Una apuesta por el sector exportador

A comienzo de este año, el Gobierno Nacional dio a conocer y empezó a implementar el Programa de Aumento y Diversificación de Exportaciones (PADEX) con miras a mejorar en términos cuantitativos y cualitativos las ventas externas argentinas, así como también profundizar la federalización de los orígenes regionales de las exportaciones.

Así, ante una situación internacional desfavorable, este ambicioso plan se propone incrementar las ventas hacia destinos tradicionales, contribuir al desarrollo exportador de las economías regionales, aumentar el número de empresas exportadoras y diversificar aún más los destinos de exportación y la canasta exportadora.

Para alcanzar dichos objetivos, fueron seleccionados dos grupos de países para la focalización de los esfuerzos de promoción de exportaciones: por un lado, el primer grupo está compuesto por 15 países emergentes dinámicos hacia los cuales el país buscará alcanzar una mejora cuantitativa de las exportaciones (Brasil, México, Nigeria, Angola, Sudáfrica, Turquía, China, Indonesia, India, Vietnam, Rusia, Kazajstán, Qatar, Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos fueron los países elegidos); y por el otro lado, 9 países de América Latina (Bolivia, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, Guatemala, Paraguay, Perú y El Salvador) en los que se buscará alcanzar una mejora cualitativa y una mayor integración productiva a través de la exportación de productos industriales producidos por pequeñas y medianas empresas. El programa pone especial énfasis en la exportación de manufacturas industriales (63% de las subpartidas) así como también en las ventas al exterior de las economías regionales.

En síntesis, el PADEX identifica 24 países prioritarios para la expansión de las exportaciones argentinas con el objetivo de que las ventas externas del país superen los 100 mil millones de dólares en el año 2015. Para ello, el programa fija metas claras en las que se espera que el grupo de partidas para los países prioritarios realice un aporte adicional superior a 4 mil millones de dólares en dos años.

Más de una década de crecimiento

Durante los once años de gestión kirchnerista las exportaciones se han triplicado, creciendo anualmente a una tasa promedio del 11 por ciento. El Gobierno Nacional, a partir de esta nueva medida, muestra clara voluntad de seguir profundizando el rumbo iniciado a través de una mayor interacción con todas las cadenas de valor, en un contexto global en el que el doble estándar de muchos países, que por un lado pregonan la apertura comercial pero por otro aplican políticas proteccionistas, impide a muchos productos argentinos el acceso a mercados mediante barreras arancelarias y paraarancelarias.

En 2003, sólo 6 destinos de las ventas argentinas al exterior superaban los 1.000 millones de dólares. Hoy la situación es muy diferente, en tanto se han acrecentado las exportaciones –en especial hacia América Latina y destinos no tradicionales- y ya hay un total de 25 países en 2013 donde las ventas superan ese monto.

Para poder satisfacer la oferta que se espera generen estos esfuerzos de ampliar mercado, días atrás, y luego de un arduo trabajo y numerosas reuniones sectoriales, la Presidenta de la Nación firmó convenios con empresarios de 12 sectores productivos. Estos acuerdos -que fueron discutidos con todos los actores- no se firman de manera aislada sino que forman parte de las políticas de desarrollo de las cadenas de valor impulsadas desde el Ejecutivo y, al igual que en el PADEX, se establecen metas específicas, en este caso en torno al crecimiento del empleo, la producción y las exportaciones. Estos convenios, que se enmarcan dentro del programa “Valor País”, prevén incrementar las exportaciones 1.900 millones de dólares y generar 120 mil puestos de trabajo hacia 2015.

El PADEX prevé además acciones de alto impacto comercial, entre las que podemos mencionar la participación de empresas argentinas en ferias internacionales y misiones comerciales, acompañado por la realización de reuniones sectoriales.

A su vez, esta interacción entre el sector público y privado permite monitorear el cumplimiento de los acuerdos con mayor facilidad. Seguramente, a fin de distorsionar los propósitos reales de estas iniciativas, se harán cálculos apresurados que pretenderán deslegitimar el PADEX, pero las políticas de promoción dan frutos en el largo plazo y esta política, en principio bienal, comenzará a mostrar resultados positivos hacia finales de este año.

Una medida para seguir profundizando la equidad

Desde la ortodoxia económica se describe a la política de subsidios a los servicios públicos como la principal causa del déficit fiscal. A su vez, este efecto sobre las cuentas públicas, debido a la presión que ejerce sobre la emisión monetaria, es visto como el factor determinante del incremento de precios. Desde esta perspectiva, lineal y uni-causal, la solución a todos los males de la economía argentina estaría dada por eliminación de los subsidios: no solo sanearía las cuentas, sino también generaría “a largo plazo” estabilidad en el nivel de precios. Sin embargo, una eliminación total de los subsidios perjudicaría de manera directa a los sectores más vulnerables que verían reducido su nivel de ingreso, y de esta manera, sus posibilidades de consumo, incrementando los niveles de pobreza y atentando contra el crecimiento económico. A contramano de estas políticas de ajuste, incentivadas desde el establishment económico y los medios de comunicación afines, el gobierno nacional diseñó una medida de re direccionamiento de los subsidios al gas y al agua que permite una reasignación de recursos hacia los sectores populares.

En concreto, lo que se plantea es una reducción parcial y escalonada de los subsidios al gas y al agua que impacta, en mayor medida, en los sectores de altos ingresos y exceptúa a los sectores vulnerables. Asimismo, para incentivar un consumo responsable que permita un uso racional y eficiente de los recursos energéticos, la quita será menor para quienes lo disminuyan. El ahorro de recursos fiscales provenientes de esta política serán utilizados íntegramente para dos programas generadores de derecho y emblema de la inclusión social de la actual gestión: la Asignación Universal por Hijo y el Plan Progresar. De esta manera, el objetivo no se basa en un achicamiento del gasto público, sino que lo que se busca es generar una mayor eficiencia y equidad en la asignación de recursos, en la medida que se reducen aquellos destinados a los sectores de mayores ingresos para reorientarlos hacia los que más lo necesitan.

La política de subsidios a los servicios públicos debe ser entendida y analizada dentro del marco general de las políticas de ingreso del gobierno nacional. La crisis del régimen neoliberal y la devaluación trajeron como consecuencia la pulverización de los ingresos de una parte mayoritaria de la sociedad argentina. Para contrarrestar este efecto, el kircherismo impuso un conjunto de medidas para recuperar el poder adquisitivo de la población. Los aumentos del empleo, de salarios (primero por decreto y luego a partir de paritarias), los de las asignaciones familiares (luego de su oportuna creación) y los de las jubilaciones, y los subsidios a los servicios públicos, fueron determinantes para reactivar el consumo e impulsar el crecimiento más importante de la historia nacional. Al mantener las tarifas a un precio accesible, los subsidios actúan a modo de salario indirecto, reduciendo el peso de los servicios públicos en el gasto de las familias, lo que permite orientar dichos recursos hacia el consumo, de manera de incentivar la actividad económica.

En otras palabras, podemos decir que los subsidios a los servicios públicos constituyen un mecanismo eficaz para ampliar la cobertura y garantizar que las personas de los estratos más pobres de la población puedan acceder a los mismos. Asimismo, pueden constituirse en una herramienta efectiva de la política social, en tanto implican una redistribución de los recursos hacia los hogares de menores recursos. Durante los últimos años hubo un avance en vistas a mejorar la asignación de subsidios, a partir de la identificación y eliminación de los mismos en zonas específicas (por ejemplo barrios cerrados) y con la posibilidad de una renuncia voluntaria.

La actual medida viene a profundizar el camino hacia una mayor equidad en el sistema vigente, incorporando no solo el nivel de ingreso y la zona geográfica como variables que determinen la cuantía, sino también el nivel de consumo, de manera de conseguir una mayor eficiencia en el uso de los recursos energéticos. Es importante resaltar que el avance hacia una correcta identificación de las personas con capacidad de afrontar mayores valores en las tarifas de los servicios, supone un desafío técnico de gran relevancia que requiere el trabajo conjunto de diferentes dependencias del estado (ANSES, AFIP, Ministerio de Desarrollo Social, entre otras). Este fuerte trabajo y presencia estatal, impensada durante la década del noventa, es posible gracias a la recuperación de las capacidades del estado y sus instituciones.

Otro aspecto a destacar es la plena vigencia de los subsidios a la industria, lo que ha permitido una vigorosa reconstitución del tejido productivo nacional desmembrado en los ’90. En contraste con la experiencia de la convertibilidad, donde existía un sistema de tarifas caras y dolarizada (que no solo significó una exclusión de gran parte de la sociedad al acceso de servicios esenciales, sino que tampoco repercutió en mayores inversiones ni en mejoras en la calidad de servicios), el kirchenrismo permitió un avance hacia un sistema de tarifas más justo e inclusivo. El plan de reasignación de subsidios y consumo responsable no viene a barrer con la función social de la política de subsidios a los servicios públicos ni se posiciona como una política de ajuste fiscal propia de la ortodoxia. EL objetivo principal de dicha medida no es una reducción del gasto sino un paso más hacia una mayor equidad en la utilización de los recursos estatales.