Siria se ha sumergido en un espiral de crueldad y violencia con graves consecuencias humanitarias. Ante ese panorama desolador, el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas ha adoptado por unanimidad una resolución destinada a impulsar asistencia humanitaria y detener los excesos condenables contra la población civil de los tres años de combates militares continuos e indiscriminados. Era hora que lo hiciera. El texto de la resolución 2139 (2014) insta a todas las partes, en particular al gobierno de Damasco, a permitir a las agencias humanitarias de la ONU acceso y transporte de ayuda humanitaria con rapidez, seguridad y sin obstáculos a cualquier zona conflictiva. Asimismo, llama a levantar los asedios en áreas pobladas y a detener toda hostilidad contra los civiles.
Resulta desilusionante y preocupante que una resolución de esta naturaleza fuera necesaria cuando lo que reclama la disposición es lo que ya prescribe expresamente el derecho internacional humanitario y en particular los Protocolos de Ginebra. Sin embargo, fue el grado dramático de violación de la normativa internacional lo que exigió al Consejo de Seguridad adoptar una reafirmación de conductas humanitarias elementales de todo conflicto armado.