Argentina atraviesa la más crítica de las etapas de la larga transición de la dictadura a una democracia plena. Aquella con la que soñamos, y que nuestra constitución asegura con un norte llamado “bienestar general” en su preámbulo; creímos que se educaba y se comía, también que se trabajaba.
Algunos de nosotros tenemos la suerte de estar bien, nuestros hijos reciben una buena educación y no han tenido privaciones. Pero la mayor parte de los argentinos vive otra realidad, con una inmensa mayoría expulsada del sistema productivo. Muchos son “beneficiarios” de planes sociales, que deben ser inclusivos, brindar trabajo pero que en definitiva los somete a un círculo del cual no pueden salir. Continuar leyendo