Los jubilados, la historia y los números

Diego Kravetz

Cristina Kirchner anunció la semana pasada, con bombos y platillos, el aumento del 11,31% para las jubilaciones. Fiel a su estilo habitual, criticó a los que la critican y pasó lista de todas las cosas que viene haciendo el Gobierno… desde 2003. Seguimos hablando de 2003.

Los números no mienten. La historia, por otra parte, puede ser bastante engañosa si no se la sigue atentamente. Según el Índice de Precios al Consumidor de la Dirección de Estadísticas de la Ciudad de Buenos Aires desde septiembre del año pasado, mes en el que se implementó el último aumento a las jubilaciones, hasta enero de este año los precios aumentaron un 16,2%. Esto es, 5 puntos más de lo que el Gobierno está aumentando a los jubilados hoy. Es decir, incluso en el caso improbable de que la inflación se detenga, de ahora en más los jubilados ganarían menos de lo que ya perdieron desde el último aumento. Y no parece que la inflación vaya a detenerse.

Tendemos a pensar la historia como algo que ocurrió hace muchos años, pero la historia se escribe todos los días. Es cierto, como dijo Cristina en su discurso, que este Gobierno incorporó al régimen jubilatorio a muchas personas que antes no estaban incluidas. Ese es un logro de nuestra democracia cuya firma les corresponde y cuyas virtudes se pueden arrogar con justa razón. Pero el tiempo pasa y la celebración de lo que se hizo, por más bueno que haya sido, no debería impedirnos ver lo que se hace. Y lo que el Gobierno está haciendo actualmente es, lisa y llanamente, un ajuste encubierto.

No es muy dífícil de apreciar: el Gobierno actualmente necesita cerrar paritarias por debajo del 25%, cosa que disgusta a los gremios, como quedó puesto en evidencia con las declaraciones de Antonio Caló hace unas semanas. Para mantener su capacidad adquisitiva los trabajadores necesitan por lo menos un aumento del 35%. Para el Gobierno esa cifra es impensable, no puede financiarlo.

Los aumentos a las jubilaciones se deciden en proporción a los aumentos salariales, según la Ley de Movilidad Jubilatoria. Parece claro que, cierren como cierren las paritarias, los trabajadores van a perder plata y los jubilados también.

Este es un problema que la Argentina arrastra desde hace muchos años y que se debe a que el Gobierno se negó sistemáticamente a reconocer la inflación. Los salarios aumentan, sí. Las jubilaciones aumentan, también, pero no lo hacen en proporción con el aumento de los precios.

Es el salario real lo que no se condice con las declaraciones oficiales. Porque si bien los salarios aumentan no es reconocido el aumento de precios efectivo que puede constatar cualquier ciudadano con sus visitas semanales al supermercado. El cálculo en el que se basa la decisión del 11,31% se basa en el salario promedio, que si no estuviese desfasado de la realidad adquisitiva de las personas, estaría bien, pero no es el caso y los números resultantes (jubilación mínima de 2.757 pesos y media de 4.804 pesos), con la inflación y -más aún- con la reciente devaluación, se vuelven un chiste.

Estos números, salta a la vista de cualquiera, son insuficientes para la economía doméstica de cualquier ciudadano. Y lo que es insuficiente hoy, en Argentina, mañana será paupérrimo. Los voceros oficiales, cuyas palabras corren más rápido que sus ideas, se ve que no piensan en estos números. Están más preocupados por sus números, los que tienen que cerrar a como de lugar.

¿Cómo van a cerrar las paritarias? Habrá que esperar para verlo, pero el aumento a los jubilados ya está definido y aunque algunos no quieran verlo sigue atrás de las necesidades y de la realidad de los argentinos. Se ve que ya no estamos en 2003.