Frenemos a los Metrodelegados

Quienes trabajamos en la Ciudad de Buenos Aires hemos sido perjudicados varias veces por medidas extorsivas de este grupo de irresponsables que busca obtener privilegios tomando de rehenes a miles de trabajadores y estudiantes haciéndoles perder tiempo y dinero.

Un bono de fin de año es una medida que puede realizar una empresa en base al éxito comercial que tuvo y el cumplimiento de objetivos estratégicos. Pretender que exista un derecho al bono es insensato porque se desentiende de la realidad particular de cada institución.

El caso del subte es aún más problemático porque cobran sueldos extraordinariamente altos, tienen jornadas de trabajo reducidas y se trata de un servicio público fuertemente subsidiado por lo que, técnicamente, la empresa no tiene “ganancias”. La renta de los administradores del subte y de sus trabajadores se paga en buena medida con los impuestos que nos cobran por distintas vías. Continuar leyendo

Los responsables de los destrozos en el Obelisco

La fiesta mundialista terminó súbitamente cuando un grupo de estúpidos decidió convertir la fiesta popular en un despliegue de violencia y destrucción. Esto no fue un accidente, esto no fue algo casual. La responsabilidad es del Gobierno Nacional. En concreto hay que analizar las leyes para saber quién se supone que haga qué cosa.

Antes que nada vale mencionar que en la Capital Federal persiste un problema de superposición jurisdiccional donde las funciones de policía se distribuyen entre la Policía Federal y la Metropolitana, quedando la primera a cargo de la mayoría de los delitos federales y la segunda a cargo de cuestiones contravencionales. Esto hace que en situaciones de desmanes como las que vivimos ayer la competencia rápidamente se vuelva concurrente, ambas policías deberían intervenir. Por ese motivo no corresponde que la Metropolitana actuase sola, mucho menos estando la Policía Federal también presente.

El problema de esta duplicidad de competencia es que no se pueden tener dos operativos policiales en paralelo. Para resolver este problema, la ley de seguridad interior (ley N° 24.059, a la cual la CABA adhirió según la ley 2.894 art 13) establece la responsabilidad del Ministro de Seguridad (art. 8) “ejercerá la conducción política del esfuerzo nacional de policía” y “Coordinará también el accionar de los referidos cuerpos y fuerzas entre sí y con los cuerpos policiales provinciales, con los alcances que se derivan de la presente ley. A los fines del ejercicio de las funciones señaladas en los párrafos precedentes, contará con una Subsecretaría de Seguridad Interior.”. Tenemos, entonces, dos responsables: la Ministra de Seguridad María Cecilia Rodríguez y el Secretario de Seguridad Sergio Alejandro Berni.

Disturbios obelisco

La responsabilidad del susodicho queda confirmada cuando el artículo 17 de la ley expresamente contempla que será su responsabilidad “b) Planificar, coordinar, supervisar y apoyar las operaciones policiales interjurisdiccionales o entre las instituciones que integran el sistema;”. Y aún si fueran insuficientes los efectivos el Secretario Berni podría haber recurrido a la intervención de la Prefectura y la Gendarmería. Por lo que no hay excusa para que no hubiese intervenido. Es el Secretario de Seguridad Nacional, una vez presente la PFA, el responsable de coordinar las fuerzas de seguridad.

Berni y la Ministra Rodríguez permitieron por inacción o inoperancia que destruyeran el centro de la Ciudad de Buenos Aires. El Gobierno Nacional permitió la destrucción contando con los medios y la responsabilidad de evitarlo.

¿Quién quiere ser ciudadano ilustre?

¿Qué es un “ciudadano ilustre”? La historia nos traza un camino que comienza como personas que dieron su vida por salvar al prójimo como Roque Pérez, Manuel Argerich y Francisco Muñiz en la lucha contra el cólera entre 1867 y 1868 para terminar en la Tota Santillan, legendario presentador televisivo de la movida tropical.

Lo cierto es que la normativa relacionada con las distinciones públicas es caótica y pone en evidencia el manoseo que ha experimentado la institución. En abril del 2001 se sancionó la ley 578 que establecía las condiciones de existencia de la distinción. Tres meses después, el entonces legislador porteño Santiago de Estrada presentaba un proyecto para además de solicitar que se estipule un número máximo y un procedimiento que limite la proliferación. Decía en los fundamentos del proyecto presentado:

“La tarea legislativa se ve muy trabada por la necesidad de tratar un número muy grande de iniciativas de esta naturaleza, que absorben un tiempo considerable en las sesiones plenarias.

En una ciudad de más de tres millones de habitantes, es obvio que la posibilidad de declarar Ciudadano Ilustre a un ciudadano es prácticamente ilimitada. Actualmente, entre los proyectos de ley que aguardan para su sanción hay varios que propician estas distinciones, y puede presumirse que si no establece un límite el número seguirá aumentando.

La Tota Santillán, personalidad destacada

La única forma de limitar esta proliferación de distinciones consiste en establecer un número máximo cada año, de modo que pueda practicarse una verdadera selección entre las candidaturas propuestas y otorgar después las distinciones en un acto público que implique un reconocimiento a personalidades de trayectoria muy destacada.”

Dos años después, la ley 1173 del 2003 establecía una mayoría especial de dos tercios de votos y un máximo de diez personas para ser declaradas ciudadanos ilustres y creaba la figura de personalidad destacada declarada por mayoría simple de votos y con un límite numérico: “Sólo podrán ser otorgadas un máximo de veinte (20) distinciones anuales”.

Pero como los límites en Argentina sólo son para los giles, decidieron eliminar la restricción de veinte personalidades destacadas llevando la cantidad de distinciones “al infinito y más allá” liderados por el entonces Jefe de Gobierno Aníbal Ibarra, mediante la ley 1895 del 2005. Esto provocó que se eliminen todos los incentivos para presentar oposiciones a las postulaciones y se potencian los incentivos para adoptar un espíritu de cuerpo en donde se van aprobando recíprocamente los proyectos sin mayor oposición. Como era de esperar la tendencia fue en aumento desde entonces.

Si bien reconozco que hay muchísimas personas con trayectorias destacables, entiendo que es preferible que las personas resuelvan esto de la manera más democráticamente posible, esto es, consumiendo sus productos y divulgando su opinión en las redes sociales.

Hoy por hoy, la declaración de Ciudadanos Ilustres corresponde a una visión de Estado que pronto se volverá obsoleta en donde un grupo de “notables” se reunía a honrar a quien merecía algún tipo de distinción. Creo que este paradigma está llegando a su fin. Inspirándonos en la plataforma del Partido de la Red (DOS) o en la plataforma Legislemos.org tranquílamente podríamos desplazar este tipo de declaraciones a plataforma interactivas donde los usuarios voten a quienes merezcan ser destacados quitándole la dura responsabilidad a los Legisladores.

Pero más allá de cómo se resuelva el procedimiento sobre cómo debe crearse la terna de personas a destacar, estoy totalmente convencido que una limitación del número máximo permitirá un debate más amplio, profundo y un mejor resguardo de los intereses de los ciudadanos.

Liberalismo “cebollita”

Quiero agradecer a todos aquellos que nos acompañaron en la decisión de presentarnos en estas PASO como candidatos a diputados nacionales en la lista encabezada por Carlos Maslatón. Quiero también traducirles parte de la experiencia vivida. Para los que no están al tanto, nos presentamos a internas en la Ciudad de Buenos Aires en el frente de Compromiso Federal y salimos segundos sobre seis listas. Resumo la experiencia en cinco puntos:

1) Fracaso político, no ideológico: ha sido una grata sorpresa ver que nuestras ideas, las liberales, tienen un alto nivel de aceptación y la gente las respeta, inclusive quien piensa diferente. Hay un gran margen para el crecimiento del sector liberal. Debemos encontrar las causas del resultado en otro lado.

2) Estrategia equivocada: optamos por impulsar una campaña de proselitismo en búsqueda del “voto liberal perdido” esperando que quien se identificara con las ideas liberales venga chocho a votarnos. El error estuvo en que al ser una oferta nueva encaramos por una vía donde resultó difícil fidelizar al voto y superar potenciales objeciones. Debimos apoyarnos en una campaña de uno en uno, más personal, para ir logrando una masa estable de votos.

3) Boicot mediático: el Grupo Clarín tenía sus candidatos y mintió durante toda la campaña diciendo que UNEN era el único espacio con internas. Asimismo, La Nación no nos dio espacio a fin de no dividirle el electorado al PRO y mintió acerca de la composición de nuestra lista al decir que el frente sólo presentaba una boleta a diputados. Esto refuerza la tesis de estrategia equivocada, dado que la poca figuración mediática debilita la posibilidad de convencer mediante carteles, folletos o acciones dispersas. Banco que cada medio haga lo que quiera, pero no supimos eludir de forma adecuada esta traba y nos generó un grave daño.

4) Estructura insuficiente: lo cierto es que los apoyos con los que contábamos no respondieron de la forma esperada y si bien pudimos corregir la tendencia hacia el final de la campaña, nos vimos desbordados por la cantidad de trabajo que se concentró en nosotros. Parte de esto también se explica por el origen anómalo de la decisión de participar sin una estructura previa. Armamos el equipo de campaña sobre la marcha. La falta de un armado estratégico hizo que muchos esfuerzos se emplearan de una forma inconveniente.

5) Enfoque discursivo equivocado: este es quizás un vicio generalizado por parte de los liberales. Solemos enfocarnos en los cómos, en las explicaciones de los procesos, en lugar de centrarnos en los beneficios concretos para las personas. Tenemos un fuerte problema de tratar de convencer a otros acerca de cómo funcionan las cosas cuando deberíamos centrarnos en explicarles los beneficios. Los liberales debemos comunicar diferente y abandonar el abordaje técnico y economicista. Nos hace parecer insensibles cuando solemos ser de los pocos preocupados por entender cómo funcionan realmente los procesos sociales.

El liberalismo está renaciendo como fuerza política. Venimos trabajando hace años para traer al debate político las ideas de la libertad (como fuerza nueva, rompiendo los prejuicios, presentando las ideas  y sin comprar los errores del pasado con los que no tenemos nada que ver). Siempre entendí que otorgamos un aporte fundamental para la democracia republicana. Entre otras cosas, cuestionamos el discurso facilista y muchas veces falaz de las otras fuerzas políticas generando una mejor calidad del sistema político.

En esta ocasión, no logramos alcanzar los objetivos electorales propuestos. No obstante, hay algo mucho más importante que hemos logrado hacer de forma honorable: representar nuestras ideas y allanar el camino para futuras experiencias. Concluyo este proceso con muchísimas experiencias nuevas y un mejor entendimiento de los procesos políticos.

Nuevamente, gracias a todos. Especialmente quiero agradecerle a todos los que confiaron en el proyecto que impulsamos e invirtieron su tiempo, dinero y esfuerzo en hacer que la propuesta de una sociedad más libre llegue a los votantes de la CABA. Gracias equipo, gracias amigos.

Lamento que la mesa de Necochea no haya estado en estas elecciones para ayudarnos, ahí ganábamos seguro.