Dentro del incremento sostenido en el consumo de los diferentes tipos de drogas en nuestro país, el éxtasis irrumpió en la escena con un crecimiento exponencial del 1200% en una década: pasó de ser la droga menos consumida a estar en el cuarto lugar. Esta y otras drogas denominadas “de síntesis”, como la Ketamina, la Metanfetamina, el Éxtasis líquido o GHB, el PCP o polvo de ángel, consideradas como “drogas de diseño”, son las que resultan de gran atracción para los jóvenes y parecen ser las elegidas no solo en las comúnmente llamadas fiestas electrónicas o en boliches nocturnos sino que, además, comienzan a ser, conjuntamente con el alcohol, compañeros protagónicos de las “previas”. Continuar leyendo
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El crecimiento de los “narco-hoteles”
Si bien la actividad comercial es dinámica per se, desde la óptica del control comunal basado en un modelo de cercanía, dinámico y de adaptación continua, se infiere, en los últimos años, una tendencia creciente a la transformación y complejizacion de la misma, en donde ciertos rubros comerciales fueron mutando su uso hasta transformarse en observadores silenciosos, incluso socios, de diferentes actividades criminales en donde la droga parece ser un actor relevante.
Las zonas de relevancia y criticidad ligadas a establecimientos llamados en la jerga “narco-hoteles, utilizados como pantalla para el desarrollo de delitos que se vinculan a la venta de drogas, se da en los “anillos” de los principales lugares de trasbordo de pasajeros suburbanos y de larga distancia. Esto se explica en función de que la distribución de un producto siempre se localiza en base a la accesibilidad de la logística de la misma.
En este marco conceptual comienza a tomar relevancia el sistema de “mercado de drogas al menudeo” focalizado en el micro tráfico y comercialización de estupefacientes, en donde una habitación de hotel se convierte en una especie de laboratorio donde se procesa, estira y fracciona la droga, generalmente cocaína, hasta convertirla en pequeñas dosis (“lágrimas”) lista para su venta. No faltan en estas habitaciones–laboratorios, balanza, colador, licuadora y diferentes elementos de “corte”. En esta nueva micro empresa delictual, estos hoteles operan fundamentalmente como logística (elaboración y depósito) en la cadena del narcotráfico, utilizando para este narcomenudeo a dealers zonales.
Una de las hipótesis del crecimiento de este modelo de producción y venta a menor escala puede explicarse a partir del análisis de las cifras oficiales relacionadas a los niveles y frecuencia de consumo de estupefacientes, el cual muestra un sostenido y notorio aumento en todas las drogas duras en donde la cocaína creció un 300% y la pasta base un 120%. Asociado a esto, surge un indicador inquietante referido a la “intensidad del uso” de las drogas, que presenta un nivel de consumo frecuente (diario o semanal) muy alto, y que no exhibe diferencias significativas con los consumidores experimentales (una sola vez), lo que indica que existe un fácil acceso a las drogas permitiendo que, sin problemas, se crucen las barreras del consumo frecuente para que nuevos usuarios puedan conseguirlas. En síntesis, más adictos y mayor adicción, lo que requiere de una logística de fácil implementación, dinámica en su producción y de proximidad para una eficaz distribución.
El marketing de un negocio que mata
Si bien el paco dentro del imaginario colectivo es denominado como “la droga de los pobres”, producto de su bajo precio, el análisis de especialistas y reflexiones de consumidores con experiencia desmitifica esa aseveración y demuestra que, por los altísimos niveles de consumo que genera la adicción a esta droga (llegando su frecuencia promedio de ingesta hasta 20 dosis por día), resulta finalmente en un mayor costo económico que otros tipos de estupefacientes.
En base a datos oficiales de la Provincia de Buenos Aires, el consumo de paco durante la última década (2001 al 2011) creció en jóvenes escolarizados un 120% -este porcentaje aumenta sensiblemente en jóvenes que no estudian ni trabajan. En el caso de los chicos escolarizados, el 25% de los consumidores de esta sustancia lo hace diariamente, mientras que la cifra trepa al 36% cuando nos referimos a los jóvenes que la usan de manera experimental (es decir, lo hacen una sola vez para probar). Puede observarse, entonces, como chicos que no son adictos pueden acceder fácilmente a esta droga.
Diferentes investigaciones oficiales indican además que el paco ha llevado la edad de iniciación de consumo a chicos entre los 7 y 14 años. Incluso, en algunas zonas del Conurbano bonaerense, desplazó a la marihuana como droga ilícita de inicio, lo que significa que los jóvenes comienzan su consumo con una sustancia brutalmente tóxica y adictiva. Es así que, y siempre según estadísticas oficiales, en una villa de la zona sur del Conurbano, más del 30% de personas entre 14 y 30 años manifiestaron haber consumido drogas psicoactivas en el último mes, siendo para este grupo etario la principal droga de consumo el paco (56,4%). Asimismo, el 68,6% de personas que la consumen, lo hacen “diariamente”, mientras que, de aquellos que han consumido esta droga en los últimos treinta días, el 22% lo hizo con una frecuencia de “más de 10 veces al día”.
Los jóvenes adictos lo expresan de una manera mucho más cruel pero no menos real. En sus declaraciones no hay lugar para eufemismos: “El paco te mata más rápido, en un año o dos ya estas golpeando las puertas de San Pedro”; “La sensación que provoca el paco es breve, dura hasta dos o tres minutos casi siempre y llega a cinco o seis solo las primeras veces, además el efecto es veloz como una bala”; “No, no es económico porque es un peso cada cinco minutos, cada siete minutos, más no dura el efecto, yo a veces escucho que dicen la droga de los pobres, ¿pero sabes cuánto gastás? Con la cocaína por ahí gastabas $40 o $50 de golpe, pero con esto por ahí gastás lo mismo en un ratito”; “Los que se inician en el consumo se quedan delirados con el primero y no pueden parar, es como sacar un ticket al paraíso”.
Pueden observarse en estos relatos una de las características fundamentales de esta droga: es tremendamente adictiva, y con la repetición de su consumo disminuye el efecto buscado, generando así un aumento en su nivel de consumo y por ende, un mayor gasto económico.
El concepto “droga de pobre” tiene más relación con la construcción de los atributos simbólicos de una “marca de bajo costo” por parte de los gestores de un marketing cuyo producto final es la muerte de los jóvenes.