Un nuevo comienzo

Finalmente Mauricio Macri es el presidente electo de la Argentina. Un hecho simplemente inconcebible sólo unos meses atrás se ha transformado en realidad. Una noche de doce años de oprobio y despotismo ha terminado. Lo que queda por delante es una tarea ciclópea. La columna vertebral del país ha sido destruida: se dividió a la sociedad, se fundieron sus reservas, se quebró el aparato de producción agrícola probablemente más eficiente del mundo y se unió a la Argentina a los carros de los peores autoritarismos del planeta.

La magnanimidad será la palabra de la hora. De todos. De Macri, extendiendo la mano hacia quienes no lo votaron. De los que perdieron, aceptando el cambio de época. De la sociedad civil que deberá ser paciente y comprensiva. De los sindicatos, que deberán colaborar para mantener la paz social. De los empresarios, que deberán ser más emprendedores que dueños de empresas y de los trabajadores, que deberán confiar en un futuro mejor para sus familias.

Pero todo lo duro que pueda ser ese horizonte cercano no se compara con la degradación que el país soportó en estos años, con el robo, la prepotencia, el atropello, la ambición enferma por el poder, con la degradación republicana, con la burla a las instituciones y a la Constitución. Continuar leyendo

El miedo a Scioli

Finalmente ocurrió el debate presidencial entre Mauricio Macri y Daniel Scioli. Formalmente el experimento superó las expectativas. Fue mucho más entretenido que el debate de cinco candidatos antes del 25 de octubre (con la ausencia de Scioli) y hubo ingredientes picantes que muchos no esperaban.

Daniel Scioli llegó con la misión de trasmitir el consabido miedo a Macri. En ese sentido, dio vueltas y vueltas alrededor del levantamiento del cepo, de los subsidios, de un eventual arreglo con los holdouts y de la devaluación.

El tiempo corto que había para responder dejó, entonces, una serie de preguntas y respuestas por hacer al candidato del Gobierno y del Frente para la Victoria.

En primer lugar, si como Daniel Scioli dice, un eventual Gobierno de Cambiemos implicará el fin del cepo (el gobernador hizo referencia a él usando incluso esa mismísima palabra), quiere decir que el cepo existe, pese a que su vigencia fue negada una y otra vez por todo el Gobierno desde la Presidente para abajo.

Aceptado entonces ese extremo, habría que haber preguntado cuántos países en el mundo aplican ese instrumento y por qué se cree que la Argentina puede utilizarlo sin sufrir consecuencias. Continuar leyendo

El inverosímil cambio de Daniel Scioli

No caben dudas de que Daniel Scioli ha operado un cambio sustancial dentro de su propia persona. Hasta su rictus aparece forzado, como emitiendo espasmos de sonrisas programadas que, en más de una ocasión, saltan al protagonismo en un momento inadecuado, como ligeramente desfasadas, para luego dar lugar al regreso de otras muecas de nerviosismo igualmente impostadas.

Debe ser que ni él cree lo que ha comenzado a decir. Dicen que cuando uno dice cosas en las que no cree, la química del organismo emite sustancias que transforman las expresiones de la cara. Pues algo parecido le debe estar sucediendo al gobernador, porque las imágenes que entrega su presencia son completamente inéditas. Son tan inéditas como el contenido de sus declaraciones, aun cuando esos mismos dichos sirvan para aclarar un poco más los tiempos que vienen.

Scioli se crió en una familia de comerciantes. Su padre, José, que empezó bien de abajo, se transformó en un gran empresario del retail, con muchas sucursales de su famosa casa de artículos para el hogar. Fue, junto con Héctor Pérez Pícaro, lo que hoy son Garbarino y Frávega.

Esa crianza le enseñó cuántos pares son tres botas. En otras palabras, quién es el que crea la riqueza de un país, de quién depende la creatividad y, fundamentalmente, quién es el principal generador de trabajo en una sociedad. Continuar leyendo

Frente a campañas incomprensibles

Vincent Price se hizo famoso por una risita macabra con la que decoraba algunas películas de suspenso y terror. Se trataba de una mezcla de goce y perversión que el actor transformó en su marca registrada.

Algo parecido debe estar ensayando Daniel Scioli al ver el espectáculo que ofrecen Mauricio Macri y Sergio Massa desgarrándose votos que sólo serían útiles para ganarle a él.

El ex intendente de Tigre acaba de desafiar al candidato de Cambiemos a un debate cara a cara por el segundo puesto, mientras que el líder del PRO ha pedido a la ciudadanía no despilfarrar su voto y concentrarlo en su propuesta para asegurarse un lugar en la segunda vuelta.

Si Scioli gana en estas condiciones, sería un caso de estudio en donde un candidato se impondría casi con nada, debiéndoles casi todo su triunfo a sus contrincantes.

En efecto, Scioli carece de una propuesta atrayente. Su discurso es una ensalada de kirchnerismo culposo y contradictorio. En el mejor de los casos, sus fórmulas parecen bien lejanas de lo que el país necesita en este momento del mundo.

El gobernador aún cree que su fórmula mágica de amor y paz todo lo puede. Pero hoy en día hay ciertos rigores técnicos de los que no se puede escapar y en los que él y su equipo no parecen querer meterse. Continuar leyendo

Argentina debatió

Finalmente Argentina tuvo un debate presidencial. Cinco de los seis candidatos a la Presidencia se presentaron en la Facultad de Derecho y completaron la primera experiencia del país en esta materia.

Sin embargo, la ausencia de Daniel Scioli, además de injustificada, privó al encuentro de las características de un verdadero debate.

En efecto, todos quienes estaban allí tenían posturas contrarias al rumbo que el país tiene bajo el kirchnerismo y la real gracia de la cuestión hubiera consistido en enfrentar, justamente, las posiciones de defensa y ataque al modelo actual.

El gobernador de Buenos Aires dio una malísima señal al ausentarse. Se sabe que su presencia no fue “autorizada” por la plana mayor del Gobierno, esto es, por la señora de Kirchner. Obedeciendo esas órdenes Scioli reafirma las dudas que pesan sobre su real capacidad de mando y sobre su verdadero nivel de autonomía. Aunque al no ir al debate haya evitado que le hicieran preguntas como esa, no pudo impedir que su atril vacío fuera una especie de confirmación de las sospechas.

El experimento debe mejorarse, no caben dudas de eso. Los candidatos aparecían como recitando su “cuentito” en los dos minutos que tenían y, al estar vedadas las repreguntas, no se podían profundizar las posiciones. Continuar leyendo

La continuidad de la vida bajo control

Si gana Daniel Scioli, los controles de precios y la administración de los dólares continuarán. Al menos eso anticipó el secretario de Comercio, Augusto Costa, a empresarios de varios sectores. Fue durante una reunión que el funcionario mantuvo ayer.

Esta simple verificación confirma que lo que está en juego el 25 de octubre no es solamente la elección de un presidente, sino la decisión sobre un modelo de vida, sobre una concepción del mundo y de las libertades del hombre común.

No se trata aquí simplemente de elegir un partido u otro, sino de seguir moldeando un modelo de sujeción y yugo que mantiene atadas las fuerzas creativas de los individuos a planillas de Excel y a autorizaciones de personajes que se creen superhombres y con mayor capacidad que el hombre común para administrar sus negocios y su plan de vida. Continuar leyendo

La recta final

El país entra en el mes final antes de las elecciones de primera vuelta con la duda, justamente, si el presidente podrá ser decidido en una sola ronda electoral o si se necesitará de un ballotage para terminar de conocer el resultado.

Todas las mediciones apuntan a un escenario muy ajustado en donde Daniel Scioli puede ganar por apenas unas décimas o ir a una segunda vuelta también por unas décimas.

No es, desde ya, el escenario ideal. Con el antecedente tucumano aún fresco en la memoria de todos, cualquier número ajustado traerá aparejados reclamos, sospechas, peticiones e incertidumbre.

Muchos de los que aspiran a un cambio en el país le achacan a Mauricio Macri su falta de visión para presidir una gran coalición que desalojara, sin duda alguna, al kirchnerismo del poder. Esa posibilidad estaba en el tablero de opciones si el PRO hubiera alcanzado un acuerdo con el Frente Renovador.

A partir de sus diferencias, el Gobierno encontró una rendija por donde colar e incentivar la división del voto opositor, haciendo que esa intención de cambio se divida entre Macri y Massa neutralizando al mismo tiempo a los dos.

Si la táctica da resultado, habrá muchos que considerarán que se perdió una enorme oportunidad para derrotar al populismo autoritario.

La cuestión es si Sciole gana. Porque allí se abre un escenario de pujas que incluso se han insinuado con bastante claridad aun antes de las elecciones, en estas semanas que estamos transcurriendo.

El último ejemplo de lo que podría ser un eventual gobierno de Scioli lo tuvimos estos días cuando prácticamente al unísono, el gobernador de Buenos Aires anunciaba que durante su gestión habría inversiones por 30 mil millones de dólares y la CNV emitía una resolución por la que, manu militari, se le hacía perder a los ahorristas argentinos miles de millones de dólares por la simple vía de obligarlos a valorizar los bonos en dólares que pudieran tener en sus carteras, no al tipo de cambio del “dólar bolsa” sino al tipo de cambio oficial: en un solo segundo se habían esfumado de los bolsillos más de 4 mil millones de dólares.

¿Qué inversionista extranjero podría sumarse a los 30 mil millones que pretende Scioli con un antecedente como este? Además la sola mención aspiracional de atraer esos flujos al país conlleva el sobreentendido de un arreglo con los holdouts, y es justamente eso, lo que Cristina mandó a torpedear en el acto.

Imaginen ustedes la misma escena pero con el gobierno de Scioli ya echado a rodar. Será muy difícil para el país convivir con una lucha interior de semejante magnitud, entre un presidente que va a querer ejercer los atributos de su poder y un partido (el propio) que va a hacerle la vida imposible desde el Congreso y dese las declaraciones partidarias.

El país debe edificar canales de control lo suficientemente eficientes para evitar que autoridades que hayan sido elegidas por el voto popular se transformen en una amenaza para la libertad y que la ley sea utilizada para amparar esos comportamientos en lugar de estar dirigida, en primer término, a proteger los derechos civiles, las libertades individuales y las garantías de la Constitución.

No hay dudas de que la ambición política o un excesivo personalismo han sido también las causas de que parte de ese edificio jurídico no hay podido empezar a construirse ya. Una oposición unida en la defensa de los valores y de la filosofía de la Constitución y comprometida en regresar a las fuentes institucionales de la Argentina era lo que  se precisaba para consolidar un sistema que cerrara las puertas a la demagogia, al clientelismo y a la solidificación de una sociedad paupérrima y zombificada que no aspire a otra cosa más que a recibir “su ración” estatal diaria.

En el tiempo que queda solo puede aspirarse a que una mayoría decisiva de argentinos haya recapacitado sobre el tipo de vida a la que nos estamos acostumbrando y a que una repentina rebelión contra ese status nos dirija a un resultado que pueda cambiar el rumbo que traemos.

Si eso no ocurre, el futuro de la Argentina no será brillante, será gris. Y la gracia de vivir, de inventar, de crear, de ser originales, innovadores y diferentes habrá perdido una oportunidad quizás definitiva para hacer de esta tierra lo que alguna vez soñaron quienes nos fundaron y quienes, como nuestros abuelos, vinieron aquí con la esperanza de dejar atrás la pobreza, el yugo y la dominación de unos personajes que se creían los dueños de sus vidas.

Lo que Tucumán debería enseñarle a la oposición

Mauricio Macri dijo directamente que en Tucumán no había habido elecciones, dando a entender, seguramente, su intención de que la jornada electoral se repita por completo.

Quizás sea esa una exageración pero está claro que algo muy grave pasó en el feudo gobernado por los Alperovich y que alguna determinación firme deberá esperarse de la Justicia Electoral.

Ayer por la noche el escenario del domingo se agravó, cuando miles de tucumanos se dirigieron a la plaza que está frente a la Casa de Gobierno y se manifestaron fuertemente en contra del fraude y del sistema feudal que los gobierna desde hace años.

No era gente adinerada; casi diría que ni siquiera eran de clase media. Era gente humilde que pedía que terminara el sistema de compra de voluntades y de clientelismo político. Pedían trabajo y no extorsiones con bolsas de comida. Continuar leyendo

Renovados bríos de rencor

Bajadas las aguas de la inundación, y creída que las controversias que podían echársele en cara por semejante desastre ya se habían disipado, la Presidente regreso a la cadena nacional el jueves por la tarde para notificarle a la sociedad que “el proyecto” resistirá.

Investida de un renovado brío de rencor, la Sra. de Kirchner estuvo una hora y media delante del micrófono repartiendo críticas por doquier, haciendo campaña política de modo indisimulado mediante el uso de los recursos públicos pagados por los argentinos de todas las ideas (no solo por aquellos que comparten las suyas) y empezando esas admoniciones por ¿su propio candidato?, Daniel Scioli.

De lo dicho por la Presidente, se desprende que su proyecto es maniatar a cualquiera que venga a partir del 10 de diciembre para que no puedan tocar un solo grano de arena de la montaña que se ha formado en los 12 años de kirchnerismo. Para ese sector cualquier cambio equivale a una traición. A tal punto ha crecido su convencimiento de que ellos son la Argentina que entiendan que cualquiera que intente modificar ese rumbo es un enemigo de la nación.

Para ello, aun en el caso de que gane Scioli, preparan una estrategia de trincheras en el Congreso para tornar imposible el gobierno de un cambio. Parte de eso por ejemplo tiene que ver con el anuncio del envío de un proyecto de ley al Congreso según el cual para introducir cambios en la estructura accionaria de empresas que tengan acciones de la ANSES se requerirá una aprobación legislativa que reúna los 2/3 de los votos. Más trabas, más cepos, más prohibiciones, más regulaciones para una economía ya asfixiada por ataduras de todo tipo, que la han postrado y, en muchos casos, le han provocado la muerte. No sería extraño que en la nueva agencia creada por esa ley termine llevando la voz cantante el hoy ministro de economía Axel Kicillof.

Cuando la Presidente se metió de lleno en la campaña, habló de la existencia de “mala gente”. Es probable que la Sra. de Kirchner tenga razón, aun cuando haya discrepancias sobre quién es esa “mala gente”.

La referencia apareció cuando comentó cómo algunos candidatos habían “usado” –según ella- el drama de las inundaciones para tratar de sacar rédito político. ¿Será que la Presidente habla desde el lugar que tiene alguien que prácticamente ha hecho un doctorado de esa práctica? Mencionó (sin nombrarla, como es un clásico en ella) a María Eugenia Vidal a la que describió como calzándose las botas para hacer demagogia. Seguramente olvidó su propia e incómoda visita a La Plata, en 2013, cuando, también con botas, intentaba explicar el casi centenar de muertos que se llevó el agua. O sus incursiones en el barro salteño cuando, también con botas, aparecía frente a las víctimas de un aluvión, quizás en un momento en donde le daba más valor a su presencia que a su borrada.

Intentó conectar a Macri con los 90, cuando también sin nombrarlo habló del salariazo y la revolución productiva. Uno se pregunta ¿quién hacía política con Menem en ese momento, Macri o los Kirchner, para quien Menem fue el más grande presidente argentino?

Dedició un párrafo -que habría sido mejor evitar- para el militante radical muerto a balazos en Jujuy por repartir volantes de apoyo al senador Gerardo Morales. La Presidente entró en una pueril discusión sobre la afiliación del asesinado, asegurando que pertenecía al movimiento Tupac Amaru y a Unidos y Organizados. El pequeño detalle que olvidó es que en el régimen comuno-fascista que de hecho gobierna Jujuy no se puede vivir si no se está afiliado al movimiento que lidera la dirigente antidemocrática Milagro Sala: para estudiar, para trabajar, para hacer lo que sea en Jujuy, hay que afiliarse al ejército de Sala porque así se accede a planes, a viviendas y a las demás prebendas que Tupac Amarú negocia con el gobierno nacional.

La Sra. de Kirchner en ningún momento condenó el hecho. Sus palabras tendieron a desincriminar a quien es apuntado por las pruebas más importantes de haber cometido el crimen (la agrupación de Sala) pero no reservó ninguna palabra para la condena de la muerte, sea de quien sea.

El argumento del asesinato en ocasión de robo de celular no tiene ni pies ni cabeza, en un operativo en donde participaron tres motocicletas.

Luego la Sra. de Kirchner salió en una velada defensa de Lázaro Baez proponiendo que se investigue a todas las empresas concesionarias de obras públicas, un expediente muy parecido a armar una ensalada inentendible en donde, finalmente, no se investigue a nadie.

Respaldada por “filminas”, mostró los listados de esas empresas y en una de ellas aparecía entre paréntesis (en una variante bastante poco profesional) la leyenda “amigos de Macri”. Lo verdaderamente curioso es que al lado del nombre de Electroingeniería, la segunda empresa con más obra pública concesionada, no aparecía en ningún paréntesis aclaratorio la leyenda “amigos de Zannini” como públicamente es Gerardo Ferreyra.

La reaparición de la Presidente en cadena nacional no agregó un solo gramo positivo a los momentos nada tranquilos que vive la Argentina. Se necesita una palabra calma y de diálogo, no la exaltación de una utopía como aquella a la que le cantaban el clásico conjunto de desaforados del Patio de las Palmeras: la reelección de Cristina. ¿De qué hablan? ¿en qué planeta viven?.

Todo terminaría allí si el episodio se limitara a esa minoría. Pero los gestos sin equilibrio, desde un balcón elevado, de la que debería marcar los límites de la moderación son los que producen la preocupación y las dudas.

La “cristinización” de Scioli, una carta peligrosa

Daniel Scioli decidió ponerse un traje de antipatía para enfrentar las consecuencias de las inundaciones en la provincia de Buenos Aires. Quizás sea un primer ensayo sobre el curso de modales kirchneristas que, aparentemente, ha decidido tomar.

Durante meses -si no años- trató de convencer a media ciudadanía de que, pese a ser “un hombre del proyecto”, él era distinto, dialoguista, educado, de buenas maneras.

Pero el desastre que es su provincia puesto de manifiesto por la inclemente naturaleza, sumada a la falta de controles y a una administración ineficiente, parece haber sacado de su centro al gobernador, que no tuvo mejor idea que salir al cruce de Mauricio Macri, del peor modo.

Durante mucho tiempo vendió la imagen de la amistad y de la relación de respeto que lo unía al hoy candidato de Cambiemos. Pero bastó que este comentara los trabajos de ingeniería hidráulica que harían falta en la provincia de Buenos Aires y que no se han hecho en todos estos años, para que el gobernador saliera con los tapones de punta.

A su juicio también estaría mal que los candidatos de la oposición hayan hecho comentarios sobre las inundaciones: según Scioli, esos son aprovechamientos políticos de las desgracias. Continuar leyendo