La decisión de Argentina de dar asistencia humanitaria con Cascos Blancos a refugiados sirios en el Líbano es correcta y oportuna, en particular tratándose de un país que se benefició con una corriente migratoria siria y libanesa de gran importancia y significación. La situación y el número de los refugiados sirios con motivo de la guerra civil son alarmantes y se necesita apoyo de toda la comunidad internacional. En el 2016, la cifra alcanzó los cinco millones, el 25% de la población siria, lo que convierte a estos desplazamientos en uno de los mayores éxodos de la historia. Líbano ha sido de los más afectados y hoy es el país con mayor cantidad de refugiados per cápita del mundo.
Era hora de que la Argentina retomara la impronta de la diplomacia humanitaria en una región desbordada por los acontecimientos y con millones de personas desplazadas y refugiadas. La misión de Cascos Blancos, junto al Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur), actuará en el campo de refugiados de Bekaa y responde a las necesidades detectadas por el Líbano y el Acnur. Incluye una unidad sanitaria y, entre otras cuestiones, la presencia de expertos en agua y saneamiento. Continuar leyendo