Por: Dardo Gasparre
El scioli-kirchnerismo ha tendido una trampa perfecta a la sociedad. Durante ocho años no sólo transformó el superávit fiscal en un déficit inmanejable e irresponsable. También tornó en déficit el superávit comercial, al profundizar el proteccionismo y finalmente matar la exportación y la producción.
El cepo, al mismo tiempo razón y consecuencia de la muerte del comercio internacional, ha dejado con reservas negativas al Banco Central, un ridículo eufemismo que hemos comprado generosamente para definir el robo perpetrado a entidades y personas al birlarles sus dólares que estaban dentro del sistema. En algunos casos, al obligar dictatorialmente a vender las posiciones y, en otros, al quitar respaldo a los depósitos en dólares del público.
También ha inundado de pesos el país, lo que generó una presión inflacionaria entrópica, a la que hay que agregarle regalitos, como los contratos de futuro, los gastos agónicos, las deudas previsionales, los miles de juicios ocultos que aparecerán ahora y las consecuencias fiscales de cualquier intento de arreglo del atraso cambiario que se ocuparon de crear.
Cual candado para evitar salir del problema, el scioli-kirchnerismo manoseó el juicio de los holdouts hasta perder cualquier acceso al crédito internacional fluido, cerró el camino a los préstamos baratos de los organismos internacionales y a cualquier mecanismo rápido de financiamiento civilizado.
Como golpe de gracia, sembró las minas de una maraña de leyes que impiden renegociar esa deuda morosa, como el caso de la que incorpora la carta a los reyes magos de la ONU para la renegociación de deudas soberanas y de la prohibición de vender acciones privadas en poder del Estado, que requiere una mayoría inconstitucional que impide usarlas como garantía.
Finalmente, deja un Senado adepto y obediente y la mayoría de los cargos autónomos en manos de esclavos que será muy difícil remover constitucionalmente.
Luego de ese tenebroso cepo económico y político, ahora cierra el cepo electoral: siembra el terror de lo que pasará si alguien intenta salir de semejante trama suicida que este Gobierno ha creado. Pretende condenar a la sociedad con el chantaje del miedo al colapso si se intenta matar al Golem estúpido y criminal que creó.
Trata de impedir un cambio convenciendo a la población de que es el único que puede desactivar el Frankenstein que gestó. Envenenó el futuro del país y ahora pretende hacer creer que sólo él tiene el antídoto, y pone como condición para inyectarlo ser reelecto en la figura de otro Golem sucesor que ha designado aún a regañadientes. Tan falto está de ideas que radica su fuente de financiamiento en un préstamo que Brasil no puede darle, o en un nuevo blanqueo necesariamente ilegal y delictivo, cuando aún no he terminado el anterior pro lavado que pergeñó.
Con una masa enorme convencida de las bondades del populismo y de que sus beneficios son eternos, miente al hacerle creer que eso es cierto y miente al hacerle creer que conoce un camino mágico para continuar. Como miente al descalificar las soluciones que sabe que también tendría que aplicar si fuera reelecto.
Como ante todo chantaje, no se debe caer en la trampa de aceptar las condiciones del chantajista. Hay que hacer lo que hay que hacer. Hay que ser serio, cuidadoso y responsable, pero no dejarse condicionar por la trampa de un Gobierno que no tiene escrúpulos ni talento, y menos autoridad moral o técnica para dar clases sobre la solución del entuerto histórico que deja de herencia.
Me concentro solamente en un ejemplo en esta instancia, por su efecto práctico y su efecto simbólico. El cepo. De él debe salirse de inmediato. No hay margen, no hay tiempo, no hay mecanismos de gradualismo que no terminen en dilación y no perpetúen el problema.
Y se sale con libertad cambiaria. Por supuesto que con un sólido plan antiinflacionario simultáneo. Por supuesto que con un manejo profesional de la apertura.
Y también con funcionarios que conozcan los mercados, que no se comportan como el kirchnerismo cree ni como augura algún banquero aplaudidor que ha salido a decir alegremente que el dólar puede llegar a 20 pesos o más si se liberase (Ya he hecho pública mi oferta de venderle dólares a 17 pesos a quienes crean tal cosa).
En una sublimación del eufemismo, como un colofón al relato, Daniel Scioli, el candidato a presidente por el Frente para la Victoria, según dice su boleta, sostiene que no tiene nada que ver con el Frente para la Victoria.
Después del domingo analizaré en detalle los pasos que se pueden dar para salir del cepo con libertad, evitando todos los males que pregonan los ksciolistas, que creen que el próximo ministro de Economía de Macri tendrá el mismo conocimiento del mercado, de la realidad y de la vida que Axel Kicillof.