¿Ballottage?

En menos de dos semanas, la oposición adquirió en tres oportunidades un impensado protagonismo mediático a expensas de la figura del candidato kirchnerista, Daniel Scioli: el fallido viaje del gobernador bonaerense a Italia en medio de las inundaciones, el asesinato de un militante radical en Jujuy y el escándalo electoral de la provincia de Tucumán.

Durante dos semanas, las voces opositoras tanto del frente Cambiemos de Mauricio Macri y del radicalismo, así como del postulante de UNA, Sergio Massa, y de la candidata de Progresistas, Margarita Stolbizer, hicieron eje en la falta de gestión en materia de inundaciones, en los manejos oscuros de la agrupación Tupac Amaru de Milagro Sala, y en la falta de transparencia de los comicios tucumanos que podrían enrarecer el proceso electoral del 25 de octubre.

Ese protagonismo tuvo su epicentro con al foto en la que aparecieron Macri, Massa y Stolbizer, reclamando transparencia. Esa reunión motivó que muchos sectores políticos y mediáticos empujaran para ver si finalmente se traducía en un acuerdo electoral, algo que finalmente no ocurrió. Esa “presión” para que hubiera un acuerdo se traduce en una “necesidad”, una “carencia” en la oposición, ante la posibilidad de que el Frente para la Victoria triunfe en primera vuelta.

La posibilidad de que Scioli alcance el 45 por ciento de los votos necesario para ser Presidente es cierta, tanto para los operadores macristas como para los radicales. Una encuesta de las últimas horas publicada por el diario Clarín, realizada entre el 20 y el 26 de agosto refleja que pese a las dos semanas de “furia” sufridas por Scioli, el candidato del oficialismo va a la cabeza con el 39,3% de intención de voto, seguido por Macri con 31,2, Massa 18,3 y Stolbizer 4,4. Scioli aventaja por algo mas de 8 puntos, después de todo lo que ocurrió.

Por eso se observa que tanto Macri como Massa apuestan todo a ir al ballottage que, de celebrarse, sería una inyección importante para el antikirchnerismo. Sin embargo se advierte que poco está haciendo esa misma oposición para evitar que Scioli triunfe en primera vuelta, objetivo del que quedó en las PASO del 9 de Agosto, a poco mas de 6 puntos. Nada mas.

Se comprende entonces el optimismo reinante en el bunker que el sciolismo tiene a pocos pasos de la Casa Rosada. Desde allí, apuntan básicamente a dos distritos: Provincia de Buenos Aires y Córdoba.

“En provincia ya estamos en 42 y tenemos que trabajar duro para ir por los 45 puntos”, sostiene un operador sciolista, acerca del territorio bonaerense donde Scioli obtuvo el 39,5%. Argumentan que las inundaciones impidieron ir a votar a miles de bonaerenses y, seguros que los que no fueron, pese a la catástrofe, votarán por el Frente para la Victoria, ponen como ejemplo Almirante Brown donde no pusieron el sobre en la urna unas 40 mil personas.

Además, consideran que en octubre todos los intendentes jugarán para Scioli. Opinan que la interna Aníbal Fernández-Julián Domínguez los distrajo, pero que “a ninguno le conviene reelegir en el municipio pero que el presidente sea Macri o la gobernadora Vidal”.

Mientras, en Córdoba, territorio delasotista, los sciolistas tienen la esperanza de sacar unos 3 puntos mas. “Estamos conversando con muchos intendentes peronistas, que responden a De la Sota, pero que ven que pueden perder sus municipios con el macrismo si van con Massa. En cambio con Scioli pueden retenerlos”, describen las fuentes.

Esa performance en territorios bonaerense y cordobés, sumado a la meta de mejorar algún punto en la Ciudad de Buenos Aires y en Santa Fe, alimentan la fantasía peronista.

“Es increíble lo que hace la oposición, fortalece a Macri pero también a Massa, en lugar de un acuerdo donde sumen Macri, Felipe Sola en la provincia y así sucesivamente. Así, divididos, nos sirve a nosotros”, razona un experimentado dirigente del PJ.

Por ahora, la oposición seguirá sin cambios. Macri retomará la recorrida por el interior del país, Massa ya volvió a diferenciarse de su a veces “socio” y a veces “enemigo” Jefe de gobierno porteño. Y Stolbizer tratando de recoger radicales descontentos con Macri y progresistas poco entusiasmados con Massa.

Por lo pronto, la misma encuesta sostiene que un 58 por ciento de los consultados está de acuerdo con cambio y continuidad del modelo de gobierno (30,9%) o directamente profundización (27,9%). Sólo el 39 por ciento pretende un “cambio completo”.

Un inundado, un voto

La campaña electoral se sumergió las últimas semanas en las aguas turbulentas de las inundaciones, que dejaron expuestas las miserias de la política y la solidaridad de los argentinos como dos caras contrapuestas de una lamentable realidad.

Por acción u omisión, los candidatos presidenciales Daniel Scioli, Mauricio Macri y Sergio Massa salieron a hacer proselitismo con los damnificados, disfrazados de hombres “solidarios” y de “gestión”.

Scioli traicionó su esencia, la de saber leer lo que la sociedad reclama en un determinado momento. Buena parte del capital político del candidato del Frente para la Victoria es su vínculo con “la gente”, que en una suerte entelequia, aprueba mucho más su figura que su gestión bonaerense.

En cada hecho trágico de relevancia mediática, Scioli no ha dudado y fue al lugar. Soporto los insultos lógicos de víctimas y damnificados, pero al final terminó abrazado con ellos, en algunas ocasiones dando respuesta, aunque tardía, a los reclamos, y recibiendo el agradecimiento de quienes antes lo habían agredido verbalmente.

Esta vez le falló el olfato. En otro momento, su viaje a Italia ya sea por el mantenimiento del muñón derecho, por descanso o placer, hubiera pasado desapercibido. Pero, a diferencia de cuando era el diputado de Carlos Menem, el Secretario de Turismo de Eduard Duhalde o el vicepresidente/gobernador de Néstor Kirchner, ahora el protagonista es él, está en el centro del escenario político y debería refinar aún mas su paladar para decidir qué movimiento es políticamente incorrecta y cual no.

Scioli es, además, su propio jefe: la presidenta Cristina Fernández lo dejó solo cuando las críticas opositoras arreciaban. Ella ordenó un silencio de radio a los funcionarios y dejó la “zona liberada” para que los dardos hacia su candidato presidencial no tuvieran ningún filtro. Hizo callar a Carlos Zannini, nada más y nada menos que compañero de fórmula de Scioli, desaparecido en todo el conflicto por las inundaciones y que en lugar de mostrarse ayudando a los damnificados, se ocultó. También mando a Aníbal Fernández, en su doble rolde jefe de Gabinete y candidato a gobernador, a hacerse el distraído sobre el periplo de Scioli a Europa.

Una fuente de la Casa Rosada intentó ensayar que la situación de Scioli era “indefendible”, argumento totalmente falso, teniendo en cuenta la lista de ocasiones “indefendibles” en que el coro de funcionarios y dirigentes kirchneristas salieron a defender por orden de Cristina a Máximo Kirchner, Axel Kicillof o Amado Boudou, por citar solo algunos ejemplos.

Está claro, y de eso no hay lugar a duda, que Scioli regresó oportunamente de su viaje porque todos están en campaña y él no podía dejar abierta la posibilidad de que un error suyo se tradujera en una merma del 38,4% que obtuvo en las PASO.

Mauricio Macri también hizo cuentas con el 30% que consiguió Cambiemos en las internas, y por eso brindó una conferencia de prensa para lamentar el panorama de las inundaciones y criticar la gestión kirchnerista por las obras nunca hechas.

Macri contrapuso lo que él hizo en la Ciudad –como los túneles aliviadores del arroyo Maldonado- para mostrarse ejecutivo en comparación de una provincia sin las obras hechas. Además,  mandó a su aspirante a la gobernación, la todoterreno María Eugenia Vidal, a mojarse los pies en las zonas damnificadas.

El desempeño electoral de Vidal fue la sorpresa de los comicios, la imagen fresca en una provincia hundida por la vieja política. Pero las fotos de la vicejefa de gobierno porteño, con un rostro en varias ocasiones demasiado a tono con la tragedia, tomando un mate mientras se hundía en el lodazal, despertaron también muchas críticas no sólo del sector K sino también de la ciudadanía, cansada del oportunismo político.

Ocurre que hoy las redes sociales permiten dejar en evidencia a los dirigentes, algo que antes solo estaba limitado a los medios masivos de comunicación. Y cualquier “error” o foto “producida” puede ser descubierta, viralizada y de inmediato sumar miles de cuestionamientos.

Massa, en tanto, no se quedó atrás y eligió el municipio de Mercedes, muy cerca de Luján, comandado por uno de los intendentes del Frente Renovador, Carlos Selva, para hacer campaña. Desde allí criticó tanto a Scioli como a Macri y se mostró con la gente que recibía donaciones para los damnificados.

Sin embargo, la Asamblea de los Inundados de Tigre amagó el sábado con un escrache frente a la casa de Scioli en Villa La Ñata (Benavidez, partido de Tigre) , que finalmente fue impedido por fuerzas de seguridad. Esa misma asamblea le viene reclamando a Massa, aunque el actual intendente es un delfín suyo, Julio Zamora, por las inundaciones que sufren barrios precarios como el que se ubica detrás del country Isla del Sol, donde vive el candidato presidencial por UNA.

Según el libro “Massa, una biografía no autorizada” de Diego Genoud, la proliferación de countries y barrios cerrados afectó a muchos barrios precarios que empezaron a inundarse como nunca antes. “Sus denuncias en el municipio ni siquiera llegaron al despacho del intendente. La única vez que Sergio se puso las botas y escuchó a los afectados por las inundaciones fue el 1 de Noviembre de 2014, cuando en la provincia de Buenos Aires hubo tres muertos”.

Pese a las distintas puestas en escena, los especialistas políticos consideran que el drama de estas inundaciones “difícilmente afecte” la intención de voto de alguno de los tres postulantes, habida cuenta que faltan más de dos meses para las elecciones generales. Mucho tiempo para olvidar lo ocurrido.

La política personalista y farandulera

Foto 1. Tras una larga semana de internación, la presidenta Cristina Fernández fue dada de alta, aunque debe hacer reposo en la residencia de Olivos. En estos siete días, como nunca, quedó reflejado que la Argentina sigue siendo gobernada por el personalismo.

Con el vicepresidente Amado Boudou doblemente procesado y sumando complicaciones en la Justicia, el ministro de Economía Axel Kicillof se convirtió en el virtual Presidente apareciendo en actos junto a ministros o encabezando la delegación la semana próximo a Australia, para participar del G-20.

No hay un equipo de Gobierno; hay una persona en la que recaen todas las responsabilidades y si no está, el poder queda en manos de uno de los referentes de La Cámpora.

Foto 2. EL diputado nacional por el Frente para la Victoria Martín Insaurralde fue noticia la semana que pasó por su casamiento con Jessica Cirio.

En medio de las gravísimas consecuencias que aún siguen provocando las inundaciones en la provincia de Buenos Aires, en municipios como el de Lomas de Zamora donde Insaurralde sigue siendo intendente, aunque en licencia, ¿era necesario tal exposición? ¿No hubiese sido mejor transformar su casamiento civil y la fiesta en algo más privado y no exponerlo en estos momentos?

Acertadamente, ni Daniel Scioli ni Sergio Massa asistieron a la fiesta. Ni el gobernador bonaerense, ni el diputado que quiere ser presidente ni el intendente de Lomas de Zamora en uso de licencia, deben ostentar en momentos en que miles de bonaerenses la están pasando muy mal.

El personalismo y el farandulero

“Néstor era como medio gabinete en una sola persona”, reflexiona un ex funcionario de Néstor Kirchner, dándole un valor agregado al santacruceño hiperkinético que manejó los hilos del kirchnerismo cuando era presidente y también cuando le tocó serlo a su esposa, Cristina Fernández. No obstante aquél protagonismo reflejó también lo imprescindible que era ese hombre para “el modelo”.

Un cuadro político de esas características, ¿por qué dirigentes de peso decidió reemplazarlo Cristina? Por nadie. En lugar de suplantar a Kirchner por dos o tres funcionarios de peso, que aporten un debate interno y enriquezcan la gestión de gobierno, se optó por ascender a los chicos de La Cámpora, para que se transformen en el sostén de Cristina Fernández. Increíble.

El kirchnerismo en la actualidad es el culto a la persona. En política, el personalismo es la adhesión de un movimiento político a una persona, a sus ideas y su voluntad. Es lo que ocurre en el oficialismo y con el Partido Justicialista, se subordina el interés partidario a las aspiraciones personales de la Presidenta. Si Ella está, todo fluye y nadie objeta las decisiones, salvo la oposición. Ahora, cuando Ella no está o, como ocurrió en estos días, se encuentra internada, el silencio se apodera del gobierno y la no gestión se hace latente, pese a los esfuerzos de los subordinados. No es un equipo de gobierno, es una persona el gobierno.

Basta con comparar el elenco ministerial de Cristina Fernández, con el que acompañó a Néstor Kirchner, y mas atrás los que manejaron el país junto a Raúl Alfonsin o Carlos Menem, para encontrar la diferencia de experiencia y trayectoria de los ministros actuales y los anteriores.

Está claro que ministros capacitados no hacen a un buen gobierno. Pero cuando hay problemas como una inflación que según la lente se ubica en 30 o 40 por ciento anual, y que genera una merma en el poder adquisitivo con la baja de índices de producción, consumo e inversiones, es mas fácil hallar una solución distinta si se tienen cuadros capacitados que adopten medidas mas eficaces que la del cepo cambiario, hacer desaparecer índices como el de la pobreza o directamente prohibir la sola mención del término “inflación”.

En el otro extremo del péndulo, está el farandulero. Insaurralde se convirtió en uno de los fenómenos políticos cuyo crecimiento se basa en sus apariciones en el programa de Marcelo Tinelli y en su vida mediática de la mano de su ahora esposa, Jessica Cirio.

A pocos minutos de haberse casado por civil, Insaurralde se enojo con un periodista que había criticado su falta de ideas, de definiciones. ¿Es justificado el enojo de un dirigente político que duda entre quedarse en el kirchnerismo o pasarse al massismo? ¿Es lo mismo para Insaurralde Daniel Scioli que Sergio Massa?

Insaurralde votó como diputado nacional a favor de la Ley de Abastecimiento y la Ley de Hidrocarburos, dos proyectos totalmente rechazados por el Frente Renovador de Massa. Y aún así, duda en quedarse en el Frente para la Victoria para irse al massismo. Evidentemente Insaurralde tiene un problema de identidad o no es nada mas que un especulador nato que irá con quien mida mejor, con tal de llegar a la gobernación bonaerense.

Salvando las distancias, su casamiento, por momentos, hizo recordar a muchos al de Carlos Menem con Cecilia Bolocco, que buscó generar un impacto tal en la opinión pública, que lo ayudara a ganar las elecciones presidenciales del 2003. Algo que ocurrió, aunque el “Turco” se bajó del ballottage con Kirchner.

Entre el personalista y el farandulero, están los dirigentes que trabajan y proyectan cómo mejorar la situación actual de la Argentina, sumida en la incertidumbre de la inflación y de la inseguridad. El camino del medio, ese que eligieron millones de argentinos cuando se los obligó a definirse por uno u otro extremo, tal vez tenga chances en el 2015.