Uno de los acuerdos sustantivos de la visita del presidente de Rusia, Vladimir Putin, ha sido la posible adquisición llave en mano de una nueva central nucleoeléctrica. Una cuestión muy importante para aumentar la generación energética nacional de origen nuclear, pero que a la vez merece una cuidadosa reflexión, tanto desde el punto de vista tecnológico como político. La construcción de un reactor de potencia no es similar a cualquier otra obra industrial. Existen, en cambio, una amplia variedad de temas tecnológicos sensibles por su naturaleza geopolítica. La decisión final, por su alcance y consecuencias en el tiempo, debería ser materia de previa consideración del Honorable Congreso de la Nación.
Desde una perspectiva técnica, el hecho de que la Argentina abra una nueva línea de desarrollo tecnológico en su programa nuclear es de por si una decisión, cuanto menos, llamativa. ¿Se necesita incorporar una tercera tecnología nuclear sustancialmente diferente a las dos en operación en Embalse y Atucha I y II?