¿La única esperanza?

Hay una pregunta respecto a todo este movimiento de legalización de la marihuana que no deja de inquietarme desde hace unos días. Después de tantas décadas en que la guerra contra las drogas no ha hecho más que dejar un reguero de sangre sin ningún tipo de resultado positivo en el plano del consumo, de repente el gobierno federal comienza a permitir que se den pasos concretos en el plano estatal, para la legalización. Yo me pregunto, ¿será porque se han dado cuenta que la “guerra” no tiene sentido, o será porque los Estados Unidos la ha comenzado a producir? Si la respuesta es la segunda opción, estamos ante otro de esos actos de hipocresía, en los que los países pequeños se ven aplastados por las potencias. Uno de esos actos que terminan siendo abono de confusión, para esos discursos que pronuncian las bocas de los Chávez, Castro, Maduro, Correa, o cualquiera que sea el gobernante de turno que tiene la necesidad de ocultar la ruina que ha causado, o su corrupción, con alguna excusa de tipo imperial.

¿Será posible que todo lo que motive las políticas con respecto a los estupefacientes sea y siempre haya sido la economía? ¿Algo así como si el dinero se queda aquí entonces que se legalice, si el dinero sale de aquí entonces que se prohíba? Tal vez esté exagerando. Los Estados Unidos ha demostrado en muchas ocasiones estar movido por intereses altruistas, en los que sus ciudadanos lo han dado todo por la libertad de otros. Después de todo, se trata de un país que históricamente ha recibido y protegido a personas perseguidas, a oprimidos, a maltratados, y le ha abierto las puertas ofreciéndoles la oportunidad de vivir teniendo las mismas oportunidades que todos. Sin embargo, también se nota a veces un doble rasero, como el que los mueve a criticar, con razón, a un opresor latinoamericano, mientras no sale ni una palabra de crítica sobre la inmensidad de abusos que se cometen en Arabia Saudita, por citar un ejemplo.

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