Por: Darío Epstein
El desempleo en Europa está fuera de control, con el agravante que aquellos que pierden su trabajo no logran reinsertarse por largo período, transformándose éste en estructural.
La situación en la Eurozona dista de ser relajada. A riesgo de ser repetitivos, tratemos de tener una visión simple:
Normalmente, los países tienen ciclos, algunos buenos y otros malos, y es en los períodos buenos donde crecen, acumulan riqueza y se desendeudan.
Eso les permite afrontar las crisis con endeudamiento y gasto por encima de lo que recaudan.
El caso europeo es complicado porque coexisten tres factores:
- El desempleo está impactando cada vez con más fuerza
- Hace tiempo que mantiene déficit fiscal alto (gasta más de lo que recauda)
- Europa ya está altamente endeudada
La conjunción de estos tres factores es tóxica.
En los últimos años, la mayoría de los países aceptaron realizar ajustes (suba de impuestos y reducción de gastos) para reducir el déficit y ser más “creíbles” para los mercados y lograr niveles de refinanciación y nueva deuda razonables. Al mismo tiempo atraer inversiones con un esquema clásico.
Este ajuste fue deteriorando el trabajo, el ingreso y el consumo de las personas, generando un círculo vicioso, donde las empresas privadas dejan de invertir por falta de demanda y el sector público no puede hacerlo por falta de recursos.
Esto nos llevó al cuadro de desempleo (Figura 1), donde claramente los jóvenes son los más perjudicados, y un continente que tiene cada vez una población más “añeja” podría sentir la emigración de la nueva generación.
La única herramienta que se está utilizando a pleno es la política monetaria acomodaticia, con todos los riesgos inflacionarios y de creación de burbujas que ello conlleva.
Los jóvenes, con mucha tristeza, buscarán trabajo en cualquier lugar que les ofrezca una oportunidad y Europa se quedará con población más añeja. Estará en manos de los políticos de la región revertir este preocupante tema.