Que lo de Venezuela no sea un chiste

Muy bien por el gobierno panameño. Defender que el tema de Venezuela ha debido ser debatido abiertamente en la reciente reunión de la OEA es tener el valor y la independencia para abogar por los derechos humanos y la democracia. México, Estados Unidos, Canadá y otros quisieron debatir públicamente. Pero no fueron mayoría.

La situación de opresión y catástrofe democrática en Venezuela es cada día más obvia. Ha llegado a un punto en el que en un mundo ideal todos los gobernantes del continente americano deberían dar la espalda a las barbaridades que está haciendo el gobierno de Nicolás Maduro. Lo lamentable es que por razones obvias no lo hacen. Los aliados (ALBA y afines) continúan, bajo el velo de la presunta ideología, amarrados a chorros de petróleo o dólares, o ambos, que no se sabe hasta cuándo alcanzaran. Y mientras tanto el pueblo sufre. ¿A qué pueden temer los países no aliados de Venezuela para no ser más radicales en sus decisiones? No es un llamado a la violencia, hay muchas formas diplomáticas y sanciones que se pueden implementar.

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Colombia y el proceso de paz

Las conversaciones de paz entre la guerrilla de las FARC y el gobierno colombiano han llegado a un punto sumamente controversial. Ya se está hablando de la participación política que tendría la guerrilla en la democracia colombiana. El país se encuentra parcializado. Las nuevas generaciones en Colombia merecen un futuro en paz, y el país está teniendo gradualmente una transformación socioeconómica importante. Que el gobierno de Colombia logre un acuerdo de paz en este momento probablemente sería lo más positivo que le puede pasar a una Colombia que ha estado en guerra con las guerrillas por más de cincuenta años. Y aunque la gestión del presidente Álvaro Uribe haya sido exitosa porque acabó en gran parte con varios cabecillas y frentes de las FARC, seguir con la guerra no garantiza la paz.

El peligro que se vive en este momento en el ámbito político colombiano, entre otras cosas, para mí radica en que se está tratando de hacer un acuerdo de paz un año antes de elecciones presidencialesy no hay nada más peligroso que una campaña política basada en lo que probablemente sería un hecho histórico crucial para el porvenir del país. Una campaña política genera pasiones, apoyos e intereses individuales que van más allá de un interés colectivo de que las zonas rurales del país que sufren con la narcoguerrilla vivan en paz. Y eso lo digo por todos los partidos políticos, no por uno en particular. Que si el presidente Santos sólo busca la paz para ganarse un premio Nobel, o que si el ex presidente Uribe no deja gobernar a Santos, son comentarios que se escuchan por doquier en las calles colombianas.

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