Los derrumbes producidos por la batalla cultural kirchnerista

Diego Rojas

Muchas veces se afirmó que el kirchnerismo había ganado la batalla cultural. La construcción de diversos dispositivos le brindó al oficialismo la posibilidad de esparcir su discurso -el famoso “relato K”- con el apoyo infraestructural, logístico y económico del Estado. Las últimas horas de 2012 permiten comprobar, por lo menos de modo simbólico, algunas consecuencias de la acción cultural del kirchnerismo luego de una década en el poder.

El senador Aníbal Fernández -quizás como forma de reforzar los espacios que le son cada vez más esquivos en el esquema del poder- exhibió un mensaje de texto enviado por Carlos “Indio” Solari, mítico fundador, cantante y compositor de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota, la banda que expresó el espíritu del rock nacional con una potencia inusitada durante varias décadas. “Toda mi vida acepté, a regañadientes, que la valentía era un recurso temporario de los jóvenes. Acercale a la Sra. Presidenta, si no implica molestarla, mi respeto por su templanza y su firme determinación juvenil. Para vos, un abrazo con buenos presagios”, tal fue el contenido del SMS firmado por “Indio”. Tal vez sea una percepción arcaica, pero que un rockero pida permiso para elogiar a la máxima representante del Estado suena a un derrumbe de los parámetros de rebeldía que caracterizó al rock desde sus orígenes. No habría que olvidar que el mensaje de texto fue enviado a Aníbal Fernández, secretario general de la Presidencia de Eduardo Duhalde cuando se realizó la masacre del Puente Pueyrredon, que costó las vidas de Darío Santillán y Maximiliano Kosteki. Fernández, apenas realizada la matanza que produjo también cuarenta heridos con balas de plomo, acusó a los grupos piqueteros de aquel entonces por su responsabilidad en esos hechos al esgrimir que habían planificado “un cronograma de hostilidades” y apelado a “la lucha armada”. Eran mentiras que tenían el objetivo de deslindar la responsabilidad del Estado en la masacre. Lo mismo sucedió cuando, al día siguiente del asesinato de Mariano Ferreyra, señaló que la policía había actuado de modo impecable. Hoy se encuentran imputados ante la Justicia siete miembros de esa fuerza de seguridad -que dependían de Fernández- acusados de haber liberado la zona y haber permitido el ataque que culminó con ese homicidio. Fernández es el mismo que sindicó falsamente a Rubén “El Pollo” Sobrero por la quema de vagones en una revuelta en Haedo y festejó su detención ordenada sin pruebas por el juez Yajl, de triste recuerdo debido a esa causa. Aníbal Fernández es la persona a la que el Indio Solari -que supo escribir las letras de un enorme disco llamado Oktubre- le dedica “un abrazo con buenos presagios”.

Superlativo es el himno que le fuera dedicado en San Juan al gobernador José Luis Gioja. Compuesto por Carlos “Tuti” García, director de una orquesta sinfónica y también músico que abreva en las aguas del rock y del cuarteto, la pieza para tenor y piano incluye versos como los siguientes: “José Luis es el nombre de la historia, / Gioja el apellido de San Juan” o “es San Juan el que luce resplandeciente, / Con el Flaco Gioja de anfitrión” y llega a calificar al gobernador como “Cóndor del Cielo del Valle Mundial”. Los himnos dedicados en vida a Mao Tse Tung, Iosip Stalin o Kim Il Sung envidiarían este último verso. Si bien el video fue grabado en el Auditorio Provincial y contó con la colaboración del área de prensa de la gobernación (además de que el tenor Octavio Sosa admitió que era un trabajo pago, aunque no reveló a sus contratistas), no existen pruebas hoy de que haya impulsado desde el Estado mismo. Sin embargo, la existencia de este homenaje y que un himno de estas características forme parte del horizonte de posibilidades de un grupo de músicos sanjuaninos es un signo de los tiempos. Un clima epocal en el que muchos músicos consideran que rendir pleitesía al Estado en los recitales organizados y pagados por el Estado es una forma de esgrimir la cultura popular.

La gastronomía es uno de las formas esa mentada cultura popular y, en esa categoría, el asado define a los argentinos, que suelen prepararlo en sus celebraciones de fin de año. No debería sorprender que el Ministerio de Justicia haya elegido esa comida para despedir el 2012, a menos que se añada el dato de la realización del convite en la ex ESMA, el mayor campo de concentración de la dictadura videlista, donde los militares habían llamado “asados” a las incineraciones de los cuerpos de los militanes caídos que no podían esperar a que se los lanzara desde aviones hacia el Río de la Plata debido a la constante acumulación de cadáveres. Un asado para dos mil personas realizado en ese lugar impulsado por el ministro de Justicia Julio Alak (que adhiriera fervorosamente al menemismo, defendiera los indultos y organizara movilizaciones para pedir por la libertad de Carlos Saúl Menem mientras estuvo detenido) es de, por lo menos, un mal gusto desorbitado.

Se ha dicho que el kirchnerismo derrumba inteligencias. Que transmuta talentos intelectuales en pensamientos menores debido a la recurrente y fatigosa justificación del estado de las cosas en que se embarcan los miembros del campo cultural que comulgan con el oficialismo. Una frase polémica señalaba el fenómeno con contundencia: “El kirchnerismo no te mata, pero te deja pelotudo para siempre”. La había pronunciado Moisés Ikonicoff, uno de los intelectuales de la época conocida como “menemismo” que, a todas luces, posee profundos vasos comunicantes con el presente de la nación.