Seguramente usted ha comprendido que hago uso de un recuerdo y a modo de metáfora pretendo entrar en el mundo de la economía, ciertamente la de Argentina y, claro está, para referirme al momento que estamos atravesando. Un momento verdaderamente histórico para quienes nacieron de los años treinta en adelante y comenzaron a ejercer sus obligaciones cívicas a partir de mediados de los años cuarenta del siglo pasado. Es histórico porque es la primera vez que llega a la Presidencia, desde entonces, un argentino que no es peronista, que no es radical y que no es un militar.
Todo un acontecimiento para celebrar. Y que debe ser coronado por el éxito para lograr que el sistema que es definido por la Constitución Nacional no sea otra vez reemplazado por ideologías que, una vez instalados sus representantes en el poder, se apropian del Estado para convertirlo en instrumento de sus propios intereses y de la parte de la ciudadanía que resultaba funcional a estos.
Por eso la referencia al péndulo. Cuando los populistas gobernaron, lo hicieron produciendo transferencias de ingresos a los sectores urbanos y en contra de la producción rural. Los instrumentos eran la sobrevaluación cambiaria y el déficit presupuestario, lo que daba lugar a políticas monetarias expansivas, incentivaban el consumo y desestimulaban la inversión. Esto seguía mientras no se producía la crisis de balance de pagos, que impedía mantener el nivel de reservas y la actividad industrial. El proceso hacía eclosión y era el turno de la racionalidad económica. Continuar leyendo