Por: Esteban Bullrich
Camino por el fondo de la Casa Rosada. Veo el obrador que tapa parcialmente lo que queda en pie del monumento a Cristobal Colón. Sigo caminando, miro fijamente a la Rosada, que inmutable no contesta las preguntas que le hago. Sigo caminando, detrás de una grúa aparece Colón, acostado. Está envuelto en lo que parecen ser vendas gigantes. Me pregunto que le dolerá más. Acostamos a Colón, algunos dicen que para parar a Juana Azurduy. No sé. Por ahora no se para nadie. De hecho, no veo a nadie parado cerca. Sigo caminando. La Rosada sigue muda. Mis preguntas sin respuesta.
Somos Colón, ¿se entiende no? Somos Colón y Juana Azurduy. Somos los conquistadores y los pueblos originarios, somos Juan de Garay y los Pampas. También somos Saavedra y Moreno. Somos San Martín y Belgrano. Somos Lavalle y Dorrego. Somos Rosas y Sarmiento. Somos Roca y su campaña al desierto y también los que murieron en esa campaña. Somos Pellegrini. Somos Leandro Alem e Hipólito Yrigoyen. Somos los millones de inmigrantes que eligieron nuestra tierra para cumplir sus sueños y también los locales que quisieron impedir la inmigración. Somos los radicales yrigoyenistas y los anti-personalistas. Somos Uriburu y su golpe y somos los que cometían fraude electoral en los 30 (también somos los que lo siguen cometiendo a 30 años de la vuelta de la democracia).
Somos Perón y Balbín, los que se cruzaban y encarcelaban en los 50 y los que se despedían como amigos en los 70. Somos los que tiraban bombas sobre Plaza de Mayo matando a compatriotas y somos los que creíamos que estaba bueno eso de que “por cada uno de los nuestros que caiga, caerán cinco de los de ellos”. Somos Aramburu, el presidente de facto y el que fue fusilado en un sótano de un pueblito llamado Timote. Somos también el Abal Medina que le disparó.
Somos Borges y Sabato. Somos Jauretche y también somos el Mediopelo. Somos Tinelli y Lanata. Somos Luppi y Campanella. Somos River y Boca, Independiente y Racing, San Lorenzo y Huracán. También somos Central y Newells y Talleres, Instituto y Belgrano. Somos Coca y Pepsi.
Somos Onganía y Lanusse. Y somos el peronismo proscrito. Somos Cámpora (y también La Cámpora). Somos los asesinos de Rucci y somos los militares que desaparecían personas. Somos los apropiadores de bebés y los que mataron a la hija del capitán Viola. Somos la teoría de los dos demonios y también los que creen que hubo uno solo. Somos los que ovacionaron a Galtieri y los 649 que murieron en Malvinas. Somos Alfonsin y Herminio Iglesias. Somos Menem y María Julia. Somos el acuerdo de Olivos. Y también la ley de Medios. Somos Néstor y Cristina. Y también Lilita, Hermes y Mauricio. Somos los que creen que para defender un derecho está bien avasallar otro y los que creen que no es así. Somos los que cortan calles y rutas y los que se bancan los cortes. Somos Puerto Madero y los miles de niños argentinos desnutridos. Somos el Papa Francisco y también somos Ricardo Jaime.
Somos lo que somos. Podemos seguir reescribiendo nuestra historia todo lo que queramos. Lo que no podemos es cambiarla. Podemos correr monumentos y desarmarlos. Mandarlos de vuelta a Italia o regalárselo a Venezuela. Pero eso no borrará lo que esos hombres y mujeres hicieron en y/o por nuestra Argentina. Somos lo que somos. La pregunta interesante es: ¿Qué vamos a hacer con lo que somos? ¿Vamos a seguir con la división, la intolerancia, la confrontación? ¿O vamos a cambiar? ¿Qué queremos hacer con lo que somos? O mejor aún. ¿Qué queremos ser?