El Gobierno venezolano se ha encargado de romper sus propios récords. Sólo en lo que va de este año destituyó a una ministra con apenas 15 días en funciones, desconoció a la Asamblea Nacional en dos oportunidades, en plena declaración de Memoria y Cuenta el presidente Nicolás Maduro obvió mencionar la cifra oficial de fallecidos a causa de la violencia que según el Observatorio Venezolano de Violencia asciende a 28 mil muertos únicamente en el 2015. Además, se destapó el escándalo de los trescientos mil dólares que presuntamente fueron sustraídos en una de las residencias del presidente del Banco Central, Nelson Merentes, ministros no asistieron a comparecencia ordenada por el propio Poder Legislativo y se generaron decenas de declaraciones donde se desconoció completamente la realidad del país o, peor aún, se desestimó la responsabilidad de la máxima dirigencia nacional.
Un capítulo aparte podríamos dedicar al ataque frontal hacia la Asamblea Nacional, uno de los cinco poderes nacionales, que, a la fecha, sigue siendo blanco de toda la artillería chavista, que sin temor ha forzado la barrera en múltiples oportunidades, hasta llevarnos a un peligroso estado de ingobernabilidad. Es cierto, parecería que esta inflexión no es nueva y que, en todo caso, se agrava según pasan los días; aun cuando se supone que las autoridades venezolanas deberían estimar todos los esfuerzos para fomentar la paz, el entendimiento y el consenso. Continuar leyendo