Por: Yamil Santoro
Quienes trabajamos en la Ciudad de Buenos Aires hemos sido perjudicados varias veces por medidas extorsivas de este grupo de irresponsables que busca obtener privilegios tomando de rehenes a miles de trabajadores y estudiantes haciéndoles perder tiempo y dinero.
Un bono de fin de año es una medida que puede realizar una empresa en base al éxito comercial que tuvo y el cumplimiento de objetivos estratégicos. Pretender que exista un derecho al bono es insensato porque se desentiende de la realidad particular de cada institución.
El caso del subte es aún más problemático porque cobran sueldos extraordinariamente altos, tienen jornadas de trabajo reducidas y se trata de un servicio público fuertemente subsidiado por lo que, técnicamente, la empresa no tiene “ganancias”. La renta de los administradores del subte y de sus trabajadores se paga en buena medida con los impuestos que nos cobran por distintas vías.
Imaginemos que administramos un kiosco. Si vendí mucho y me fue muy bien, podría elegir compartir una parte de esas ganancias con mis empleados para motivarlos a seguir trabajando bien. De la misma manera, si me llega a ir mal nadie espera que los empleados aporten parte de su salario para salvar a la empresa o que cobren menos. Promovemos una cultura de irresponsabilidad pretendiendo ser socios en las ganancias del otro pero desconocidos en las malas. Todo empresario sabe que su actividad posee riesgos y que el fruto de tomar buenas decisiones es tener ganancias y el castigo por las malas es las pérdidas. En ese contexto el bono viene a ser una liberalidad.
¿Pero qué pasa si el sueldo de mis empleados lo paga el gobierno? ¿Qué pasa si es el Gobierno el que cubre mis pérdidas en caso de que me vaya mal? Entonces el pagador ya no es el consumidor, son los contribuyentes. El resultado de mi empresa ya no depende de mi capacidad de satisfacer a los usuarios si no que empieza a depender de mi capacidad de apretar con más fuerza la teta del Estado. En este contexto de servicios subsidiados, los “metrodeleVagos” (¿cómo llamar si no a quien intenta obtener algo de otra persona a cambio de fuerza o violencia?) están buscando obtener una mayor asignación de impuestos: que les den más plata que a vos y a mí nos sacan forzosamente.
¿Por qué habríamos de recompensar a los “metrodeleVagos” que nos toman de rehenes? ¿Cómo podríamos calcular si a una empresa fuertemente subsidiada con nuestros impuestos “le fue bien” como para pagar un bono? ¿De dónde sale la plata para pagar ese bono si no de nuestro bolsillo por la fuerza? ¿Acaso los “metrodeleVagos” se esforzaron por darnos un servicio óptimo? ¿O en cambio se ocuparon de sabotear, por ejemplo, las máquinas de recarga de las SUBE?
Tenemos que frenar las extorsiones. La clave de generar riqueza como sociedad es que las bases de intercambio se den por acuerdo entre las partes, de relaciones ganar-ganar donde ambas partes obtienen un beneficio. En este caso sólo veo un grupo que intenta obtener un beneficio extraordinario (los “metrodeleVagos”) a costa de un grupo de zonzos que seguimos pagando impuestos y teniendo problemas porque algunas personas se creen que pueden usarnos de rehenes para sacarse el gordo de Navidad.
Necesitamos construir entre todos una sociedad que premie el esfuerzo, la solidaridad y el respeto al otro. Necesitamos también terminar con las mafias, los vivos y los especuladores. Espero que terminen adecuadamente sancionados con toda la fuerza de la ley.