Por: Fernanda Kobelinsky
El presidente venezolano está desesperado por obtener un resultado digno en las elecciones municipales. Se trata de comicios menores, pero ante el panorama actual, un revés para el chavismo podría ser una puñalada para Maduro. La crisis económica incontenible hizo que la oposición lograra que esta cita sea un verdadero plebiscito para el mandatario.
El bolivariano repite el recurso de los comicios de abril pasado y saca a relucir una “aparición” del fallecido líder bolivariano. Recurre a la imagen del ex mandatario y espera que “revivir el mito” incline la balanza en las urnas.
El presidente aseguró que el rostro del fallecido Hugo Chávez apareció en una de las paredes rocosas de uno de los túneles que forman parte de la excavación de una línea en construcción del metro de Caracas y de la cual mostró una foto. “Así como apareció, desapareció”, dijo para explicar porque ya nadie puede ver a Chávez en los túneles.
El fallecido líder vuelve a ser el centro de una campaña electoral. En octubre de 2012, Chávez se impuso cómodamente en las elecciones que le consagraron un cuarto mandato. Los 10 puntos de ventaja dejaban un país bien chavista para que su sucesor manejara. Tras su muerte, el 5 de marzo de 2013, todas las encuestas lo daban a Maduro como el gran ganador. Esos 15 puntos parecían irreversibles… la imagen de Chávez garantizaba la victoria.
Maduro recurrió a ese comodín durante toda la campaña. Hasta afirmó que el bolivariano se le había aparecido en forma de un “pajarito chiquitico”. Fue el 2 de abril, a 12 días de las elecciones, cuando los sondeos ya no marcaban tanta diferencia con Henrique Capriles.
“De repente entró un pajarito, chiquitico, y me dio tres vueltas acá arriba“, dijo Maduro señalando su cabeza e imitando un aleteo. El pájaro, prosiguió Maduro algo emocionado, “se paró en una viga de madera y empezó a silbar, un silbido bonito”, dijo imitándolo. “Me lo quedé viendo y también le silbé, pues. ‘Si tú silbas, yo silbo’, y silbé. El pajarito me vio raro, ¿no? Silbó un ratico, me dio una vuelta y se fue y yo sentí el espíritu de él, de Hugo Chávez“, remarcaba desde Barinas, tierra natal del fallecido líder.
Ahora, cuando Maduro debe contener dos frentes, la fractura interna y el crecimiento de la oposición, vuelve a aparecer la figura de Chávez como símbolo de la campaña. De hecho, el 8 de diciembre no sólo será una jornada electoral, también será “El Día de la Lealtad a Hugo Chávez”. Así lo decretó Maduro.
Chávez está en todos lados. Fechas importantes, cuadros en todas las dependencias estatales, referencia infinitas en los discursos de gobierno y un Cuartel de la Montaña (donde descansan los restos del bolivariano) que se ha transformado en el sitio preferido para cualquier anuncio oficial.
En abril pasado, la referencia a Chávez casi no logra su efecto. Para el 8-D, Maduro tiene un bonus track: al mito, pretende inyectarle “felicidad”.
Maduro encontró en esa palabra el eufemismo perfecto para llenar las calles de bolívares. Instauró el Viceministerio de la Suprema Felicidad, donde se gestionaran todas la misiones chavistas (los planes de subsidios creados por Chávez tras la victoria en el revocatorio de 2003). Además, adelantó la Navidad y anunció que antes de las alecciones se pagará el aguinaldo.
Bolívares y más bolívares en las calles venezolanas. Mientras, las reservas caen a niveles históricos (menos de 23 mil millones de dólares, de los cuales menos de mil millones están disponibles de forma inmediata), la inflación anual supera el 50% (el 70% si se trata de productos de primera necesidad) y la “lechuga” (el dólar paralelo) roza los 60 bolívares, un 900% más que el oficial (6,30).
El 9 de diciembre, pase lo que pase el 8, no habrá más felicidad.