El negocio no se mancha

Corría fines de la década del ’90, cuando el entonces presidente de la AFA, Julio Humberto “El Padrino” Grondona, concurría por enésima vez a la Comisión de Deportes de la Cámara de Diputados para participar de un debate sobre la violencia en el fútbol.

En esa oportunidad, los legisladores tensaron el ambiente y se mostraron incisivos con el mandamás del fútbol, acorralándolo con preguntas osadas como quiénes “bancaban” o “protegían” a los barrabravas. Hasta que El Padrino del Fútbol se cansó:

- ¿Cuántos empleados hay en esta casa que pertenecen a las barrabravas? –preguntó Grondona y las quejas se acallaron automáticamente.

¿Causa realmente sorpresa que se registre un hecho de violencia en un Boca-River o en cualquier partido de fútbol? ¿Asombra a alguien que muera un hincha de fútbol en un enfrentamiento entre barrabravas de clubes rivales o del mismo club por negocios sucios? ¿Es noticia la complicidad delictiva entre gobiernos/dirigentes políticos o sindicales-barrabravas-Presidentes del Clubes-Policía? Lamentablemente no, porque el fútbol es un negocio espurio. Continuar leyendo

CFK y el dilema Insaurralde

La presidenta Cristina Fernández se enfrenta por partida doble a una decisión que puede marcar a fuego el futuro del Frente para la Victoria: inclinarse por candidatos kirchneristas que no traccionan muchos votos corriendo el riesgo de perder la Nación y la provincia de Buenos Aires o avalar el pragmatismo peronista y abrazar a los candidatos que mejor miden en el amplio oficialismo.

“Puede gustar o no, pero la dupla Scioli presidente, Insaurralde gobernador es la mejor, lejos, y nosotros queremos ganar”, razonó un intendente de uno de los principales municipios del Conurbano bonaerense.

Bajo la mirada cristinista, el caso de Martín Insaurralde tiene matices similares al de Daniel Scioli. Se trata de un dirigente que construyó una imagen en la provincia, en gran parte basada en su esposa Jssica Cirio y en sus incursiones farandulezcas de la mano de Marcelo Tinelli, que le es propia y no depende ni del Gobierno, ni del kirchnerismo.

Si bien es un dirigente “construido” por la propia Presidenta cuando decidió ponerlo a la cabeza de la lista de candidatos a diputados nacionales por la provincia allá por 2013, en momentos en que el oficialismo pretendía evitar o al menos no perder por goleada con Sergio Massa, a esta altura, aún vacío de propuestas políticas, Insaurralde cuenta con votos propios, cuya volatilidad es discutible.

El problema de Cristina Fernández reside en sus limitaciones de conducción. Néstor Kirchner no sólo llevó a Scioli como vicepresidente sino que lo utilizó para hacerse de la provincia de Buenos Aires, pero siempre conduciéndolo y no permitiendo que se le cruzara por la cabeza irse del Frente para la Victoria. Cuando la relación se tensaba, Kirchner bajaba y ensayaba un gesto conciliador para que Scioli nuevamente se alineara con el resto de la tropa.

Cristina, en cambio, no quiere conducir a ese tipo de dirigentes “ni”; mas aún, exige pleitesía de todos, y el que no está de acuerdo, que se vaya. Como admitió días atrás la Presidenta, cuando relataba que la llevó a tomar la decisión de operarse de la cabeza, con los riesgos que implicaba: jugar a todo o nada. Pero en la política no prima la opción entre “blanco” o “negro” sino que hay grises, matices o, como suelede decirse en clave peronista, a veces “es necesario tragarse algunos sapos”.

Paradójicamente, los momentos en que mas argumentos tuvo Scioli para romper con el kirchnerismo fueron tras la muerte de Néstor Kirchner y en su fría relación con la Presidenta. Trazando un paralelo, Insaurralde fue mas allá y, sin ninguna conducción por parte de Cristina, quien lo dejó a la deriva después de la derrota electoral del 2013 y ni siquiera lo invitó a tomar el té en Olivos para “conservarlo en el redil K”, el lomense hizo su camino y coqueteó con quien era la nueva estrella política, Sergio Massa.

Cuando Massa comenzó a descender en las encuestas y el escenario electoral se polarizó entre Scioli y Mauricio Macri, Insaurralde decidió y prefirió quedarse en el FPV y candidatearse a gobernador bajo el ala sciolista. ¿No es acaso una especulación política válida? ¿El peronismo no se ha caracterizado por priorizar a los dirigentes que tienen votos, mas allá de su estilo? Esa es la contradicción que debe resolver Cristina Fernández.

Semanas atrás, durante una reunión del otro precandidato presidencial fuerte del kirchnerismo, Florencio Randazzo, con intendentes peronistas y luego de que el ministro explicara la importancia de continuar el proyecto kirchnerista, uno de los caciques del conurbano bonaerense lo paró en seco: “Florencio, qué venis a hablarme del proyecto, a nosotros nos interesa ganar”.

La decisión de Insaurralde de competir por la gobernación fue duramente cuestionada por el kirchnerismo, que le recordó su protagonismo en el programa “Bailando por un sueño” o le sugirieron ir por la reelección en Lomas de Zamora. Rápido, el actual intendente se comparó con Scioli al señalar que, al igual que el gobernador, ahora es criticado por los K pero cuando vean que es el candidato que mas mide, lo aceptarán.

La desconfianza de Cristina Fernández en Scioli y hasta en el propio Randazzo, lleva a la Presidenta a buscar encorsetar al gobernador bonaerense, el candidato K mejor posicionado, buscándole un compañero de fórmula ultrakirchnerista, Axel Kicillof o Eduardo de Pedro.

Sin embargo, un problema similar se le plantea en la provincia de Buenos Aires. Insaurralde, según distintos sondeos, estaría por arriba de otros postulantes, todos ellos ultrakirchneristas, como Julián Domínguez, Diego Bossio o Patricio Mussi. Demás esta decir que, representando casi el 40 por ciento del electorado nacional, la provincia de Buenos Aires es clave para cualquier dirigente que aspire a la Casa Rosada.

¿Apostará Cristina a una fórmula “Scioli presidente, Insaurralde gobernador” si fuera la mejor posicionado en intención de votos? ¿Echaría a Insaurralde del Frente para la Victoria, obligándolo a ir por afuera o, quizás, como candidato de Macri?

Néstor Kirchner tal vez hubiera apostado al tándem Scioli-Insaurralde, si lo acercaba más a un triunfo, haciendo todo por encorsetarlos y para que el kirchnerismo sobreviva.

La política personalista y farandulera

Foto 1. Tras una larga semana de internación, la presidenta Cristina Fernández fue dada de alta, aunque debe hacer reposo en la residencia de Olivos. En estos siete días, como nunca, quedó reflejado que la Argentina sigue siendo gobernada por el personalismo.

Con el vicepresidente Amado Boudou doblemente procesado y sumando complicaciones en la Justicia, el ministro de Economía Axel Kicillof se convirtió en el virtual Presidente apareciendo en actos junto a ministros o encabezando la delegación la semana próximo a Australia, para participar del G-20.

No hay un equipo de Gobierno; hay una persona en la que recaen todas las responsabilidades y si no está, el poder queda en manos de uno de los referentes de La Cámpora.

Foto 2. EL diputado nacional por el Frente para la Victoria Martín Insaurralde fue noticia la semana que pasó por su casamiento con Jessica Cirio.

En medio de las gravísimas consecuencias que aún siguen provocando las inundaciones en la provincia de Buenos Aires, en municipios como el de Lomas de Zamora donde Insaurralde sigue siendo intendente, aunque en licencia, ¿era necesario tal exposición? ¿No hubiese sido mejor transformar su casamiento civil y la fiesta en algo más privado y no exponerlo en estos momentos?

Acertadamente, ni Daniel Scioli ni Sergio Massa asistieron a la fiesta. Ni el gobernador bonaerense, ni el diputado que quiere ser presidente ni el intendente de Lomas de Zamora en uso de licencia, deben ostentar en momentos en que miles de bonaerenses la están pasando muy mal.

El personalismo y el farandulero

“Néstor era como medio gabinete en una sola persona”, reflexiona un ex funcionario de Néstor Kirchner, dándole un valor agregado al santacruceño hiperkinético que manejó los hilos del kirchnerismo cuando era presidente y también cuando le tocó serlo a su esposa, Cristina Fernández. No obstante aquél protagonismo reflejó también lo imprescindible que era ese hombre para “el modelo”.

Un cuadro político de esas características, ¿por qué dirigentes de peso decidió reemplazarlo Cristina? Por nadie. En lugar de suplantar a Kirchner por dos o tres funcionarios de peso, que aporten un debate interno y enriquezcan la gestión de gobierno, se optó por ascender a los chicos de La Cámpora, para que se transformen en el sostén de Cristina Fernández. Increíble.

El kirchnerismo en la actualidad es el culto a la persona. En política, el personalismo es la adhesión de un movimiento político a una persona, a sus ideas y su voluntad. Es lo que ocurre en el oficialismo y con el Partido Justicialista, se subordina el interés partidario a las aspiraciones personales de la Presidenta. Si Ella está, todo fluye y nadie objeta las decisiones, salvo la oposición. Ahora, cuando Ella no está o, como ocurrió en estos días, se encuentra internada, el silencio se apodera del gobierno y la no gestión se hace latente, pese a los esfuerzos de los subordinados. No es un equipo de gobierno, es una persona el gobierno.

Basta con comparar el elenco ministerial de Cristina Fernández, con el que acompañó a Néstor Kirchner, y mas atrás los que manejaron el país junto a Raúl Alfonsin o Carlos Menem, para encontrar la diferencia de experiencia y trayectoria de los ministros actuales y los anteriores.

Está claro que ministros capacitados no hacen a un buen gobierno. Pero cuando hay problemas como una inflación que según la lente se ubica en 30 o 40 por ciento anual, y que genera una merma en el poder adquisitivo con la baja de índices de producción, consumo e inversiones, es mas fácil hallar una solución distinta si se tienen cuadros capacitados que adopten medidas mas eficaces que la del cepo cambiario, hacer desaparecer índices como el de la pobreza o directamente prohibir la sola mención del término “inflación”.

En el otro extremo del péndulo, está el farandulero. Insaurralde se convirtió en uno de los fenómenos políticos cuyo crecimiento se basa en sus apariciones en el programa de Marcelo Tinelli y en su vida mediática de la mano de su ahora esposa, Jessica Cirio.

A pocos minutos de haberse casado por civil, Insaurralde se enojo con un periodista que había criticado su falta de ideas, de definiciones. ¿Es justificado el enojo de un dirigente político que duda entre quedarse en el kirchnerismo o pasarse al massismo? ¿Es lo mismo para Insaurralde Daniel Scioli que Sergio Massa?

Insaurralde votó como diputado nacional a favor de la Ley de Abastecimiento y la Ley de Hidrocarburos, dos proyectos totalmente rechazados por el Frente Renovador de Massa. Y aún así, duda en quedarse en el Frente para la Victoria para irse al massismo. Evidentemente Insaurralde tiene un problema de identidad o no es nada mas que un especulador nato que irá con quien mida mejor, con tal de llegar a la gobernación bonaerense.

Salvando las distancias, su casamiento, por momentos, hizo recordar a muchos al de Carlos Menem con Cecilia Bolocco, que buscó generar un impacto tal en la opinión pública, que lo ayudara a ganar las elecciones presidenciales del 2003. Algo que ocurrió, aunque el “Turco” se bajó del ballottage con Kirchner.

Entre el personalista y el farandulero, están los dirigentes que trabajan y proyectan cómo mejorar la situación actual de la Argentina, sumida en la incertidumbre de la inflación y de la inseguridad. El camino del medio, ese que eligieron millones de argentinos cuando se los obligó a definirse por uno u otro extremo, tal vez tenga chances en el 2015.