Uno de los acuerdos sustantivos de la visita de la Presidenta de la Nación a China ha sido la posible adquisición llave en mano de una central nuclear. Una cuestión importante destinada a aumentar la generación energética de origen nuclear pero, a la vez, que merece cuidadosa reflexión. La construcción de un reactor de potencia no es similar a cualquier otra obra industrial. Existen, en cambio, una amplia variedad de temas tecnológicos sensibles como de naturaleza geopolítica a tener en cuenta. Consecuentemente, la decisión final, por el alcance y consecuencias en el tiempo, debería ser materia de previa consideración del Congreso de la Nación.
Por lo pronto el acuerdo firmado confunde. Hace poco tiempo, en oportunidad de la visita del Presidente de China a Buenos Aires, ambas partes parecían orientarse al suministro chino de un reactor Candu de agua pesada y uranio natural, básicamente similar a Embalse (comunicado de prensa Ministerio Planificación). Sin embargo, sorpresivamente el texto acordado en Beijing hace referencia a una tecnología muy distinta. La opción del reactor nucleoeléctrico ACP 1000, refrigerado con agua liviana presurizada y con elementos combustibles con uranio enriquecido, no puede ser más diferente. Este cambio repentino de opción tecnológica, permite dudar que el tema haya sido analizado con el suficiente cuidado. Continuar leyendo