Por: Carlos De Angelis
Falta poco tiempo para las elecciones primarias abiertas simultáneas y obligatorias (PASO) que tendrán lugar el 11 de agosto, y no parecen existir grandes novedades en el arco político argentino, quedando todo el panorama resumido a la reiterada pregunta sobre qué piensa hacer el intendente de Tigre, Sergio Massa, o algunos arreglos de último momento. Como pasó en 2011 cuando debutaron las PASO y se convirtieran en una rara elección previa a la “verdadera”, las agrupaciones vigentes no parecen tener muchos planes para dirimir sus internas en las primarias. A esta altura parecen existir cuatro polos o cinco polos en la oposición con posibilidades de presentar una propuesta nacional y con chances de superar el fatídico 10%.
El Frente Amplio Progresista tiene la expectativa de crecer desde el baluarte de la provincia de Santa Fe de la mano de Hermes Binner, cierto espacio ganado en la Ciudad de Buenos Aires con Victoria Donda, Prat Gay y probablemente Gil Lavedra; y en Córdoba con el aporte del verborrágico Luis Juez. La presencia de Dante Caputo en las listas de provincia de Buenos Aires apunta a erosionar aún más el caudal electoral de la UCR. El FAP corre con la enorme ventaja de no poner diputados en renovación (excepto algunos que han sido electos por otras fuerzas), con lo cual es “todo ganancia” y espera, si logra superar el 20% a nivel nacional, desplazar a la UCR como segunda fuerza de oposición parlamentaria.
Un viscoso Peronismo Federal se presenta con centro en Córdoba con el gobernador De la Sota, contando con la estructura nacional del gremio de Camioneros, el rostro visible de Hugo Moyano, la incógnita electoral de Roberto Lavagna en Capital y el imponderable aporte de Francisco de Narváez. No hay que perder de vista que Pepe Scioli, el hermano de Daniel, trabaja en este sector y podría tener un rol destacado en las listas aprovechando el efecto confusión. También el aporte silencioso de algunos intendentes del conurbano puede resultar decisivo para las chances electorales de ese espacio.
Luego, viene un solitario PRO que no logra otros aportes que el de los famosos como Baldassi, Ginóbili, Castilli y Del Sel o De Angeli y apuesta sus fichas a una casi segura victoria en la ciudad de Buenos Aires con la carta fuerte de Gabriela Michetti al Senado y la posibilidad de solidificar una esquema favorable en el cordón norte del GBA de la mano Gustavo Posse y Jorge Macri. Estas cartas en la mesa son aún muy poco para el armado nacional de Mauricio Macri, quedando por ver si el ex Midachi tiene resto para vencer a Hermes Binner en Santa Fe y Olmedo dar el batacazo y vencer en Salta.
Con eje básicamente en Capital Federal la dupla de Carrió – Solanas tendrá como principal elemento discursivo la ejecución de las denuncias televisivas de Jorge Lanata (lo que no es poco) y se ocupará de disolver el voto de la centroizquierda, que de no mediar una acción conciliatoria, perderá una oportunidad de convertirse en la segunda fuerza electoral en el distrito en condiciones de disputar la jefatura de gobierno en 2015, donde Macri no podrá ser reelecto.
Por último, una desinflada UCR observa cómo importantes figuras de su acervo hacen otros planes, quedando por verse las posibilidades de Ricardo Alfonsín en Buenos Aires, Cobos en Mendoza o Terragno en la Capital o si puede tejer algunas alianzas, como con Stolbizer del GEN.
Se renuevan 127 diputados nacionales, de los cuales 38 son del Frente para la Victoria, 25 de la UCR, unos 20 de los distintos bloques peronistas y 8 del PRO. También abandonan sus bancas seis diputados del bloque de la Coalición Cívica – ARI. Y hay que sumar a algunos aliados de FPV, como los dos diputados por Nuevo Encuentro y del interbloque Unión Federal.
Entre las espadas parlamentarias que abandonan la Cámara baja por el oficialismo figuran Carlos Kunkel, el flamante ministro Agustín Rossi, Juliana Di Tullio, Remo Carlotto, Diana Conti y Héctor Recalde; por la CC-ARI, Elisa Carrió y Alfonso Prat Gay; por Proyecto Sur, “Pino” Solanas y Alcira Argumedo. Por el PRO salen Gabriela Michetti, y Laura Alonso y por el Nuevo Encuentro, Martín Sabbatella y Carlos Heller. Finalmente para destacar por la UCR, salen Ricardo Alfonsín, y Oscar Aguad, y por el Peronismo Federal Eduardo Amadeo, Ramón Puerta y el propio Francisco de Narváez.
Muchos de los nombrados buscan, en estos días afiebrados de cierre de listas, ser reelectos, mientras que otros intentarán recalar en los poderes ejecutivos. Contando con los dos aliados de Nuevo Encuentro, el FPV necesita un piso del 31% para mantener su bloque intacto numéricamente. Entre quienes renuevan por el oficialismo, 13 (con Sabbatella) pertenecen al distrito de la Provincia de Buenos Aires de los 35 que se eligen, lo que le exige el aproximadamente el 35% para mantener la fuerza parlamentaria desde esa provincia. Esto implica que la mayor presión no es electoral, sino lograr tener gente propia en los entre los primeros quince o veinte lugares en la provincia más populosa del país, frente a las ambiciones presidenciales de Daniel Scioli.
Se sabe que en las elecciones de medio término los electores votan más por afinidad que en las presidenciales, donde prima el pragmatismo y la gobernabilidad. Esto coloca en riesgo a la oposición que, sin un liderazgo que ordene, se vaya nucleando en pequeñas agrupaciones que pugnarán por superar el 10%, y despeja el camino al kirchnerismo que si logra superar el 35%, con gran distancia de las restantes listas podrá considerar que luego de diez años de gobierno sigue teniendo poder de fuego electoral.