Ahora es el turno de Scioli vs. Macri

El triunfo del candidato porteño de Mauricio Macri, Horacio Rodríguez Larreta, no sólo le permitió al PRO retener la hegemonía en la Ciudad para empezar a transitar la “Década Macrista” sino también sirvió como puntapie inicial de la campaña que ahora cobra protagonismo y que parecía lejana: la pelea por la Presidencia de la Nación.

El triunfo en los comicios porteños tuvo un sabor amargo y quedó reflejado en el clima tenso durante el escrutinio en el bunker del PRO en Costa Salguero, debido a la estrecha diferencia entre Rodríguez Larreta y Martín Lousteau que finalmente se cristalizó en unos 54 mil votos.

El macrismo seguirá sin mayoría propia en la Legislatura porteña pero su gestión podría tener una ventaja respecto a la de su antecesor. No es lo mismo para el PRO negociar los votos legislativos con el kirchnerismo, en mucho temas -como el de los “trapitos”- que con ECO, la fuerza de Lousteau con la que hay mas afinidades que discrepancias.

Por eso, los porteños quizás puedan esperar que una serie de problemas sin resolver por falta de consenso en esta nueva etapa se resuelvan en base a una negociación entre PRO y ECO, que deberá revalidar en el 2016 que es la segunda fuerza porteña.

Lousteau, en tanto, se convirtió en la estrella política que estuvo apunto de arrebatarle la Ciudad al PRO, con apenas dos años de estadía política en la Capital Federal, primero como parte de UNEN y al poco tiempo como jefe de una nueva fuerza política.

El joven economista intentará ser prescindente de la campaña presidencial, al menos hasta que el horizonte aclare y haya certeza entre ganadores y perdedores de este 2015 electoral. En su estrategia anida, seguro, el interrogante de si su figura cruzará la General Paz para inmiscuirse en algún entramado nacional o sólo se limitará a cumplir con su rol de diputado nacional con el objetivo de sentar las bases de una alternativa política en la Ciudad.

En cuánto a “las grandes ligas”, la campaña presidencial se relanza hoy. El propio Daniel Scioli intentó minimizar el triunfo del PRO en la Ciudad y, rápido de reflejos, llamó a Lousteau para felicitarlo y volvió a manifestarse por la plena autonomía de la Ciudad. Música para los oídos de los habitantes de la Ciudad, aunque el electorado en la Capital Federal no se caracteriza por besar la mano de quien los acaricia.

Scioli es conciente que necesita remontar la imagen del kirchnerismo e imprimirle su sello distintivo en distritos como la Ciudad de Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe y Mendoza. De otro manera, no le alcanzará con una ventaja clara en la provincia de Buenos Aires para contrarrestar el crecimiento de la oposición en los principales centro urbanos del interior del país, y en la Capital Federal.

Macri no llega a hoy con todos los triunfos que su equipo fantaseó –Santa Fe, Córdoba- pero sí lo hace con el envión de un posicionamiento de su figura en las provincias claves.

No en vano Macri intentó anoche nacionalizar el triunfo porteño y marcó claramente sus discrepancias y no tuvo empacho en marcar los logros kirchneristas como la asignación universal por hijo o la estatización de Aerolíneas Argentinas, YPF y los fondos de la Anses. Para diferenciarse, dijo que los administraría mejor, que erradicará la pobreza y que pretende una Justicia independiente y que no se persiga a quien piense distinto.

La foto a la que aspira el PRO el 9 de agosto a la noche en la provincia de Buenos Aires, contados los votos de las PASO, es que María Eugenia Vidal aparezca como la postulante más votada en la provincia, más allá de que a nivel fuerzas, la sumatoria de la fórmula Aníbal Fernández-Martín Sabbattella con la de Julián Domínguez-Fernando Espinoza supere a nivel fuerzas al frente Cambiemos.

“Con el posicionamiento en el interior del país y un 30% en la provincia de Buenos Aires, no hay manera de que Scioli nos saque una ventaja de diez puntos, es más, no sea cosa que ocurra al revés”, señaló un operador macrista.

En el comando sciolista la preocupación no es menor. Más allá de la burbuja del “Scioli ya ganó” que se instaló semanas atrás en la opinión pública, lo cierto es que las encuestas serias otorgan una suerte de “empate técnico” entre Scioli y Macri, con una diferencia de 2 o 3 puntos.

El dilema de Scioli es revertir lo que en el PRO consideran, “un techo” a su crecimiento, a partir del acompañamiento de Carlos Zannini en la fórmula. ¿Efectivamente Zannini limita a Scioli? ¿O Scioli logrará despegarse del cepo kirchnerista para atraer a los indecisos?

De uno u otro lado de la General Paz coinciden en que los números del electorado entre kirchneristas y antikirchneristas, oficialistas y opositores, es muy similar, por lo que ambos bandos miran a los “ni”, al electorado independiente.

Macri comenzará desde hoy una etapa de campaña “de cercanía con la gente”, “muchas redes sociales” y “bastante Conurbano”. Scioli comenzará un raíd por las provincias donde al kirchnerismo le fue mal en las elecciones provinciales. Macri en la Provincia, Scioli en Ciudad y el Interior. Ambos apuntando a lo mismo.

Está claro que el 9 de agosto será una suerte de “gran encuesta real”, en la que ambos medirán fuerzas pero también sabrán cuántos votos tendrá Sergio Massa, sector al que sciolistas y macristas consideran también clave porque si se polariza las PASO entre Scioli y Macri, el voto del Frente Renovador se dividirá, vaya uno a saber en qué proporción, entre uno y otro candidato presidencial.

El dedo de CFK

El adelanto de la campaña electoral, prevista formalmente para mediados de 2015 pero que durante todo el 2014 fue presentando a los principales candidatos, se convirtió en un dolor de cabeza para la presidente Cristina Fernández.

Si bien luego de la derrota en las elecciones legislativas del 2013, que enterraron cualquier posibilidad de re-reelección de Cristina Fernández, muchos sectores de la oposición pensaron que el oficialismo o el peronismo oficialista estaba terminado, la realidad viene demostrando que no es así.

Si bien este año comenzó con un Daniel Scioli como el principal competidor oficialista en tercer o cuarto lugar en la mayoría de las encuestas, sobre el fin del año el gobernador bonaerense culmina peleando cabeza a cabeza con Mauricio Macri o, en el peor de los casos, con Macri y con Sergio Massa.

¿Cómo puede hacer Cristina Fernández para no respaldar la candidatura de Scioli?

Si la Presidente optara, como aspiran muchos precandidatos del Frente para la victoria como Florencio Randazzo, Sergio Urribarri, Julián Domínguez o Agustín Rossi, por elegir un candidato “mas kirchnerista”, que no sea el bonaerense, estaría dejando de lado al candidato que mas mide en cualquier encuesta. ¿Cristina puede darse el lujo de apostar a perdedor? A esta altura, no.

Pero además, un gesto de Cristina contra el mandatario bonaerense, a quien sus pares de otras provincias aceptan como el principal aspirante del oficialismo a la Casa Rosada, hoy sería boicotear la principal carta que tiene el peronismo para continuar siendo gobierno mas allá del 2015. Difícilmente los gobernadores peronistas que planean retener sus provincias, así como los intendentes de todo el país, aceptarían una jugada, por más que venga de la jefa de Estado, que haga correr riesgo su permanencia en el poder.

Tal vez la decisión mas acertada que debería tomar la primera mandataria sea la de levantarle la mano al vencedor de las internas del Frente para la Victoria, sin tallar a favor de uno u otro postulante.

¿Es posible para la Presidente y para el kirchnerismo encorsetar a Scioli?

La fantasía política sostiene que Cristina podría designarle a Scioli su compañero de fórmula, alguien de paladar negro, así como nombrarle la totalidad de la lista de legisladores nacionales. No obstante, es sabido, el rol del vicepresidente en la Argentina es meramente decorativo y protocolar. En lo que hace al ejercicio del poder, un vicepresidente puede estar o no, da lo mismo. Si no, habría que preguntarle a Amado Boudou, sin quien la Presidente puede gobernar el país, tranquilamente.

Ya hubo un intento de Cristina Fernández de nombrarle a Scioli un comisario político en la provincia, tal como ocurrió con Gabriel Mariotto, a quien designó candidato a vicegobernador de prepo, sin consultar a Scioli. ¿Qué pasó? Mariotto hoy es uno de las principales espadas sciolistas en la provincia.

La misma fantasía habla de hacer ingresar al Congreso Nacional a dirigentes que respondan a Cristina Fernández cuando haya dejado el poder, de manera tal de mantener latente al kirchnerismo.  ¿Es necesario explicar que los diputados responden al partido y ese partido en la mayoría de las veces responde al Presidente?¿Acaso no ha pasado ya, en la reciente historia argentina, que la lapicera del Presidente es mas fuerte que cualquier liderazgo ideológico?

La suerte de Scioli podría estar en manos del radicalismo. El frente UNEN está prácticamente destinado al fracaso como tal si participa con la integración de fuerzas que hoy presenta. Su principal candidato, que según la encuesta varía entre Julio Cobos y Hermes Binner, no supera el 7 u 8 por ciento de los votos.

Tal como lo plantean algunos dirigentes, la única manera que UNEN pueda aspirar a la Presidencia sería estableciendo alguna alianza con otros referentes opositores como Macri y/o Massa. Si la UCR decidiera, unilateralmente, establecer un frente con el PRO o el Frente Renovador, automáticamente ese espacio pasaría a pelear el primer lugar con el gobernador bonaerense.

¿Está el radicalismo en condiciones de romper con UNEN? En marzo próximo, inevitablemente la UCR se reunirá para analizar el escenario electoral. Las opciones, proyectadas en el tiempo, serían permanecer en UNEN pero sin ninguna posibilidad de llegar a la Casa Rosada mas que ganar algunas provincias o bien establecer algún frente con otras fuerzas.

Obviamente, la segunda decisión haría volar por los aires al frente de centro-izquierda, ya que tanto los socialistas de Binner, como Proyecto Sur de Pino Solanas dejarían el espacio. Aunque Elisa Carrió podría mantener sus pies adentro, si la sociedad se establecer con el PRO de Macri.

Lo único claro a esta altura es que tres candidatos por la oposición –Macri, Massa y Cobos o Binner- es demasiada ventaja para el Frente para la Victoria, Peronismo oficialista o como se llame, que viene ratificando en cada encuesta que se hace, que contiene alrededor de un 30 por ciento de adhesiones y que, de ninguna manera, eso se traduce en que el principal referente opositor recaudaría automáticamente el 70 por ciento restante. Sencillamente porque Scioli, para mucha gente, no es considerado un kirchnerista, sino como él mismo se definió recientemente: peronista, cuyo partido es el núcleo del Frente para la Victoria.

¿Quién es el dueño del 30% K?

Mas allá del desprestigio de varios encuestadores que le han vendido su alma al diablo, despilfarrando la credibilidad que ostentaban en los 90 como gurúes de la política, las pocas mediciones serias que quedan coinciden en que el universo de votantes que aprueba la gestión de Cristina Fernández, que son kirchneristas o bien adhieren al modelo K ronda entre el 25 y el 30 por ciento del electorado.

En el mas acotado de los casos, estamos hablando de una cuarta parte de la sociedad, porcentaje que cualquier candidato desearía tener como base.

Ahora bien, aquel precepto utilizado tanto por el emperador romano Julio César como por Napoleón continúa vigente: “Divide y reinarás”.

Si los candidatos antikirchneristas son varios, ese 25 o 30 por ciento se hace fuerte, desequilibrante. Al menos por ahora, el PRO lleva a Mauricio Macri como candidato a presidente; el Frente Renovador a Sergio Massa; y el Frente Amplio Unen (FAU) a Hermes Binner o Julio Cobos. Cuatro partidos en pugna por el sillón de Rivadavia.

Volviendo al kirchnerismo, ¿quién será el dueño de esos votos?

En principio quien arranca en punta es Daniel Scioli, gobernador de Buenos Aires. En un escenario oficialista en el que la presidente Cristina Fernández no designó a nadie “su” candidato todavía, Scioli aparece a la cabeza de cualquier sondeo entre los postulantes del Frente para la Victoria. Es decir, supera por lejos a Florencio Randazzo, Agustín Rossi, Sergio Urribarri, Anibal Fernández, Julián Domínguez o Jorge Taiana.

El sciolismo parte de esta cuenta. Si Scioli gana la interna del Frente para la Victoria, entonces ese 25 o 30 por ciento de votantes lo acompañará en las elecciones generales. Pero a ese porcentaje, Scioli, por su perfil mas amplio y con llegada a sectores que no son tradicionalmente kirchneristas, sumaría otros 5 o 6 puntos mas. Ergo, rondaría los 35 puntos que, por lo menos, lo ubicarían en un eventual ballottage.

Pero esa lectura es lineal. Varios dirigentes-candidatos del oficialismo, como Randazzo, Urribarri o Domínguez, consideran que la Presidente finalmente se inclinará por uno de ellos. De ser así, ¿Scioli seguirá siendo el mejor posicionado para las PASO del FPV o correría el riesgo de ser derrotado por el candidato de Cristina? En ese caso, ¿iría por afuera? Todo es posible, hoy.

Lo paradójico es que cualquiera de los otros candidatos presidenciales del oficialismo que no sea Scioli perdería con Macri, Massa, Binner o Cobos en un ballottage.

Es allí cuando se dispara la idea de que Cristina Fernández apostaría a perdedor y preferiría que gane un opositor para conservar el poder desde el peronismo y, quién sabe, volver en un próximo mandato como candidata o ser la madrina de ese “retorno” del kirchnerismo al poder.

El otro punto que concluyen las encuestadoras mas serias es que mas de la mitad del electorado no pretende un cambio radical en el país después del 2015 sino conservar lo que está bien y corregir lo malo. De esa manera, parece reflejarse una vez más el “voto conservador” que históricamente han tenido los argentinos siempre que una gestión no derive en una crisis.

Por eso, para el kirchnerismo la variable negativa es la economía. Con una inflación que no baja del 30 por ciento anual, con la merma del poder adquisitivo que se traduce en reducción del consumo, con situación conflictivas como las suspensiones y la falta de llegada de nuevas inversiones, será imposible para cualquier candidato que enarbole las banderas del kirchnerismo triunfar en las generales del 2015.

Mas aún. De agravarse la situación económica, la propia Cristina Fernández dejará el poder con serios cuestionamientos y una imagen muy deteriorada que la incapacitará, a la vista de la sociedad, para ser jefa de la oposición o pergeñar cualquier estrategia con el objetivo de regresar directa o indirectamente (a través de otro dirigente) al poder.