Doman, Evelyn y la toma del Nacional Buenos Aires

Diego Kravetz

Es difícil de entender la separación entre Doman y Evelyn. Difíciles los argumentos de cada uno y difícil tomar partido. El tema que conmueve a la sociedad por estas horas, el asunto que estremece a la mayoría de los hogares argentinos, es, de nuevo, difícil de entender.

Sin embargo, y a pesar de la complejidad, acaso tenga más explicaciones que la toma del Nacional Buenos Aires. No “algunas más”. Muchas más.

Los alumnos desfilan por la tele como estrellas del prime time, protagonizan grandes debates y ganan centímetros en los diarios, pero no explican la cuestión de fondo. En principio, eran los cambios de currícula, aunque en realidad no, en realidad se trataría de la homologación de títulos a nivel nacional.

Se trata de una discusión que están llevando adelante las autoridades de todas las provincias con los funcionarios nacionales con el fin de que todas las jurisdicciones tengan títulos homologables.

Para lograrlo, habría que modificar algunas orientaciones. Resulta lógico entonces que algunos pocos colegios de la Ciudad estén haciendo pruebas piloto para poder implementar los cambios a partir del 2015.

No se está discutiendo que la mitad de los egresados secundarios no comprende textos.

No se está discutiendo si la escuela tiene injerencia en la contención de la enorme cantidad de chicos, casi un millón,  que ni estudian ni trabajan (Ni-Ni) en la Argentina.

No se está discutiendo si las netbooks que se entregan gratuitamente rompen la brecha tecnológica.

No se está discutiendo si hay correlación entre la escuela y el trabajo posterior.

No se está discutiendo el divorcio de Evelyn y Doman.

¿Qué colegios NO se tomaron? Los de las pruebas pilotos.

¿Quiénes los tomaron? Los que mejor comprenden los textos de la Argentina.

Los que tienen menos chances de ser NI-NI.

Los que no tienen problemas con el acercamiento a las nuevas tecnologías y seguramente sean de la clase que dirija al país.

En definitiva, los chicos del Nacional Buenos Aires.

Ellos, una elite iluminada que evidentemente sabe más sobre títulos y currícula que todos los ministros argentinos de Educación, explican la importancia de mantener las cosas como están, para que a algunos les vaya tan mal como hasta ahora y a unos pocos tan bien como siempre.