Al revisar las noticias de la semana que pasó, da la impresión de que en Colombia no se le ha dado suficiente importancia al informe de inteligencia sobre el inminente atentado al ex presidente Álvaro Uribe y al fiscal Montealegre. Sobre todo, parece que no se le ha concedido la importancia que merece; el silencio de los miembros de las FARC que se encuentran en La Habana, o su simple referencia al hecho como un chisme, y la actitud del presidente Juan Manuel Santos que, primero, responsablemente, ordenó a su ministro de Defensa que le informara al ex presidente, pero después lo contradijo, diciendo que se trataba de un informe viejo. Todo esto además, cuando se celebraba, pocos días antes, un acuerdo de participación política en el que el gobierno se comprometía a brindarle a las FARC todas las garantías que pedían para ejercerla de forma segura.
¿Y si lo que se está creando es un partido político con un brazo armado, sobre el que los miembros de ese partido, aparentemente, no saben nada y por ende no se hacen responsables de sus actos? Un escenario así sería peor que todos los años de guerra. ¿Se imaginan a congresistas barriendo a la oposición a punta de bombas y balas, y de paso, patrocinando sus campañas con los ingresos de la empresa más lucrativa del país actualmente, como es el narcotráfico? Maduro y Chávez, les quedarían en pañales.