Por: Darío Epstein
La reciente crisis del cierre parcial de las operaciones del Gobierno de EEUU (alias shutdown) y del techo de la deuda es otro capítulo en la historia económica de este país que quedará como un escándalo que puso en vilo al mundo entero por más de dos semanas consecutivas y que, al cierre de este artículo, parecía tener un final feliz.
El acuerdo bipartidario se votaba en el Senado y en la Cámara de Representantes al cierre de la jornada y el secretario de prensa de Obama ya adelantó que lo iba a apoyar. El acuerdo termina con 16 días de cierre parcial del gobierno; pero es parcial: habilita a seguir gastando hasta el 15 de enero del año que viene y suspende el techo de la deuda hasta el 7 de febrero del 2014.
Pero veamos los orígenes de todos estos problemas. Analizaremos en esta oportunidad la evolución de la deuda de EEUU desde 2007 al día de la fecha. Además, ¿qué ocurrió con el gasto público en el mismo período tanto en términos nominales como respecto al PBI? Estas preguntas sirven para poner en contexto el problema actual y nos ayudan a entender lo que pasó y el porqué de la pelea entre demócratas y republicanos que tomaron de rehén a los empleados públicos norteamericanos, pero también a sus plomeros y carpinteros y a todo el mundo que pudo haber tenido una terrible consecuencia en los mercados de deuda soberana en la mayor economía mundial.
Al igual que la primera, la segunda mayor crisis mundial de los últimos años tuvo su epicentro en EEUU, específicamente en la burbuja hipotecaria y un exceso de crédito en manos de consumidores que vieron sus niveles de riqueza relativa tanto en acciones como en propiedades incrementarse año tras año. Hasta que los precios comenzaron a caer en 2006. La recesión, que comenzó en diciembre de 2007, tuvo su epicentro en los mercados en 2008, pero derivó en una recesión mundial recién en 2009.
¿Cuál fue la salida? La respuesta fue monetaria a través de la baja de tasas y de la mayor impresión de dinero por parte de todos los bancos de países centrales. Pero el costado fiscal tuvo su impacto también, a través de enormes programas de estímulos, préstamos y de participación en empresas privadas para evitar el riesgo de quiebra, en especial en el sector financiero (aseguradoras y financieras).
El mayor gasto derivó en enormes déficits fiscales que, a su vez, contribuyeron a alimentar una enorme bola de nivel de deuda pública que no hizo más que acelerar sus montos hasta alcanzar casi el mismo valor que la riqueza generada en todo el año, un ratio de deuda a PBI del 100% estimada para este año.
La suba de la deuda pública fue tan vertiginosa que se ha tenido que elevar en diversas oportunidades el techo de la deuda soberana máxima posible. La reciente disputa no es más que las esquirlas de la explosión que ocurrió en el mundo cinco años atrás.
En Europa la situación no fue muy distinta, a excepción de que no existe un techo a la deuda que tenga que ser aprobado por el Congreso.
Esa fue el arma que arriesgó con tener consecuencia de una bomba atómica en la sociedad norteamericana, según las palabras del mismísimo Warren Buffet estos días. Tal como se puede ver en el gráfico de más abajo, el fuerte incremento del gasto ha producido un enorme déficit fiscal que alcanzó un pico máximo de 10% del PBI a fines del 2009, hasta lograr reducirlo a 4,2% en el último trimestre conocido, aunque no solamente sobre la base mayor recaudación de impuestos que más que compensó la evolución continua al alza de los gastos, sino en parte debido al crecimiento de la economía en el período, que contribuyó a reducir dichos valores.
Asimismo, la evolución de la deuda en relación al PBI asciende desde fines del año pasado a más de 100% del PBI, siendo del 100,50% del PBI nominal al 28 de junio del corriente año.
Solamente analizando estas cifras y entendiendo cómo se originaron, comprenderemos qué se ha estado jugando en estos días en Washington, y qué partido tiene el poder de decisión sobre el otro en vistas a las próximas elecciones presidenciales. Recordemos que el acuerdo es parcial y temporal, y que se sigue “pateando la pelota” hacia adelante.
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