En Argentina delinquir es gratis

En cualquier otro país, Chile, Uruguay, Brasil, España, Italia, Sudáfrica, Taiwán o los Estados Unidos, elija el que le guste, quien comete un delito va preso. Por supuesto, esto no llama la atención de nadie. Es la regla. En nuestro país, contrariamente, no sucede así. La regla es que no vaya preso quien delinque; en todo caso, eso sería una excepción. Luego, al revés de lo que sucede en cualquier otra parte del mundo, en Argentina la excepción es regla y la regla es la excepción. Por eso, lo que no sorprende en nuestro sistema judicial es que nadie vaya preso.

Resulta difícil determinar cuándo empezó esta cultura. Seguramente, Raúl Zaffaroni haya sido un abanderado en este tránsito. Sin embargo, su máxima expresión la encontramos con lo que se ha dado en llamar Justicia militante. Fiscales como Javier De Luca, verbigracia, integrante de dicha agrupación, quien ha sido explícito al afirmar que el Código Penal debe servir, antes que nada, no para castigar a quien infringe la ley, sino para proteger al ciudadano del poder punitivo del Estado. O el fiscal Alejandro Alagia, también simpatizante de dicha sector, quien destacó que lo positivo del otrora proyecto de reforma del Código Penal que impulsara Zaffaroni es que se trataba de “una declaración de desconfianza, pero hacia las penas”. Continuar leyendo

Hora de combatir la corrupción

Pasó la década kirchnerista, y una de las huellas más profunda que dejó es en lo que respecta a Justicia y corrupción. No es ninguna novedad que las instituciones fallaron. Desde ya que no fue algo casual. En todo caso, fue una estrategia muy bien pergeñada. El Congreso de la Nación desvirtuó su rol y se convirtió en prácticamente una escribanía del Poder Ejecutivo, utilizada para dar legalidad a actos que carecían de legitimidad. Legisladores que reconocían a viva voz que, pese a no estar de acuerdo con las leyes que sancionaban, lo hacían por obediencia partidaria.

Las minorías fueron totalmente avasalladas. Los organismos de control tampoco funcionaron. Los pocos que pretendieron cumplir con su finalidad o fueron desarticulados o sus funcionarios terminaron desafectados. Pero el peor defecto que tuvo esta década fue la descomposición que sufrió el Poder Judicial. Apareció algo inédito en el país que fue la justicia militante. Por propia definición, justicia y militancia son conceptos antagónicos. Una procuradora militante, fiscales militantes que alentaban a los jueces a hacer política en sus sentencias y jueces partidarios resultaron la antítesis del equilibrio y la objetividad que requiere la labor judicial. Continuar leyendo