Quizás te pasa, como a mí, que de golpe sentís que la realidad se siente diferente a aquello que te cuentan. Tuviste que entender que existen dos inflaciones, dos precios del dólar (aunque técnicamente serían diecisiete), dos pobrezas, dos inseguridades. Una doble realidad, entre relato y el bolsillo, entre lo que ven tus ojos y las fantasías de la cadena nacional.
Lo “blue” pasa a ser cada vez más criminalizado, marginal o censurado. Si un profesional publica su estudio sobre la inflación, o una ONG como la de Héctor Polino habla del tema, el Gran Demócrata Guillermo Moreno lo multa. “Por tu bien y el de todos”, dicen. ¿Cómo nos beneficiaríamos todos de que haya menos voces? ¿O piensan que esconder estadísticamente a los pobres hace que éstos tengan un plato de comida, techo o una vida mejor? Como mucho el silencio sirve para que olvidemos ese hospital que falta, esa obra que nunca se hizo o ese policía que no estuvo. ¿Olvidaremos que se fugaron todas esas posibilidades en la bandada de valijas voladoras afuera del país, cortesía de algún Fariña?