación mostró las existencia de un peronismo respetable para el conjunto de la sociedad y respetado particularmente por los no peronistas, tal como señaló Domingo Perón en 1972. Continuar leyendo