Siempre me pareció un personaje muy rico Cristiano Rattazi, no por su capacidad industrial ni por el peso que tiene en las decisiones del país, sino porque es sincero. Dice los que los otros “miembros de su club” esconden.
Ratazzi, en su nuevo rol de constitucionalista, dice que se avasalla la carta magna cuando no lo dejan importar. Explica que no se reconoce la diferencia de un tornillo a un tornillo de titanio. Remata con la necesidad de una industria automotriz poderosa, sin importar de dónde vienen sus insumos.
Es así como tenemos una industria automotriz que fue para atrás, ya que la integración nacional es de un 20% y el 80% del auto es importado, algo más que un tornillo de titanio o de oro. Es decir que de cada 5 autos, 1 es íntegramente nacional. En la década del 70 la integración era del 85%. En 1973 se produjeron 300 mil autos, es decir 220 mil unidades totalmente argentinas. Si en el 2013, llegamos a un millón de autos con esta integración, serían unos 200 mil autos 100% nacionales, 10% menos que hace 40 años. Si relativizamos estos números a la población, en el 73 hacíamos 1 auto cada 76 habitantes, y en el 2013, haríamos 1 íntegramente nacional cada 200 habitantes.