Debemos reconocerlo, no somos un país de emigrantes. Años atrás, nuestros bisabuelos, abuelos y padres llegaron a nuestro hogar, Venezuela, huyendo de tantos males que aquejaban al mundo durante la última década del siglo XIX y las primeras cinco del XX. Somos una mezcla rica en cultura, en conocimientos, en educación y costumbres, sin dejar a un lado que siempre existe ese detalle agridulce entre las cosas buenas y malas.
Nuestra música, la cual por cierto no ha sido muy difundida globalmente, salvo contadas excepciones, demuestra esa fusión que tanto nos ha alegrado el alma, dándonos sabor, pero con inteligencia, tal como dice Guaco “…música pa´los pies y pa´la cabeza”, teniendo la dicha de contar con las mejores sinfónicas infantiles y juveniles de toda la historia, de tener talentosos intérpretes y directores que deslumbran al crítico más afamado y de ser, sin duda alguna, un país que siempre se caracterizó por llevar el buen humor por delante.
Hoy día, parte de ese humor, de ese talento, de esas ganas de ser venezolano se “enmaletaron” y tomaron un vuelo a cualquier destino que requiera al menos un pasaporte vigente. Peregrinamos el mundo en cuestión de días, de meses. Rompimos abruptamente con esa famosa frase: “los venezolanos no somos emigrantes, nosotros nacemos, crecemos y morimos en nuestra tierra”. Continuar leyendo