Decisión radical

Daniel Muchnik

La convención radical fue una muestra más que la UCR, más allá de ciertas maniobras personales de algunos dirigentes, es un partido con criterio y sentido de la democracia. Por lo menos se discute. Sus integrantes no se manejan a dedo o por órdenes recibidas caprichosamente, a diferencia de otros partidos que existen en la escena nacional. Llevaron a una convención la decisión acerca de una opción . Por supuesto que en Gualeguaychú fueron muchos los que no estuvieron de acuerdo con la resolución de aliarse con el PRO de Mauricio Macri. Protestaron muchos sectores de la juventud que se expresaron a los gritos, otros líderes que se ven desplazados de la elección consagratoria del próximo gobierno en este año. Y también pusieron mala cara y varios argumentos algunos históricos del radicalismo que ven deshilacharse, más de lo que ya estaba, el partido de sus amores.

El problema fue qué hacer con un partido que se fragmentó hace ya muchos años y siguió soportando rupturas internas drásticas en una seguidilla que viene de los tiempos de Leandro Alem con su sobrino Hipólito Yrigoyen, los alvearistas contra los personalistas (que idolatraban al caudillo que los llevó por primera vez al poder en 1916), los que tranzaron con las autoridades en la década infame de los años treinta, los antiperonistas y los que negociaron con el peronismo, los balbinistas que rechazaron a los frondizistas. El Radicalismo, el partido más longevo del panorama político, ha pasado por miles de peripecias.

El mismìsimo Raúl R. Alfonsín tuvo sus detractores cuando retornó la democracia. Y hubo una fuerte oposición a que el partido se uniera al Frepaso en 1999. Se conocieron críticas muy frontales contra Fernando de la Rúa, a quienes llamaron representante del “conservadorismo”.

Hoy, el radicalismo, igual que el peronismo,está deshilachado y con pocos fundamentos ideológicos más allá de la defensa verbal, reiterada y con poco eco de las instituciones, el republicanismo y la validez de la Constitución. No siempre fue así porque dirigentes del radicalismo acompañaron a los militares en distintos golpes de Estado y lo hicieron con gusto. Como la mayoría de los partidos, en especial los antiperonistas, como también los peronistas que se engancharon con el golpe de Juan Carlos Onganía en 1966 para tumbar a Arturo Illia.

En Guyaleguaychú hubo que decidir si el radicalismo debía unirse a UNEN o separarse y buscar una mejor elección. UNEN ya había implosionado con las peleas internas y los narcisismos a flor de piel. Y todo concluyó con la renuncia de Hermes Binner, el representante del socialismo, a la postulación para ocupar el sillón de Rivadavia. El radicalismo se jugaba si se seguía en la política en los segundos o terceros puestos, pese a tener representaciones en todas las provincias, o dejaba librado a que cada líder negociara como quisiera o, por último, aliarse a uno de los candidatos entre los tres que pesarán en las elecciones. Ganó la adhesión a Macri, a despecho de Massa, por ejemplo que ya había acordado con ciertos nombres del radicalismo presente o antiguo. El artífice fue Ernesto Sanz, quien tampoco dejó al margen de cualquier arreglo futuro a Lilita Carrió y a su Coalición Cívica.

Un diario español muy importante y bien hecho, pero muy interesado en los sucesos argentinos, “El País”, tituló el lunes 16 considerando que la nueva alianza era un vuelco del radicalismo hacia “la derecha”. Convendría preguntarle a nuestros colegas de la península qué es de derecha o qué es ser de izquierda, categorías muy borrosas y poco prácticas en estos tiempos. ¿ Fue acaso progresista y de izquierda el ex-presidente socialista Rodriguez Zapatero que no supo o no quiso ver la crisis que se le venía encima en el 2007/2009, y se paralizó más de la cuenta para terminar aplicando políticas duras que algunos de sus seguidores definieron como “reaccionarias”?

¿Qué quiere decir de derecha ? ¿ Macri es de derecha o un hombre decidido por el pragmatismo ? ¿El radicalismo es de izquierda o acaso representa un “centro” en los argumentos o en el pensamiento político que apenas existe en la Argentina? ¿Hubiera sido “progresista” y “republicano” si el radicalismo hubiera propuesto una alianza con alguna de las tantas variantes del peronismo?

Este acuerdo de las últimas horas le da más peso a sus representantes en el acto electoral. Y le facilitará a Macri mayores posibilidades de entendimiento en las provincias donde la estructura radical tiene vigencia.

Todavía falta ver qué arreglan cuando se junten. Si habrá satisfacciones mutuas. Tampoco sabemos si se impondrá algún tipo de arreglo entre figuras que se dicen peronistas y los peronistas disidentes o los históricos.

El tablero político en la Argentina entrará a moverse velozmente a partir de ahora.