Por: Eleonora Bruzual
Esta semana que pasó, mi país, secuestrado por una banda delincuencial, generó noticias que sólo sirven para sumirme -a mí y a millones- en el desespero. El recuento lo comenzaré con la autorización del régimen de Maduro para que la siniestra tiranía de Corea del Norte abra embajada en Venezuela.
La Gaceta Oficial número 40.438 ya lo publicó y debo decir que con esos tenebrosos asesinos sólo 30 países en todo el mundo tienen relaciones diplomáticas, y en nuestro continente la Cuba comunista y ahora Venezuela; y como bien sabemos que con Hugo Chávez nos convertimos en colonia del lupanar castrista, esa decisión se tomó en La Habana.
Sigo con una reunión convocada por una de las mujeres del régimen, esas que están demostrando que la maldad femenina es uno de los activos de la revolución… La canciller Delcy Rodríguez se reunió con la fiscal general Luisa Ortega, y la rectora principal del Consejo Nacional Electoral, Sandra Oblitas, para evaluar el informe que será presentado este lunes 29 de junio ante el Comité de Derechos Humanos de la ONU, en Ginebra.
La reunión -por lo que puedo deducir- buscó que la delegación que está ya en Suiza falseé el informe de Venezuela en materia de Derechos Humanos Civiles y Políticos. Deducción lógica luego de leer lo declarado por Luisa Ortega, que asegura que “Venezuela es un país que está comprometido con los derechos humanos y cada discurso nuestro (de la Peste roja), siempre es acerca del tema de los Derechos Humanos, porque para nosotros revisten demasiada importancia”.
Y cómo no enfurecerme ante tanto cinismo, ante tanta maldad, cuando justo coincide con lo divulgado por el periodista venezolano José Domingo -Mingo- Blanco, sobre las horrendas torturas que le aplican a una joven químico venezolana, Araminta González, apresada hace ya un año y violados todos sus derechos más elementales. A Luisa Ortega Díaz desde aquí le exijo que diga si para ella y el resto de las maléficas señoras reunidas en la cancillería, arrancarle el cabello a Araminta, dejarla sin agua potable más de 20 días, someterla a cada rato a humillantes requisas intensivas en toda su humanidad, negarle papel higiénico, jabón, toallas sanitarias y alimentos, es lo que ella define como “estar comprometidos con los derechos humanos”…
También sí las 252.073 muertes violentas que la revolución ostenta en estos 16 años de saqueo y muerte, y que nos ubica ¡oh proeza! como el segundo país más violento del mundo, serán presentadas en Ginebra como logros que sólo en socialismo pudieron darse, y que ya forman parte de la cotidianidad de un país saqueado y ensangrentado que ve como normal que en 25 días del mes de junio, solo a la Morgue de la ciudad de Caracas hayan trasladado 363 cuerpos de víctimas de hechos violentos.
Otro asunto debería sacudir la apatía y prender las alarmas, no solo de nosotros los venezolanos, sino de todo el mundo democrático… Resulta que la misma Sra. Delcy Rodríguez, alborozada, firmó sopotocientos turbios acuerdos con los santones iraníes, más que reconocidos violadores de derechos humanos y promotores del terrorismo, y se impone preguntar: ¿Venezuela e Irán “alianza estratégica” o dúo siniestro?
Supuestos acuerdos comerciales tan iguales a los inescrutables firmados durante la presidencia de Hugo Chávez y que, ¡Oh casualidad!, muchos generaron oficinas y plantas industriales en el estado Aragua, coto particular del yihadista Tarek El Aissami, hombre que representa, favorece e impone en Venezuela al islam radical, y cuenta para ello con respaldado de Cuba. Así Parchin Chemical Industries y Qods Aviation, empresas pertenecientes a las fuerzas armadas iraníes, y que dicen poseer sociedades con la industria militar venezolana, fabrican explosivos, municiones y propulsores para misiles, también vehículos aéreos no tripulados. Estas “impecables” empresas están en el grupo que ha sido sancionado por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas bajo la Resolución 1747, como lo certifica el libro Iran’s Strategic Penetration of Latin America, coeditado por Joseph Humire, analista de seguridad, quién denuncia que La Habana posee cerrados intereses con Irán y alinea a países bajo su influencia -Venezuela es uno- a este tipo de acuerdos.
Y cierro acotando que en este mismo lapso se han desconocido los resultados de las elecciones primarias llevadas a cabo por la oposición e imponen un reglamento inconstitucional de participación “obligatoria” de un 40% de mujeres en las listas para elegir el 6 de diciembre.
Todo desesperante, ¿no les parece?