Existe expectativa en el país por lo que el influjo de la nacionalidad y, sobre todo, de la personalidad del nuevo Papa pueda hacer para desmontar la crispación política y la artificial polarización de los últimos años.
De pronto, algunos kirchneristas descubren que la opción de Jorge Bergoglio por los pobres no era declamativa. Quizá en adelante dejen de arrogarse la exclusividad –en el plano discursivo, aclaremos- de la sensibilidad social, los derechos humanos, la justicia, etcétera; todos conceptos de los que se sienten dueños, pese a lo magro de las realizaciones que pueden exhibir en esas materias.