Los cristianos en Medio Oriente, que representan un mosaico diverso de ritos, se encuentran bajo una grave amenaza de supervivencia ante la abierta hostilidad de islamistas radicalizados. Las persecuciones y discriminaciones en Irak y Siria son las más apremiantes. En la ciudad iraquí de Mosul, se produjeron quema de iglesias, crucificciones y la Diócesis ha quedado diezmada. El Papa Francisco hizo un reciente dramático llamamiento a la convivencia ante situaciones críticas en Irak pero que se extienden, en distinta forma, en toda la región. El Secretario General de Naciones Unidas, ha indicado que los ataques a cristianos podrían “constituir un crimen contra la humanidad”.