Hace cuarenta y tantos años, después de sobrevivir a Ezeiza, después de Rucci y un rato antes de morir, Perón sugirió públicamente que aquel que no estuviera de acuerdo con la doctrina peronista, se quitara la camiseta y a otra cosa. Muchos jóvenes quedaron en cuero.
Pasados esos cuarenta años, una especie de “hijos viudos” de aquellos jóvenes que Perón convidó a tomar aire, otra vez se dicen peronistas pero se prueban la camiseta de Cámpora y así, a los empujones, cuelan en la interna peronista un debate doctrinario perdido de entrada.
¿Qué significa este capricho adolescente en señorones de treinta y pico? ¿A qué viene este berrinche doctrinario que hace puchero por un reto que ya gasta medio siglo? ¿Revancha sobre un Perón muerto? ¿Litigio de una herencia?