La presidenta Cristina Fernández de Kirchner encontró una rara y peligrosa fórmula para mantener el poder en los 14 meses que le quedan de mandato. El complot interno con la ayuda de los Estados Unidos, mas la incertidumbre, parecen haber tranquilizado el temor de la mandataria de permanecer como una simple testigo la transición hacia el próximo gobierno, el de su sucesor.
El recurso del complot no es nuevo. Fue utilizado en forma recurrente por Néstor Kirchner y Cristina Fernández durante los 11 años de gobierno. Ocurrió en el conflicto con el campo, en el debate por la ley de Medios con el Grupo Clarín, con la figura de Eduardo Duhalde, con la Policía bonaerense por el aumento de hechos de inseguridad, pero de manera reiterada, cuando se presentaba algún escollo económico que el kirchnerismo no sabía enfrentar y terminaba culpando a los empresarios. Continuar leyendo