Juan López y John Ward (II)

Dardo Gasparre

Juan López había nacido en un pueblo junto al río color de león.

John Ward, en la ciudadpuerto que luego sería música, en la margen izquierda del Mersey.

Juan había ayudado en las labores de la chacra desde muy chico. Su padre le había dicho que el trabajo los sacaría de la humildad.

John esperaba a su padre al regreso de la fábrica cada día. Su padre le contaba cada noche lo duro de su tarea y lo injusto de su salario.

López estudiaba de noche luego de la faena. Su madre insistía en que si quería progresar debía completar el secundario, por lo menos.

Ward empezó a trabajar de muy equeño. Apenas pudo completar su enseñanza elemental. La fábrica no le dejaba tiempo libre.

Juan creía en el progreso personal. Soñaba sueños de gloria y grandeza. Cuando terminó la escuela les dijo a sus padres que su ilusión era ser marino. Sus padres hicieron grandes sacrificios para mandarlo al liceo y cubrir sus gastos lejos de casa. Pero eran felices porque soñaban su sueño.

John  y su padre perdieron sus trabajos en la crisis de los 70. Participaron de los terribles piquetes de huelga, de los tumultos y de los mitines del Partido Laborista, que terminaban con sangre. Vivió de un miserable seguro de desempleo que duró poco tiempo, y luego, de changas que apenas le permitían subsistir.

Juan López se destacó en sus estudios. Consiguió una beca y hasta se dió el gusto de ayudar a su familia. Se recibió con honores de Guardiamarina.

John Ward consiguió trabajo en una fábrica recuperada luego de la crisis, pronto fue líder obrero y sindical y dejó de trabajar para representar las demandas de sus compañeros ante la empresa y el gobierno.

Juan amaba la libertad que le permitía crecer.

John amaba al Estado que lo protegía.

López siguió ascendiendo con honores en su carrera. Se casó y fue padre feliz de mellizos. Lo destacaron a un barco emblemático y lo sintió como una aventura y como un premio.

Ward, desilusionado de su lucha sindical, se enroló en el ejército donde conseguiría un sueldo razonable sin demasiadas exigencias, y sin la presión mercantilista de una empresa.  Nunca se casó.

John jamás supo que era estatista.

Juan jamás supo que era liberal.

Los dos murieron el mismo día, en unas islas que ambos creían propias, pero que les eran extrañas y lejanas.

Como nosotros, ambos vivieron en una época que no pudieron entender.

 

Mi irrespetuoso homenaje a Jorge Luis Borges.

Mi respetuoso homenaje a todos los muertos en Malvinas.