La llegada del aniversario número cuarenta del golpe de Estado cívico-militar de 1976 nos encuentra a los argentinos transitando un nuevo contexto político. A poco más de cien días de iniciado el nuevo Gobierno, ya hay movimientos que nos obligan a seguir redoblando esfuerzos, trabajo y militancia para que la experiencia histórica de los años setenta no sea revisada con lógica parcial, lo que nos impediría avanzar por el camino de la justicia.
En su discurso ante la Asamblea Legislativa, el presidente Mauricio Macri se refirió a la dictadura más sangrienta de nuestra historia como parte del proceso de consolidación de la violencia política de los años setenta. Quizá por descuido, quizá porque así lo cree, lo cierto es que el Presidente no condenó al terrorismo de Estado, sino a una violencia política en abstracto, definición que abonó durante las décadas de impunidad el discurso de los dos demonios.
A quienes militamos desde hace años por la memoria, la verdad y la justicia, reclamando el esclarecimiento y la condena a los responsables civiles y militares de los crímenes de lesa humanidad, nos inquieta esta definición tan ambigua de Macri. El esclarecimiento de los crímenes cometidos por el terrorismo de Estado durante la última dictadura debe ser una política de Estado, independientemente de cuál sea el gobierno de turno, y debe contar con la firme convicción y el acompañamiento de la dirigencia política democrática para que no vuelva a repetirse jamás aquella historia. Continuar leyendo