El mundo enfrenta una condenable situación de violencia contra la mujer que requiere ser tratada con urgencia y con mayor efectividad. La Argentina, lamentablemente, es aún parte de ese cuadro global que registra índices alarmantes de desigualdad, exclusión, violencia, intimidación y discriminación. La marcha del 3 de junio, bajo el lema #NiunaMenos, es una expresión de rechazo a una tragedia que debe ser erradicada con determinación y que urge ser encarada en un nivel político, social y cultural. También en el terreno internacional y en particular en América Latina.
La violencia contra las mujeres en todo el ciclo de vida es una de la más vergonzosas violaciones a los derechos humanos. En el mundo el 35% de las mujeres ha experimentado, según la ONU, algún tipo de violencia física, psicológica y sexual. Cuatro millones de personas, la mayoría mujeres y niñas, son víctimas planetarias de trata cada año. Según la OIT, más de 12 millones, principalmente mujeres, padecen situaciones laborales similares a la esclavitud. En América latina, donde la pobreza tiene rostro de mujer, el 56% se encuentra en la informalidad laboral. Casi un 70% sufren o han sido afectadas por la violencia de género. Son cifras que conmueven e indignan. Sin embargo, la lista de datos aberrantes podría extenderse por varias páginas. Continuar leyendo