Macri, Massa, Scioli: cómo se sale del triple empate

Carlos De Angelis

Massa, Scioli, Macri: no importa en el orden que se expresen en las encuestas, encarnan una situación no muy común en la historia de las candidaturas presidenciales en Argentina, incluso en el mundo. Un triple empate. Visto desde el presente es imposible predecir quién asumirá en diciembre de 2015.

Para ponerlo blanco sobre negro, todas las encuestas (incluso los censos) tienen un margen de error propio como el “precio” a pagar por estimar desde una muestra. Este error suele calcularse en general en más o menos 2 al 5 por ciento. Por ejemplo, si se dice Macri tiene el 22% de adhesión a su candidatura, en realidad la estimación iría del 20 al 24% (pensando en el mínimo del 2%). Los tres candidatos están medianamente dentro de esta ventana.

Cuando surge una medición donde puntea alguno de los tres, provoca una efímera alegría en los headquaters de los candidatos, pero no impide que otro encuestador salga a la semana siguiente con otros números, levemente diferentes, pero con otro aspirante de los tres al tope de la lista. Dentro de un panorama de relativa estabilidad, las oscilaciones provocan burbujas que explotan rápidamente.

¿Cómo se desempata el asunto?

Existen infinidad de elementos que se irán definiendo en los próximos meses. En este caso, se identificarán tres: cómo se irán decantando los votantes, quiénes acompañarán a la figura presidencial y cómo se configurarán las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO).

El primer interrogante es cómo se irán disponiendo los indecisos, desencantados y desinformados que, a ciencia cierta, encabezan las encuestas. Los que están indecisos se irán definiendo con el paso de los meses, pero los desencantados, constituyen una categoría política que habrá que observar atentamente. Muchos de los ciudadanos no están conformes con el abanico de candidatos que se está ofertando. Desde luego hay muchos otros políticos que asomarán en las boletas presidenciales, pero con escasas posibilidades de acceder al “juego grande”.

Los “desinformados” son una clase particular de ciudadanos, suelen estar fuertemente despolitizados, van a votar porque en la Argentina tiene alta sanción social no participar del sufragio, más allá de la obligatoriedad, suelen elegir el día de la elección o directamente en el cuarto oscuro, y en muchos casos guiándose por las encuestas. En una situación de empate pueden ser decisivos.

En el otro margen de la política, se debe observar la construcción de los escenarios políticos vinculados a las demás candidaturas y las posibles alianzas electorales. Aquí se destacan dos elementos, en primer lugar quienes serían los acompañantes en las papeletas presidenciales. El rol históricamente controversial del vicepresidente aquí toma vuelo propio.

Cómo elegir a un candidato en el segundo término de la fórmula presidencial, que sume votos propios y que luego no se vuelva en contra como boomerang envenenado, desvela a los candidatos que repasan las experiencias fallidas en los de 30 años de democracia. Sin internas partidarias, en general el candidato a presidente elige a quién lo acompañará. En general, se debiera priorizar a quién sume otro perfil de votante que el candidato principal no asegura. Es tradición que si el candidato es de la ciudad de Buenos Aires, el vice sea de otro territorio que exprese por ejemplo al centro del país. Pero a veces esta lógica se ha roto como en el caso de De La Rúa – Álvarez.

También se debe evaluar quién será el candidato a gobernador de provincia de Buenos Aires. Si bien, por ejemplo, Massa tiene varios en carpeta, Macri no tiene ninguno que haga la diferencia, y Scioli cuenta con Insaurralde que es quien más mide, pero éste juega con una ambigüedad que le asegure un mayor juego político. La situación posible de contar con el presidente de un partido político y el gobernador otro, hace prever dificultades de gobernabilidad.

El tercer gran enigma es cómo se constituirán finalmente las PASO. Es un laboratorio experimental sin mucha experiencia previa para contrastar. ¿Qué pasaría si Scioli tuviera que competir con Randazzo y otros candidatos dividiendo el voto del Frente para la Victoria, y Massa y Macri fueran con lista única? Probablemente saldría tercero, buscando instalar que el voto conjunto del FPV supera a las demás listas. Esta hipotética situación tendría consecuencias impensadas por los analistas políticos.

Como se puede observar, la paridad técnica entre los candidatos esconde muchas tensiones, posicionamientos, negociaciones y estrategias políticas. Algunas se debaten a la luz pública y otras guardadas bajo siete llaves, en un escenario donde se pueden esperar nuevas sorpresas.