A una semana de las elecciones presidenciales, la estrategia de los candidatos del Frente para la Victoria y de Cambiemos busca convencernos, a través de diversos artilugios discursivos o mediáticos, de que a los ciudadanos que soñamos con un país con igualdad de oportunidades, transparencia institucional y pleno goce de derechos no nos queda otra opción que elegir entre: “El relato de la década ganada” o “La hora del cambio republicano”.
Si por un momento creyéramos legítima esta dicotomía, aquellos que defendemos la educación pública y laica porque es una causa nacional tendríamos que optar entre dos candidatos que se formaron en universidades privadas, que comulgaron con el arancelamiento y las restricciones al ingreso en las universidades nacionales y que apoyaron la ley de educación superior menemista, que intentó desarticular y vaciar la educación pública.
Si los progresistas debiéramos optar por el mal menor, como insinúan, nos veríamos obligados a elegir entre dos candidatos que nacieron y crecieron en familias ricas y privilegiadas, que fueron firmes impulsores de las reformas neoliberales de los noventa, las mismas que destruyeron a la industria nacional y dejaron una herencia de pobreza estructural que aún se sostiene en torno al 30% de la población. Continuar leyendo